Tortuga marina De las seis especies de tortugas marinas existentes en México (siete en todo el mundo), cinco habitan aguas de la Península y cuatro desovan en sus costas. Una pertenece a la familia Dermochelidae y las restantes a la familia Chelonidae. Su explotación fue durante generaciones una importante actividad para los habitantes de las islas y poblados costeros de Quintana Roo, que aprovechaban su carne y sus huevos para autoconsumo y comercializaban su aceite, sus carapachos y ejemplares vivos, que se exportaban en grandes cantidades a Belice y los Estados Unidos de América. A partir de 1966, sin embargo, comenzó a disminuir marcadamente el número de ejemplos, sin que las vedas, cuotas de captura y otras medidas regulatorias pudieran impedirlo. Por ello, en 1981 se prohibió total y definitivamente la captura de todas las especies, al parecer, el desplome en las poblaciones de tortugas se debió sobre todo a la presencia humana en sus antiguas playas de anidación, por el desarrollo turístico de la costa mexicana del Caribe.
Las especies que se encuentran en los mares de la Penínsu la son:
Tortuga blanca, Chelonias mydas. Es la más conocida y la que tuvo mayor importancia pesquera debido a su alto rendimiento en grasa y carne y al buen sabor de ésta. Tiene una dieta esencialmente herbívora y se alimenta con pastos marinos y algas, pero también ingiere pequeñas cantidades de peces, crustáceos, moluscos y otros animales. Los juveniles son carnívoros. Su área de distribución se extiende desde el Golfo de México y el Caribe a través del Atlántico hasta el mediterráneo. Realiza extensos movimientos migratorios, pero se tienen evidencias de que para el apareamiento y el desove regresa siempre al área donde nació. Medidas: 90 a 110 cm de longitud y de 113 a 182 kg. Se han registrado ejemplares de más de metro y medio y 300 kg. La hembra es generalmente mayor y más pesada. El nombre común de tortuga blanca deriva del color del peto o plastrón. También se le denomina tortuga verde por la traducción literal de su nombre en inglés, el cual se debe al color de la sustancia gelatinosa que se le extrae del interior del carapacho y es la base de la sopa de tortuga tipo inglés.
Caguama, Caretta caretta. El nombre científico de esta especie alude al desmesurado tamaño de su cabeza. Esto permite distinguirla de la blanca, a la cual se asemeja bastante por la forma y el tamaño del carapacho. Medidas: 96 a 120 cm de longitud y 115 a 190 kg. El carapacho es de color café y el plastrón amarillo mate. Tiene hábitos alimenticios y reproductivos semejantes a las de la tortuga blanca, así como parecida área de distribución. Aunque su carne no es tan apreciada como la de aquella, se le capturaba en cantidades semejantes.
Tortuga de carey, Eretmochelys imbricta. Se caracteriza por su pico ganchudo y porque los escudos del carapacho están parcialmente sobrepuestos o imbricados, como las tejas de un techo. Es más carnívora que las dos anteriores y habita sobre todo zonas de fondos rocosos y arrecifes coralinos. El valor comercial de esta tortuga reside en las gruesas placas córneas de color negro o café oscuro manchado de amarillo que le recubren el carapacho y que constituyen el carey propiamente dicho, empleado en la fabricación de peines, aretes, prendedores y otros adornos. De cada ejemplar se obtienen entre 4 y 6 kg de carey. Es la más pequeña de las tortugas marinas. Medidas: 71 a 91 cm; peso, 36 a 64 kg, aunque se tiene registro comprobado de un ejemplar de 128 kg.
Tortuga laúd o de cuero, Dermochelys coriacea. Esta especie es la única de la familia Dermochelidae y tiene varios nombres comunes, tales como chalupa, pellejuda, siete quillas y siete filos. Todos ellos aluden al hecho de que su carapacho no es óseo como el de los demás, sino coriáceo y tiene siete prominencias o crestas longitudinales bien marcadas. Es la mayor y la más primitiva de las tortugas marinas y difiere de las otras no sólo por la composición del carapacho sino también por su aspecto tosco, enormes aletas, gran talla y pequeñas dimensiones de la cabeza. Es de color café o negro, con manchas blancas en el cuello y vientre. El carapacho, de hasta 3 cm de espesor, está completamente saturado de aceite y tiene, además de las quillas, numerosos tubérculos que le dan una peculiar apariencia. Es básicamente carnívora y se alimenta sobre todo de medusa, crustáceos y peces, aunque también ingiere alimento vegetal. Medidas: 152 a 178 cm; 320 a 590 kg. Se han registrado ejemplares de 2.5 m y 750 kg. Siempre ha sido escasa y no era objeto de explotación comercial sino que sólo se aprovechaban sus huevos y eventualmente su carne para autoconsumo.
Tortuga lora o cotorra, Lepidochelys kempii. Esta tortuga se encuentra en aguas del norte y occidente de la Península, pero no desova en sus costas. La población entera de la especie se reúne para su reproducción frente a un sector de 2 km de playa cerca de Barra de Calabazas, en el estado de Tamaulipas. Es un poco mayor en tamaño que la de carey. La intensa explotación ilegal de sus huevos durante años después que se descubrió la única playa de anidación, tuvo un efecto devastador y los biólogos mexicanos han tenido que realizar intensos esfuerzos para evitar la extinción de la especie.
Todas las tortugas arriba mencionadas tienen similares hábitos reproductivos. Al llegar la época del desove, machos y hembras se congregan en las proximidades de las playas de anidación y se aparean en el agua. Posteriormente, las hembras salen en dos o tres ocasiones a la playa, a intervalos de semanas, para depositar los huevos fecundados en agujeros que excavan en la arena. Algunas especies, como la cotorra y su congénere la golfina del Pacífico L. olivacea, salen en grandes grupos para anidar, pero las cuatro especies peninsulares lo hacen aisladamente. Para la anidación, prefieren playas de arena fina y pendiente suave, alejadas de poblaciones y sitios iluminados. Lugares con tales características eran numerosos a fines de la década de los 60 a lo largo de las despobladas costas de Quintana Roo, pero el gran desarrollo turístico —precisamente en tales sitios— ha vuelto casi imposible la reproducción de las tortugas en muchas playas donde antes lo hacían en considerables cantidades, tales como la isla de Cancún. De hecho, ya sólo quedan playas de anidación en algunos sectores de la reserva de Sian Ka’an, en la parte media de la costa quintanarroense, en la isla de Contoy y en algunos tramos de los litorales del sur y del extremo norte. Una situación similar se presenta en todos los países del área del Caribe y los Estados Unidos. En algunos de ellos, además, las tortugas fueron sobreexplotadas hasta su virtual extinción, como ocurrió con la de carey en el vecino estado de la Florida.