Tabaquismo Desde remota antigüedad, los cazadores del Viejo Mundo hacían ofrendas de animales asados y consideraron que el humo, por el hecho de elevarse hasta el cielo, tenía contacto con los moradores de éste y era uno de sus alimentos. Los agricultores discurrieron que el olor de las plantas y resinas aromáticas tenía el mismo efecto y además ahuyentaba a los demonios, por lo que comenzó a usarse el incienso, la mirra y otras cuya popularidad en el mundo civilizado de Mesopotamia y Egipto se irradió por todas partes, con la misma implicación religiosa. Así, en América, se emplearon resinas aromáticas como el Pom en Yucatán y el Copalli en el altiplano mexicano.
Al ser el tabaco planta nativa de América, fue a los mayas a quienes se les ocurrió arrollar una hoja seca de tabaco silvestre, prenderle fuego y aspirar el humo. Este descubrimiento fue controlado por los sacerdotes, ya que les permitió un importante y nuevo rito: la ofrenda personal del humo. Los sacerdotes lo incorporaron a las costumbres de los dioses y lo representaron en lápidas y códices; así como surgieron leyendas y mitos sobre ello.
Hubo algunas variantes tecnológicas sobre su uso. Las hojas arrolladas o cigarros, que ahora se llaman puros, se usaron mucho; los primeros cronistas los llamaron caña, canutillo, humazo, carrizo, entre otros nombres; para envolverlos se empleaban hojas de otras plantas, como guayaba, zapote, nancen, maíz, principalmente; se hacían paquetes de 20 cigarros. La pipa es un instrumento del este de los EUA, donde se hicieron de piedra en los primeros siglos de la Era, pero desde el año 500 comenzaron a hacerse de barro, siendo las de Tamaulipas y San Luis Potosí las más antiguas; las de Michoacán son de formas angulosas provistas de una cazoleta cónica con dos pequeñas patas y cuya producción se puede llamar de nivel industrial, pues se han encontrado en una gran área; la única pipa encontrada en Yucatán, en el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá, es de manufactura purépecha, lo cual indica que en Yucatán no se fumó en pipa y no se fabricó ninguna.
En Las Antillas se popularizaron en otra forma; cuando Colón llegó a La Hispaniola en 1492, pudo observar que estaba muy extendida entre los indígenas la costumbre de fumar aspirando el humo por la nariz mediante una especie de pipa bifurcada en forma de Y, que llamaban Tabaca. El tabaco masticable revela una secularización de su uso; se cortaban las hojas y se mezclaban con cal, a veces con sal y chile; lo empleaban los chamanes para sus tratamientos externos de «escupitines» y, en general, los caminantes para no sentir hambre, sed y cansancio, para lo cual los suramericanos empleaban las hojas de coca. Parece que en Yucatán no se empleó este método. El uso del rapé (polvo), fue más tardío y sólo se encontró entre los aztecas y suramericanos; se empleaban dos huesos huecos de pájaros, pegados en forma de ángulo, en los que depositaban cierta cantidad de polvo; un extremo se colocaba en la boca y el otro en una fosa nasal, se soplaba y el polvo penetraba con fuerza. Esto tampoco se usó en Yucatán, pero en cambio se popularizó mucho entre la aristocracia europea, que no empleó el artefacto sino colocaba el polvo en el hueco de la muñeca, que desde entonces recibió el nombre de tabaquero anatómico.
El tabaco contiene muchas sustancias, el humo contiene varias y es la nicotina la más importante; su principal acción es sobre el sistema nervioso y a través de él provoca acciones secundarias, como náuseas y vómitos, contracción de arterias (del corazón y de los miembros), pérdida de apetito y también acción cancerígena en el aparato respiratorio. Esta sustancia provoca adicción que es, después de la del alcohol, la segunda más extendida en todo el planeta. La primitiva connotación religiosa se ha perdido, aunque se conserva todavía en algunos ritos y ceremonias de algunos pueblos, como la del Cha-cha´ak en Yucatán, en la que se ofrenda el humo de cigarrillos a las deidades de los cuatro puntos cardinales. Su sentido social se hizo patente en otros grupos, en cuyas sesiones de consejo, llamadas rueda de los fumadores se reunían las autoridades con los jefes de familias de la aldea, ofreciéndose cigarros de unos a otros o cuando se reunían los jefes de tribus para fumar la pipa de la paz. Este aspecto social, en que se resalta la obtención de prestigio es el más utilizado para la propaganda. Por los daños orgánicos que origina, el tabaquismo es considerado un problema de salud pública.