Piña y Mazo, fray Luis de (1723-1795) Obispo de Yucatán. Nació en Palencia, España y falleció en Mérida, Yucatán. Muy joven se convirtió en monje benedictino y en 1747 se ordenó sacerdote y llegó a ser abad de San Pedro de Cardeña. En 1779 el rey Carlos III lo propuso para que ocupara la mitra de Yucatán y el Papa Pío VI despachó las bulas el 12 de julio del mismo año. Salió de Madrid en 1780 y llegó al puerto de Campeche el 15 de septiembre de ese año. Fue consagrado en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, localizada en el pueblo del Carmen, el 14 de enero de 1781. En su obra El Obispado de Yucatán, Carrillo y Ancona señala que el obispo tuvo grandes y numerosos enemigos que publicaron documentos difamatorios contra el prelado, y basándose en ellos el escritor Justo Sierra calificó a Piña y Mazo de iracundo, severo, interesado, vengativo e ignorante. Entre estos enemigos estuvo el padre Lara, entonces párroco del Sagrario y rector del Seminario Conciliar de San Ildefonso, a quien el obispo separó del cargo por su mala administración y, en respuesta, éste sublevó a los seminaristas en contra del prelado.
Durante su pontificado practicó la visita pastoral y confirmó a más de 80,000 personas, confirió menores y mayores órdenes a más de 200 presbíteros. Defendió a los indios y evitó los desafueros. Sus enemigos también dejaron acusaciones e informes donde hacían ver que su labor al frente de la diócesis era muy discutible. Contrató a un especialista de origen francés para que fabricara tornos y telares con el fin de instruir a las indias en su manejo. La muerte del gobernador y capitán general de la provincia, Lucas de Gálvez, en 1792, atribuida al sobrino del prelado, Toribio del Mazo, le causó pesares y disgustos por defenderlo, hasta que finalmente probó su inocencia y se atrapó al verdadero culpable.
El más notable suceso de la administración pastoral fue la reforma de los bienes de las cofradías de indios que desamortizó para beneficiarlos. También logró erigir el antiguo Colegio de San Pedro en Colegio de Indios, dependiente al Seminario, y se dotaron de becas a los indígenas para que después continuaran sus estudios en el Seminario. Algunos años más tarde preparó la restauración de la Universidad, que abrió sus puertas durante la época de gestión de su sucesor. Cuidó y fomentó las escuelas parroquiales de instrucción primaria. Procuró la reedificación de todos los templos de la Diócesis. La Real Audiencia de Nueva España, así como el rey y su Supremo Consejo de Indias vieron la importancia de la reforma emprendida, el movimiento de la industria, la mayor seguridad de las fundaciones piadosas, la redención de los indios. Falleció el 22 de noviembre de 1795 y se le dio sepultura en la capilla del Santo Cristo de las Ampollas.