Popol-Vuh Manuscrito quiché cuyo nombre significa Libro del Pueblo. Los primeros cronistas españoles asientan que algunos grupos indígenas poseían escritas sus historias, la genealogía y sucesión de sus reyes, los acontecimientos de cada año, la demarcación de las tierras, sus leyes, ritos religiosos, ceremonias y fiestas, observaciones astronómicas, conocimientos sobre enfermedades y medicina, entre otros hechos. Los misioneros se encargaron de enseñar a algunos indígenas el idioma español, hablado y escrito, por lo que éstos pudieron también utilizar el alfabeto latino para escribir textos en lenguas indígenas. Un autor desconocido escribió el Popol-Vuh, cuya redacción se terminó probablemente entre 1540 y 1544. En el preámbulo escrito por este autor se dice: «Este es el principio de las antiguas historias de este lugar llamado Quiché. Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios (…) lo sacaremos a luz porque ya no se ve el Popol-Vuh, así llamado, donde se veía claramente la venida del otro lado del mar (…) existía el libro original, escrito antiguamente, pero su vista está oculta al investigador y al pensador». En 1688, llegó a Guatemala fray Francisco Jiménez, dominico, quien recibió el curato de Santo Tomás Chuilá (hoy Chichicastenango). Se dice que se granjeó la confianza de los naturales, quienes le dieron indicios de la existencia de un manuscrito histórico, que en 1701 descubrió en el propio convento. Se dedicó a estudiarlo y traducirlo, ya que dominaba la lengua quiché. En este trabajo, Jiménez transcribió íntegro el texto quiché y en columnas paralelas la traducción al castellano. Este manuscrito lleva el título que él le dio: Empiezan las historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala, traducido de la lengua quiché en la castellana para más comodidad de los ministros del Santo Evangelio, por el R.P.F. Francisco Ximénez, cura doctrinero por el Real Patronato del pueblo de Santo Tomás Chuilá. Esta primera traducción no era muy clara, pues apegada estrictamente al original, a veces era difícil de leer y de oscuro sentido, pero él la revisó, la hizo menos literal y de más agradable lectura y la incluyó en el primer tomo de su Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala, que terminó en 1722. Sus trabajos permanecieron olvidados en el archivo del convento de Santo Domingo y en 1830 pasaron a la biblioteca de la Universidad de Guatemala. Ahí encontró la obra en 1854, el doctor Carl Scherzer, de origen austríaco quien la publicó en Viena en 1857. También la conoció en 1855, el abate francés Brasseur de Bourbourg, que en esa época estaba adscrito a Guatemala y quien quiso hacer gala de sus conocimientos del idioma quiché e hizo una traducción al francés que publicó en 1861, pero después se notó que había mucha fantasía en ella. La Historia de Jiménez se encuentra en la biblioteca Newberry, de Chicago, donde también está el primer trabajo de Jiménez que consigna el original de la narración quiché, el cual fue descubierto en 1941 por el profesor Schultzer-Jena. Este trabajo ha sido consultado por muchos investigadores, entre ellos Brinton, Müller, Raynaud, Villacorta, Recinos, Girard y otros, quienes han aceptado la autenticidad aborigen de este relato, al cual el propio Jiménez había calificado como «historias de cuentos de muchachos». En el Popol-Vuh pueden distinguirse tres partes: la primera es una descripción de la creación del cosmos y del origen del hombre, relatando varias creaciones y destrucciones. La segunda se refiere a las aventuras mitológicas de los gemelos semidioses Hunahpu e Ixbalanqué. La tercera, que podría llamarse histórica, se refiere al origen de los pueblos indígenas de Guatemala, sus migraciones y distribución en el territorio, sus guerras y el predominio de los quichés hasta el inicio de la conquista española.