Tritschler y Córdova, Martín (1868-1942). Primer Arzobispo de Yucatán. Nació en San Andrés Chalchicomula, Puebla, y murió en Mérida, Yucatán. Sus padres fueron Martín Tritschler y Schwieur, de origen alemán, y Rosa María Córdova, mexicana de origen español. Desde muy niño, su madre lo consagró al servicio del culto en la parroquia. Sus primeros estudios los realizó en la escuela de las Hermanas de la Caridad, pero expulsadas por orden del presidente Lerdo de Tejeda, pasó a continuarlos en una escuela particular. El 31 de diciembre de 1879, llamado por su tío, el canónigo Prisciliano Córdoba, se trasladó a la ciudad de Puebla donde ingresó en el Seminario Palafoxiano como alumno externo. El obispo de Puebla, Francisco de Paula Verea y González, tuvo noticias de la dedicación al estudio del joven Tritschler, por lo que tomó la decisión de enviarlo becado al Colegio Pío Latino, en Roma. De acuerdo con la biografía elaborada por el historiador José Ignacio Rubio Mañé, el 18 de junio de 1883 partió para Veracruz y más tarde ingresó en ese colegio. Sus exámenes de filosofía los sustentó el 25 de julio de 1887, en la Universidad Gregoriana, y en 1888 llegaron a Roma sus hermanos Alfonso y Guillermo, enviados por su tío Prisciliano, para seguir los mismos estudios. Martín Tritschler recibió las órdenes sacerdotales de manos del cardenal Parocchi, vicario de Roma, que se las confirió en la iglesia de San Juan de Letrán, en diciembre de 1891. El 27 de julio de 1893 obtuvo el grado de doctor en derecho canónico y el 30 de agosto salió de Roma rumbo a México. De regreso a Puebla, impartió cátedra de teología y filosofía en el Seminario Palafoxiano y en diciembre de 1896 fue nombrado secretario particular del nuevo obispo de Puebla, Perfecto Amézquita Gutiérrez.
El 28 de julio de 1900, fue designado por el Papa León XIII, obispo de Yucatán. El 11 de noviembre de ese año fue consagrado obispo en la Basílica de Santa María de Guadalupe por el arzobispo de México, Próspero María Alarcón, y el 1 de diciembre desembarcó en Progreso, para partir rumbo a Mérida, y hacerse cargo de la diócesis. Al tomar posesión del gobierno eclesiástico, designó como secretario de la mitra al licenciado Celestino Álvarez Galán, sacerdote español muy apreciado por la feligresía yucateca. De inmediato salió de visita pastoral, recorrió las principales poblaciones de la entidad, por lo que en 1901 contrajo la fiebre amarilla que lo tuvo al borde de la muerte, al grado que recibió la extremaunción de manos del deán, monseñor Norberto Domínguez. Ya recuperado, en 1902, emprendió varias obras de mejoramiento de la Catedral de Mérida; contrató un órgano monumental; hizo cambiar el orden antiguo del coro, construyéndolo en alto a la entrada de la puerta mayor; la balaustrada de mármol con la puerta de bronce, para el presbiterio y coro de canónigos, frente al altar mayor, fue adquirida de una importante casa italiana; y la sillería, hecha de maderas preciosas de los bosques regionales, fue encomendada al artista Donato Pech Cambranes. El pintor italiano Benedicto Barones tuvo a su cargo la ornamentación y Santiago Escalante Lara, la dirección de las construcciones arquitectónicas. Asimismo, impulsó la restauración de las iglesias de Las Monjas, de San Sebastián, Jesús María, San Juan de Dios, Divino Maestro, de Mérida, así como las de Acanceh, Motul, Espita, Chicxulub, Calotmul, Muna, Izamal, Valladolid y Ucú.
Por su gestoría, el 11 de noviembre de 1906, Yucatán fue convertido en arzobispado, mientras que Campeche y Tabasco pasaron a ser sedes sufragáneas. Mérida recibió la bula del Papa Pío X, mediante la cual se elevó a la categoría de arquidiócesis y Martín Tritschler fue el primer arzobispo de Yucatán. En 1908, le fue propuesta la mitra del arzobispado de México, con el apoyo del presidente Porfirio Díaz, pero declinó y decidió continuar su labor pastoral en la entidad. En esta época, entre las obras que realizó destacan el impulso de la Obra de los Tabernáculos, asociación dedicada a reunir ornamentos, casullas, capas, manteles y demás objetos necesarios para el culto, destinados a parroquias y capellanías de escasos recursos; la restauración en 1903 de la Compañía de Jesús, que hacía 150 años había salido de Yucatán; el incremento del número de religiosas Siervas de María para cuidar enfermos; la fundación de la Casa de los Ejercicios y de la agrupación Juventud Católica. Esta última estaba destinada a fomentar y fortalecer la religión entre los jóvenes y de ella surgió el Círculo Católico de Obreros de San Cristóbal, que se extendió a otras parroquias, como expresión incipiente de la aplicación de la encíclica Rerum Novarum, elaborada por León XIII en 1891, ya que los principios de justicia social contenidos en dicha encíclica no se habían desarrollado en Yucatán. También tuvo gran interés en el periodismo como único medio de comunicación social existente en la entidad, por lo que puso especial énfasis en su uso en beneficio de la actividad católica. Bajo su influencia, aparecieron el Boletín Eclesiástico del Obispado de Yucatán (1905), órgano oficial de la mitra; La Verdad, semanario católico, (1906); La Opinión del Obrero, (1913); Juventud Católica (1913), y La Revista de Mérida, adquirida en 1912.
