Periodismo Colonial. Dos hechos de gran trascendencia que permitieron la aparición de las primeras publicaciones periodísticas en la Península de Yucatán fueron la promulgación de la Constitución de la Monarquía Española en 1812, la cual estableció entre sus normas en 1813 la libertad de imprenta y la introducción de la primera imprenta en territorio yucateco. Antes de estos hechos históricos, los periódicos que esporádicamente llegaban a Yucatán procedían de La Habana, Cuba; la Ciudad de México; Estados Unidos de América y Europa. Cuando la Constitución de Cádiz fue jurada en la provincia, el grupo liberal conocido como los sanjuanistas, el cual había ganado la mayoría de los escaños del cabildo del primer Ayuntamiento constitucional de Mérida, tomó la iniciativa de traer desde La Habana una imprenta para difundir las ideas que profesaba y combatir el pensamiento absolutista y conservador de los rutineros. Para lograrlo, los sanjuanistas iniciaron una colecta y por la intermediación de los hermanos Juan y José Tiburcio López Constante, comerciantes de profesión, se adquirió la imprenta en la isla de Cuba. En el acta de la sesión del cabildo del 29 de enero de 1813, quedó asentada la autorización para el ingreso a la Península de dos maestros de imprenta, para establecerse en Mérida; uno de ellos fue el cubano José Fernández Hidalgo. En el acta del 16 de febrero de ese año, se informó de la llegada de la imprenta a Yucatán, la cual poco tiempo después fue adquirida por el sanjuanista José Francisco Bates, y los fiadores fueron Joaquín de Quijano y Pedro José Guzmán. Entre esta fecha y el 4 de marzo, cuando se realizó la venta, se publicaron el prospecto del primer periódico yucateco, El Misceláneo, y algunos decretos gubernamentales.
En orden cronológico, los periódicos publicados entre 1813 y 1814, año en que se derogó la Constitución de Cádiz y se restableció el Absolutismo, fueron: El Misceláneo, 1 de marzo de 1813-julio de 1814, editado por José Francisco Bates, de línea liberal; El Aristarco Universal, 2 de abril-17 de diciembre de 1813, liberal, dirigido por Lorenzo de Zavala; El Redactor Meridano, 20 de mayo-23 de diciembre de 1813, órgano del Ayuntamiento de Mérida, liberal, editado por Lorenzo de Zavala; El Semanal de la Diputación Provincial, 12 de julio de 1813, órgano de la Diputación Provincial, conservador, cuyo redactor y encargado fue José Antonio Medir; El Sabatino, 1814, de orientación rutinera, editado por el cura y diputado provincial, Manuel Pacheco; El Filósofo Meridano, 1814, y Clamores de la Fidelidad Americana contra la Opresión o Fragmentos para la Historia Futura, 1814, este último dirigido por José Matías Quintana, de carácter liberal.
Desde su promulgación en 1812 hasta su derogación en julio de 1814, la Constitución de Cádiz garantizó la libertad de escribir, imprimir y publicar ideas políticas, sin necesidad de tener licencia, revisión y aprobación; pero para evitar abusos se estipuló la creación de una junta suprema de censura en cada capital de provincia. En Yucatán empezó a funcionar en septiembre de 1813 y estuvo integrada por José María Calzadilla y Vicente María Velázquez, por la parte eclesiástica, y Pablo Moreno, Lorenzo de Zavala y Pedro Almeida, por la parte secular. (Véase: Junta de Censura). El restablecimiento del absolutismo trajo como consecuencias inmediatas la disolución del Ayuntamiento constitucional, la suspensión de la libertad de imprenta, el cierre de los periódicos liberales y la persecución y encarcelamiento de directores y redactores comprometidos con las ideas progresistas y con la Constitución de Cádiz. Entre las víctimas de esta política estuvieron Lorenzo de Zavala, José Francisco Bates y José Matías Quintana, encarcelados en San Juan de Ulúa. Sólo continuó publicándose por espacio de un año, aproximadamente, el periódico rutinero: El Sabatino. La imprenta de Bates quedó embargada; pero Quijano y Guzmán solicitaron al gobernador y capitán general Manuel Artazo que se les entregara a título de depósito, solicitud que les fue concedida a cambio de que dejaran escrituras de propiedad como depositarias; el adeudo de Bates ante los hermanos López Constante fue liquidado y la imprenta quedó en custodia de los fiadores. El reconocimiento, por segunda ocasión, de Fernando VII a la Constitución en 1820, permitió el restablecimiento del régimen constitucional en España y territorios de ultramar. En Yucatán propició la reaparición de las publicaciones periodísticas, de las cuales algunas duraron hasta después de consumada la Independencia de México, en septiembre de 1821. Destacan Lealtad Yucateca, redactado por José Matías Quintana; El Hispano-Americano Constitucional, redactado por Lorenzo de Zavala; El Redactor Campechano Constitucional, Miscelánea, El Aristarco Universal, Periódico Constitucional del Gobierno de Mérida de Yucatán y El Yucateco o El Amigo del Pueblo, los cuales se publicaron durante nueve años, entre otros.
