Penitenciaría Juárez Este edificio sustituyó a la cárcel general que desde la época colonial estuvo ubicada al lado de la casa de gobierno, frente a la Plaza Mayor, y luego en un edificio llamado El Castillo, situado en lo alto del cerro, donde se había construido la antigua ciudadela de San Benito. Durante el gobierno del general Guillermo Palomino, el 13 de septiembre de 1886 se expidió el decreto que autorizaba la construcción de una penitenciaría; las obras se iniciaron el 6 de enero de 1887, conforme el proyecto elaborado por el ingeniero David Casares, en un terreno al poniente de la ciudad, cedido por Andrés Aznar Pérez y Carlos Peón, frente a la plaza del barrio llamado Santa Catalina, unido por la avenida Melchor Ocampo (actual calle 59) al suburbio de Santiago. El acto de colocación de la primera piedra, muy concurrido, fue presidido por el gobernador Palomino; los oradores fueron Felipe Pérez Alcalá, Ignacio Magaloni, Antonio Cisneros Cámara, José Guadalupe Corrales, profesores Eudaldo A. Pérez y Rodolfo Menéndez, quien declamó un poema titulado En la colocación de la primera piedra de la Penitenciaría Juárez. Después de ocho años de trabajos, en 1895 fue inaugurada por el entonces gobernador Carlos Peón y se internó a los presos del castillo de San Benito; pero la obra en realidad no estaba concluida, por lo que los trabajos continuaron y en febrero de 1906, siendo gobernador Olegario Molina Solís, se aprovechó la presencia del presidente de la República, general Porfirio Díaz, para que hiciera la inauguración formal de ella, el mismo día que también lo hizo con los contiguos edificios del Asilo Ayala y del Hospital O’Horán.
La superficie total es de 15,000 m2, incluyendo edificios y jardines. La fachada principal mira al Oriente, separada por una calle del parque que está enfrente; la parte central es de dos plantas, con una alta torre de vigilancia en medio y flanqueada al Norte y Sur por dos torreones también de dos plantas. Hacia el Poniente, paralela al cuerpo principal descrito, hay un jardín; sigue luego el conjunto de crujías que arrancan de un espacio semicircular, siendo cinco, con dirección hacia el Norte, Sur, Suroeste, Oeste y Noroeste; en los espacios entre ellas había prados para uso de los reclusos. En el lado poniente se levantó otro pequeño edificio de dos plantas, en cuyos corredores de la planta baja estaban la cocina, el comedor, los talleres y el almacén y en la planta alta la enfermería. Los pretiles de los edificios y la muralla que los unía estaban almenados, con algunas garitas de vigilancia en alto. El aspecto general era el de una fortaleza medieval. En el cuerpo principal había espacio para residencia del administrador, del retén militar de guardia, de los juzgados penales y otras oficinas. El edificio fue desalojado y se trasladó al Centro de Readaptación Social que se construyó al sur de la ciudad. Popularmente ahora se denomina «ex peni».