Le tocó vivir el destierro por cuestiones políticas, primero en agosto de 1914 y luego en abril de 1927. El historiador Suárez Molina, en el tercer tomo de El Obispado en Yucatán, señala que al estallar la Revolución Mexicana e instaurarse la política anticlerical del primer jefe constitucionalista Venustiano Carranza, Tritschler salió para La Habana, Cuba, el 24 de agosto de 1914 y regresó a Yucatán en mayo de 1919. Durante este lapso, organizó una junta para ayudar a los desterrados sin recursos. En tanto, el coronel Eleuterio Ávila, designado por Carranza gobernador y comandante militar de Yucatán, decretó la expulsión de todos los sacerdotes españoles residentes en la entidad, que embarcaron en octubre de 1914 rumbo a La Habana. También hizo demoler la antigua residencia de los padres jesuitas, contigua a la iglesia de El Jesús, para construir una plazuela conocida como Parque Morelos, hoy Parque de La Madre e incautó la Revista de Mérida.
El 19 de marzo de 1915 llegaron a Mérida las tropas del general Salvador Alvarado, que se alojaron en la Catedral y en el palacio episcopal, para desalojar los recintos a los pocos días. Durante su gestión, el palacio episcopal fue incautado y convertido en el Ateneo Peninsular, dedicado a la labor educativa. Las capillas de San José y de El Rosario fueron demolidas y se dio paso al Pasaje de la Revolución. El 24 de septiembre de 1915, en la noche, obreros de distintos sindicatos penetraron en la Catedral y destruyeron todas las imágenes, retablos e inmobiliario, así como las capillas anexas. El 17 de abril de 1916, vivieron similares experiencias los templos de Santiago e Itzimná, San Cristóbal, San Juan Bautista, San José y Santa Ana. Los colegios católicos fueron cerrados, entre ellos el de las Teresianas, el de las religiosas de Jesús María, el de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y el Colegio Católico de San Ildefonso. El 1 de febrero de 1918, se hizo cargo del gobierno de Yucatán Carlos Castro Morales, y con él se celebraron pláticas para reiniciar el culto en las iglesias del estado, el retorno de los sacerdotes de su exilio y la reapertura de las escuelas católicas. El 12 de mayo de 1919, regresó Tritschler a Mérida y emprendió, paulatinamente, un conjunto de mejoras en los templos saqueados y dañados, con recursos provenientes de la feligresía. En los años siguientes estimuló la fundación de nuevas agrupaciones católicas y el restablecimiento de las actividades de las antiguas, como el Consejo Francisco de Montejo, de la Orden de Caballeros de Colón, la Asociación Católica de la Juventud Mexicana de Yucatán, el Centro Regional de la Unión de Damas Católicas Mexicanas, las Congregaciones Marianas y la Adoración Nocturna Mexicana, entre otras.
El 8 de diciembre de 1924, expidió un decreto, conforme al nuevo Código de Derecho Canónigo, mediante el cual restauró las vicarías foráneas. La diócesis fue dividida en seis vicarías: Valladolid, Izamal, Motul, Maxcanú, Acanceh y Tekax. En 1925, el Vaticano lo designó asistente al Solio Pontificio por sus méritos personales, y entre el 15 y 17 de diciembre Tritschler celebró el Primer Congreso Catequístico de Yucatán, cuyas sesiones se llevaron a cabo en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. A partir de 1925, se volvió a agudizar el enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia y en febrero de 1926, el presidente Plutarco Elías Calles ordenó a todos los gobernadores de la República la aplicación estricta de los artículos 3º, 5º, 27º y 130º constitucionales, relativos a la enseñanza religiosa, a la prohibición de las comunidades religiosas, al límite de los derechos de propiedad de la Iglesia y a la regulación del ejercicio del culto religioso. En consecuencia, en Yucatán se inició la expulsión de sacerdotes extranjeros, la reducción del número de sacerdotes autorizados para ejercer el ministerio y el cierre de escuelas católicas y congregaciones religiosas. El gobernador Álvaro Torre Díaz se encargó de cumplir las instrucciones presidenciales. Las medidas causaron una serie de protestas entre la feligresía yucateca, que mandó un ocurso al Congreso del Estado, de igual manera que lo hicieron los sacerdotes residentes en Mérida, encabezados por el arzobispo Tritschler. La ruptura entre el Estado y la Iglesia se dio al entrar en vigor el 31 de julio de 1925 un decreto firmado por el presidente Calles reformando el Código Penal, para incluir en él delitos en materia de cultos, enseñanza, prensa católica, entre otros.
Tritschler fue apresado y expulsado del país a principios de 1927. Dos años después, ya reiniciado el culto público en el país mediante los Arreglos del 21 de junio de 1929, regresó a Yucatán. Una de las primeras acciones que emprendió fue organizar la Acción Católica en el estado, que se convertiría en el principal elemento de ayuda y cooperación con la jerarquía eclesiástica en el campo seglar. Entre las obras a las que prestó especial atención están la Santa Infancia, la Obra del Catecismo, la Liga Piadosa en Favor de las Almas del Purgatorio, la rama filial de la Asociación Nacional Guadalupana de Trabajadores Mexicanos y la Asociación de Scouts de Yucatán. El 5 de abril de 1942, lanzó la convocatoria para celebrar en Mérida un Congreso Eucarístico Diocesano, en la segunda quincena de noviembre, con el objetivo de «dar gracias a Dios por los beneficios concedidos a nuestros hogares, familia y sociedad en general, durante los cuatro siglos que lleva de fundada esta ciudad de Mérida». Inesperadamente, 10 días antes de iniciar el Congreso, falleció el 15 de noviembre. Fue inhumado en el mausoleo propiedad de Ana Peón Aznar y años más tarde, sus restos fueron trasladados a la Catedral para ser enterrados en la cripta situada bajo la nave izquierda del templo. Le sucedió en el arzobispado el doctor Fernando Ruiz Solórzano.