Periodismo independiente. Antonio Canto López, en su estudio Historia de la imprenta y del periodismo, publicado en la Enciclopedia Yucatanense, sostiene que la labor periodística desarrollada durante los 20 años posteriores a la Independencia, en nada se diferenció del periodismo colonial, «continuó externando la antigua lucha de principios o intereses entre los viejos liberales y los rutineros, que bajo la República se transformaron en federalistas y centralistas. (…) la mayoría de los periódicos de este período se redujeron a publicar decretos gubernamentales, avisos oficiales y privados e incondicionales apologías del partido o del mandatario adueñado del poder». Los juicios emitidos por el periodista Carlos R. Menéndez en su libro La evolución de la prensa en la Península de Yucatán a través de los últimos 100 años son más severos. Dice que entre 1820 y 1840, los periódicos se dedicaron «casi exclusivamente a publicar raquíticos anuncios del comercio, propagandas y avisos religiosos, disposiciones oficiales, chismografías comadriles e intriguillas de política de campanario, pues sólo excepcionalmente daban acogida en sus columnas a algunos serios doctrinarios orientadores o de utilidad práctica para los lectores», como fue el caso de El Yucateco o El Amigo del Pueblo, 1821-1830. Añade que casi todas las publicaciones tuvieron corta vida, en promedio entre dos y 10 meses, «a excepción de tres o cuatro que salieron regularmente algo más de un año, pues estaban sujetos a las altas y bajas de la política pueblerina militante». Algunos periódicos que se publicaron en el período son: Periódico Constitucional del Gobierno, 1821-1822, oficial; El Demócrito Universal, 1821; El Cometa o Tertulia Mitridática, 1821; Diario Sanjuanista, 1822-1823; el primero publicado en el Yucatán independiente; El Sol al Oriente de Yucatán, 1823-1825, La Concordia Yucateca, 1829-1831, cuyo lema era «República Central o Muerte»; El Centralista, 1829, y El Regulador Yucateco, 1831-1832, periódico liberal, entre otros. Las publicaciones que aparecieron entre 1821 y 1840 fueron numerosos; pero muchos sólo se conocen a través de referencias encontradas en El Registro Yucateco.
Periodismo literario. La actividad periodística desarrollada en la Península desde 1813 hasta 1840 había recaído fundamentalmente en la clase política local, la cual había hecho de las publicaciones vehículos para expresar sus ideas y agitar en torno de ellas. Pero a partir de la aparición en 1841 de El Museo Yucateco, un periódico científico y literario, editado por el literato y jurisconsulto Justo Sierra O’Really, con la colaboración de Vicente Calero Quintana, el periodismo yucateco se transformó de manera radical. Los estudiosos de la historia del periodismo yucateco, como Canto López, consideran que a partir de 1841 el periodismo vernáculo, «pobre y desaliñado en dicción y estilo», de los últimos 20 años, sufrió un cambio altamente positivo, ya que se refinó literariamente, aun en las publicaciones de carácter meramente informativo. De hecho, las publicaciones periodísticas del período despertaron en el público la afición por la literatura. Sin embargo, la lucha constante por el poder entre diversas facciones políticas, los conflictos derivados de la separación y reunificación de Yucatán del resto de la Nación y el estallido de la Guerra de Castas en 1847, repercutieron de manera determinante en la continuidad o permanencia de las publicaciones, ya que trajeron como consecuencia la paralización de muchas actividades productivas que hundieron en la pobreza a la entidad. Asimismo, circunstancias nacionales e internacionales, como la invasión de Estados Unidos a México, 1846-1847, la agresión francesa, el establecimiento del Segundo Imperio, así como la restauración de la República, 1863-1867, se vieron reflejadas en el quehacer periodístico. Canto López señala que entre 1841 y 1879 se editaron 115 publicaciones periodísticas. Entre los periódicos más importantes del período destacan el ya citado El Museo Yucateco, 1841-1842, de divulgación científica, artística, literaria e histórica, considerado una de las joyas del periodismo literario peninsular; El Boletín Comercial de Mérida y Campeche, 1841-1842, editado por Jerónimo Castillo; Registro Yucateco, 1845-1849, también de carácter literario, editado por Justo Sierra y Vicente Calero, junto con un gran número de colaboradores; El Noticioso, 1847, el primer periódico diario; Don Bullebulle, 1847, periódico burlesco y de extravagancias, dirigido primero por José María García Morales y luego por Gabriel Vicente Gahona, «Picheta», quien ilustró la publicación con sus grabados de profundo contenido social; La Revista Yucateca, 1847-1848, 1849, informativo, con secciones fijas nacionales, internacionales y locales; El Fénix, 1848-1851, dirigido por Justo Sierra; El Mosaico, 1849-1850, dirigido por Jerónimo Castillo; La Aurora, 1851-1852, de oposición; La Fidelidad Yucateca, 1851; El Regenerador, 1853-1855, oficial; Las Garantías Sociales, 1855-1858, oficial; La Guirnalda, 1860-1861; Las Mejoras Materiales (1859); La Burla, 1860-1861; El Mus, 1861; El Repertorio Pintoresco, 1862, redactado por Crescencio Carrillo y Ancona; Boletín del Gobierno de Yucatán, 1863-1864; La Nueva Época, 1863-1864; La Restauración, 1864; La Razón del Pueblo, 1867, 1868-1872, 1872-1876, 1878-1897; Biblioteca de Señoritas, 1868-1869; El Iris, 1869; La Siempreviva, 1870, elaborado por mujeres literatas y poetisas; La Revista de Mérida, 1869-1914, editada por Manuel Aldana Rivas, en 1882 se transformó en diarioy en 1911 fue incautada por el gobierno para reaparecer en 1912; La Aurora, 1870; El Peninsular, 1879; y El Libre Examen, 1879-1882; entre otros.
