Teresianas

Teresianas  La compañía de Santa Teresa de Jesús fue fundada en 1876 por el presbítero Enrique de Ossó y Cervello (1840-1896), en Tarragona, España. Fue declarado santo en Madrid por el Papa Juan Pablo II el 16 de junio de 1993. Las religiosas teresianas llegaron al Continente Americano en 1888, fundaron un colegio en la ciudad de Puebla, gracias a la solicitud apostólica de fray Ramiro Moreno, carmelita descalzo y del incondicional apoyo del señor Ramón Ibarra y González, primer arzobispo de Puebla. Una vez establecidas en esta ciudad se extendieron a Morelia, Michoacán (1891) y después a Mérida de Yucatán en 1892, a petición de un grupo de señores de la sociedad emeritense preocupados por la educación de sus hijas y motivados por el padre Celestino Álvarez Galán. Los miembros de la junta provisional que hicieron las gestiones para la venida de las religiosas teresianas fueron: José Vales Castillo, presidente, Nicolás Escalante, vicepresidente, Emilio García Fajardo, secretario, Perfecto Yrabién, prosecretario, Avelino Montes, tesorero, Ysidro Mendieta Piña, suplente de tesorero y en calidad de vocales, Manuel de Arrigunaga, Pedro de Regil, Emilio Arana y José Policarpo Molina. En la primera fase de trabajo, este grupo preparó el ambiente y consiguió la cooperación pecuniaria de la sociedad para poder traer a la congregación religiosa que pensaron solicitar. El padre Celestino Álvarez Galán fue el encargado de hacer la petición en España al presbítero Enrique de Ossó. Encontró que la Compañía era una congregación de derecho pontificio, que tenía 16 años de fundada y que se había extendido no sólo en España sino también en América. Su fin era y es formar a Cristo Jesús en los corazones y en la inteligencia a través de la educación y de la instrucción. «Restaurar el mundo mediante la educación de la mujer según el espíritu de Santa Teresa de Jesús». Educar e instruir sería el binomio que formaría integralmente a la futura madre cristiana. Exactamente lo que se deseaba para la formación de la mujer yucateca. Ante el acuerdo de los dos presbíteros el paso siguiente fue entrevistarse con la madre general Rosario Elíes. La carta que presentó el padre Álvarez es muy elocuente y deja ver claramente el pensamiento del grupo: «…deseamos todos los que suscribimos que se funde en la ciudad de Mérida, capital del estado y diócesis de Yucatán (México), un buen plantel de educación en el que según los principios de la religión católica, se eduquen las hijas de este suelo, ocurrimos a usted con la voluntad y alabanza del ilustrísimo obispo de la diócesis para que se digne enviar por ahora seis u ocho religiosas profesoras y las hermanas coadjutoras que juzgue necesarias para llevar a efecto la fundación del colegio mencionado. Tenemos para este colegio edificio a propósito y fondos suficientes para costear los pasajes de las religiosas que tenga usted a bien enviar, comprar los muebles y útiles necesarios y sostener el establecimiento mientras llegan las alumnas que a él ingresen, a sostenerlo con las pensiones que paguen por su educación y enseñanza. Esta petición fue aceptada y el primer grupo de religiosas llegaron a fundar en diciembre de 1892. La junta provisional había rentado con anterioridad la casa situada en la calle 63 núm. 463, donde fueron instaladas. Las primeras religiosas que iniciaron el trabajo educativo en Yucatán fueron: Carmen Chavarría, Concepción Domenech, Ángela Serra, Teresa Castelló, María Cervantes, Magdalena Amargos y Encarnación Marco. Algunos años después de establecido el colegio de Mérida, se abrió el colegio de Tekax en 1906, a petición de la sociedad de ese pueblo. Los colegios teresianos funcionaron normalmente hasta 1915; las circunstancias políticas anticlericales por las que atravesó el estado provocó la salida de éste de religiosas y sacerdotes. El colegio siguió funcionando en casa de la señora Agustina Martínez de Arredondo. En 1921 volvieron las religiosas teresianas por un período corto pues en 1926 tuvieron de nuevo que salir de México. El colegio permaneció por unos años con las normas y métodos educativos propios, mientras estuvo al frente de éste la profesora Primitiva González, quien por enfermedad tuvo que dejarlo en 1933. La salida de las teresianas causó hondo pesar tanto en las alumnas como en los padres de familia, sin embargo, el espíritu transmitido por las religiosas dejó huella en las generaciones que se habían educado en el colegio teresiano, espíritu y presencia que fue mantenido durante veinte años por la señora Concepción Casares de Pinkus, entre las alumnas y ex alumnas. En 1945 las teresianas regresaron a Mérida y abrió sus puertas el Colegio América desde donde actualmente atienden a las nuevas generaciones de jóvenes con el mismo espíritu y carisma que en años anteriores habían empleado. En este nuevo período su acción educativa se extendió a Tzucacab, a solicitud de los misioneros de Maryknoll y a Tizimín en 1988. En la ciudad de Mérida se abrió una segunda escuela denominada Vasco de Quiroga, en el año de 1965.

La trayectoria educativa teresiana no ha sido continua debido a circunstancias ajenas a la propia institución, pero su presencia ha permanecido desde 1892 hasta nuestros días en las múltiples generaciones que las religiosas han formado con un método educativo propio y un estilo netamene teresiano. En diciembre de 1992, con motivo de los cien años de haber llegado a Mérida las religiosas teresianas, el Colegio América preparó una serie de eventos culturales y religiosos que incluyeron entre otros la edición de un ensayo histórico, en dos volúmenes, intitulado Un andar educativo en Yucatán 1892-1992, escrito por la Dra. Stella María González Cicero, una Exposición del Recuerdo, con trabajos escolares de las tres etapas del colegio teresiano y una homilía celebrada el 15 de diciembre de ese año por el arzobispo Manuel Castro Ruiz.

En la actualidad, el Colegio América de Mérida cuenta con los niveles educativos de preescolar, primaria, secundaria y preparatoria, tiene cerca de 1,000 estudiantes en total y posee talleres de trabajo en cada uno de estos niveles. Existe también la Asociación Yucatán de Ex Alumnas Teresianas, fundada con la intención de mantener lazos de amistad con las egresadas, y fomentar entre éstas y la comunidad en general, el espíritu teresiano.

Las obras de Yucatán dirigidas por las religiosas teresianas están directamente vinculadas a la provincia Enrique de Ossó y ésta a su vez depende de la casa general situada en Roma, Italia. Las obras apostólicas, a las que se dedica actualmente esta congregación, están conformadas en diferentes categorías: colegios, obras parroquiales, misiones, residencias de estudiantes, dispensarios, obras sociales, casas de oración y ejercicios espirituales. Todas estas obras tienen como fin extender el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo por medio del apostolado, la oración, la enseñanza y el sacrificio.

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