Palacio Episcopal Edificio construido a fines del siglo XVI y principios del XVII, que formaba un solo conjunto con la Catedral de Mérida, a lo largo del costado oriente de la Plaza Mayor. Durante casi tres siglos fue sede del obispado de Yucatán. Se empezó a construir por orden del obispo fray Diego de Landa e inicialmente fue de un solo piso; el segundo también se levantó en el período colonial. La fachada estaba desprovista de molduras y los únicos adornos eran un sencillo portón, algunas ventanas y los típicos balcones de la región. La construcción se concluyó en 1636, durante el obispado de fray Gonzalo de Salazar. En la parte posterior del edificio había una huerta donde se construyó en 1751 el Seminario Conciliar de Nuestra Señora del Rosario y San Ildefonso, por orden del obispo Francisco de Buena Aventura Martínez de Tejada, el cual aún se puede apreciar sobre las calles 58 y 63. Al caserón de aspecto austero donde estaba el episcopado, se entraba por un portal de piedra labrada en cuyo frente, de acuerdo con el testimonio del viajero John L. Stephens, existía en 1840 una gran cruz de piedra que fue retirada por órdenes del Ayuntamiento meridano en 1868. La planta baja del caserón fue abierta al comercio a partir de la caída del Segundo Imperio y luego la totalidad del edificio pasó a ser propiedad federal en 1915, durante el gobierno del general Salvador Alvarado.
Por instrucciones del general Alvarado, el edificio fue remodelado. Su fachada sencilla, fue cambiada por una de estilo renacentista, que se conserva hasta nuestros días. Se construyó con elementos dóricos y estilo afrancesado, enormes cornisas y macetones que sirven de remate. En la parte superior de la fachada frontal, reclinadas a ambos lados del antiguo Escudo Nacional, se colocaron dos de las nueve musas griegas relacionadas con la sabiduría y las artes. Encima del escudo asoma una máscara de teatro griego y debajo del escudo dos cuernos de la abundancia. Otro adorno sobresaliente de su fachada es el integrado con un águila, la antorcha, la espada y el yelmo. Las modificaciones corrieron a cargo del arquitecto Manuel Amábilis. Por decisión del general Alvarado, el edificio fue destinado para ser sede de la primera Escuela de Bellas Artes del estado, en donde se impartieron clases de dibujo, música y literatura y surgieron los primeros maestros especializados en estas disciplinas, algunos de ellos notables, por lo que el inmueble adoptó el nombre de Ateneo Peninsular. Para separarlo definitivamente de la Catedral, se abrió un amplio pasillo en 1916, que se llamó Pasaje de la Revolución, para lo cual se demolieron las capillas de San José y de la Virgen del Rosario. A lo largo del siglo XX, el ex Palacio Episcopal ha sido utilizado para diversas funciones. Parte de las instalaciones fueron usadas por el gobierno federal como oficinas de Correos y Telégrafos, Jefatura de Hacienda, Ministerio Público, entre otros, y otra parte se utilizó para tribunales, juzgados y contaduría. Con el tiempo, las oficinas federales abandonaron el edificio. Entre 1982 y 1983, el edificio fue ocupado por la XXXII Zona Militar, con la intención de convertirlo en un museo sobre la Guerra de Castas, pero el proyecto no se concretó. El 21 de julio de 1990, el gobierno estatal recibió oficialmente las instalaciones, las cuales albergan actualmente el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán, MACAY.