Periodismo informativo. A partir de 1880 empezaron a surgir los primeros periodistas de oficio. Se consolidó el periodismo objetivo y neutral, impulsado por la escuela estadounidense, la cual sostenía la predominancia de los géneros informativos sobre los de opinión. Las publicaciones se fueron haciendo diarias y se inició un proceso de tecnificación de las imprentas, lo que permitió los altos tirajes. El diseño de los periódicos del período que va de 1880 a 1925, cuando apareció el Diario de Yucatán, adquirió paulatinamente las características del periodismo moderno, integrado por secciones definidas, la presencia de la litografía primero y de la fotografía después, la separación de la información en varias columnas, anuncios clasificados, entre otros rasgos distintivos. También hicieron su aparición las publicaciones especializadas sobre las más diversas temáticas. Carlos R. Menéndez definió a esta etapa del periodismo peninsular como «la época de oro». Entre los periódicos más sobresalientes del período están El Eco del Comercio, 1880-1907, informativo, editado por Manuel Heredia Argüelles, en 1902 se convirtió en diario; El Honor Nacional, 1881-1901; La Unión Yucateca, 1882-1886; La Razón del Pueblo, 1886-1897; La Sombra de Cepeda, 1885-1893; La Escuela Primaria, 1886-1907, dirigido por Rodolfo Menéndez de la Peña, el primer periódico pedagógico de Yucatán; La Razón Social, 1890-1893; Álbum Literario, 1891; Pimienta y Mostaza, 1892-1894, 1902-1903, publicación literaria donde colaboraron los más connotados escritores y poetas de la época; Los Derechos del Hombre, 1892-1893; El Padre Clarencio, 1903-1909, liberal, dirigido por Carlos P. Escoffié, quien fue encarcelado varias veces por su actividad periodística; El Peninsular, 1904-1907, vespertino de tendencia liberal, propiedad de José María Pino Suárez; Diario Yucateco, 1907-1912, informativo y literario, producto de la fusión de El Eco del Comercio y de El Peninsular, dirigido por Javier Santa María; La Campana, 1907-1914, de caricaturas e información general, dirigido por Julio Río; La Revista Peninsular, 1912-1914, a cargo de Audomaro Pérez Peniche; El Agricultor, 1907-1915, especializado en agricultura, dirigido por Emilio García Fajardo; La Revista de Yucatán, 1912-1915, 1918-1926, diario, dirigido por Carlos R. Menéndez, en 1914 fue cerrado, en 1915 incautado y en 1924 sus talleres saqueados e incendiados; Acción Social, 1913-1914, dirigida por Gonzalo Cámara; Germinal, 1914, literario, dirigido por Miguel Manzano Moreno, y El Día, 1914, informativo, dirigido por Álvaro Gamboa Ricalde.
Periodismo moderno. Con la aparición del Diario de Yucatán en 1925, Yucatán entró definitivamente al periodismo moderno. Se importaron a la entidad rotativas de alta tecnología, procedentes de Estados Unidos, por lo que la impresión de ejemplares por hora se incrementó notablemente. Los avances tecnológicos fueron incorporados a las nuevas publicaciones que fueron apareciendo, hasta llegar en la actualidad al uso de los sistemas computarizados para la redacción, diseño e impresión de las publicaciones, así como el uso de la comunicación satelital para recibir servicios informativos procedentes de todo el mundo. En los años transcurridos entre 1925 y el fin del siglo XX, a diferencia de las épocas anteriores, son muy pocos los periódicos que han aparecido; pero la gran mayoría de ellas han permanecido por largos años en circulación. Entre los periódicos más importantes de este siglo están el: Diario de Yucatán, 1925- a la fecha, fundado y dirigido hasta su muerte, acaecida en 1961, por Carlos R. Menéndez; Diario del Sureste, 1931, cuyo primer director fue Joaquín Ancona Albertos; Diario Gráfico de la Tarde, 1959, vespertino, de tamaño tabloide, dirigido por José Martínez Novelo; Novedades de Yucatán, 1965- a la fecha, propiedad de la familia García Lavín, su primer director fue Jorge Medina Alonzo; Novedades de la Tarde 1968-1969, vespertino, dirigido por Alberto Cervera Espejo; Avance de Mérida 1969-1971, dirigido por Fernando Alcalá Bates, fue diario y luego se convirtió en dominical, y Por Esto!, 1991- a la fecha, tabloide, dirigido por Mario Menéndez Rodríguez.