Teatro Colonial

Teatro Colonial  Teatro ubicado en el cruzamiento de las calles 62 y 57, núm. 481, de Mérida. Fue inaugurado el 2 de noviembre de 1934, con la revista cómica y musical El reino de la babia, escenificada por el Grupo Encanto, donde figuraban los populares hermanos Herrera; la música estuvo a cargo del Grupo Esmeralda,y la decoración la realizó Teodoro Zapata. La última compañía que participó en el Teatro Colonial, cerrándose así su época como teatro, fue una compañía del Teatro Follies Bergere, de la Ciudad de México, con la revista musical México canta y el cuadro de suspenso El monstruo y la bella, se despidió en la noche del 17 de noviembre de 1944.

En sus 10 años de actividad teatral, el Teatro Colonial se distinguió por ser un teatro de revistas tanto musicales como cómicas, y dramáticas en algunas ocasiones. Frecuentemente se presentaban compañías de la Ciudad de México; eran entonces los años de éxito de aquel tipo de teatro, pero también ocupaban el lugar, la Compañía del «Chino» Herrera, quien ya había tenido éxito en la capital del país, y otras de Mérida, las cuales presentaban revistas cómicas alusivas a situaciones locales, por lo cual eran denominadas regionales. Se acostumbraba representar La pasión de Cristo durante la Semana Santa. En alguna ocasión, llegaron la Compañía de Fernando Soler y la Compañía de Miguel Ángel Ferriz.

El edificio donde se asentaba el Teatro Colonial era una remodelación total, casi un nuevo edificio, de una antigua casona que fue tienda de abarrotes antes de la apertura del teatro. A principios de los 30, la adquirió Ildefonso Gómez, intenso aficionado al teatro. El teatro tenía una capacidad para más de 600 asistentes, su techumbre era de láminas a dos aguas y sin plafón de decorado; tenía un nivel para palcos muy austero, el escenario era amplio, completo y suficiente para ofrecer decoraciones de calidad. El teatro fue llamado así, al parecer, por la arquitectura original de la fachada; la remodelación mantuvo sus líneas, pero se abrieron más vanos para poder satisfacer las complejas necesidades del teatro, se agregaron espadañas a lo alto, y marcos y otros adornos a todos los vanos con el fin de otorgarle cierta elegancia. Por todos estos cambios, su arquitectura se pudo clasificar como neocolonial, tendencia que gozó de mucha predilección en aquellos años.

Después de 1944, el Teatro Colonial se convirtió en sala cinematográfica; proyectaba preferentemente películas europeas. A finales de los 70, fue remozado por completo: desapareció su fachada neocolonial y se sustituyó por una de corte moderno sin ninguna ventana, se le dotó de una competente dulcería, y mantuvo más o menos su capacidad. El cine dejó de funcionar a principios de los 90.

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