Rayas y mantarrayas

Rayas y mantarrayas  Con estos nombres comunes se designan a diferentes especies del orden de los batoideos o rayiformes, que se caracterizan por tener el cuerpo deprimido en sentido vertical, como si hubiera sido aplanado. La parte delantera, llamada disco, es de forma circular, romboidal o elíptica, y está constituida por el tronco y las dos grandes aletas pectorales; la parte posterior es la cola, comparativamente muy delgada aunque robusta, y en ocasiones con aspecto de látigo. Se alimentan básicamente con pequeños peces, crustáceos, moluscos y otros invertebrados. En su mayoría son animales de fondo y es común que se entierren en la arena o el lodo para pasar inadvertidas, dejando fuera sólo los ojos y los espiráculos con los que respiran, situados en la parte superior del cuerpo. Penetran a las rías, esteros y lagunas que hay a lo largo de la costa peninsular y en aguas someras presentan el peligro de ser pisadas, ya que muchas especies poseen en la base de la cola un aguijón macizo y puntiagudo con tejidos que segregan veneno. Éste no es mortal para el ser humano, pero puede ocasionar fuerte inflamación y otras reacciones. Además, las dolorosas y profundas heridas que causan se infectan fácilmente.

Entre las especies de rayiforme que existen en la región pueden citarse la raya blanca, Dasyatis americana, que alcanza hasta 1.5 m de ancho, con el cuerpo más bien romboidal y grandes ojos. Raya amarilla, Urolophus jamaicensis, de 60 a 65 cm y forma ovoide. Recibe su nombre común por las numerosas manchas amarillas que predominan sobre el color pardo del cuerpo. Raya espinosa, Raja texana, de forma romboidal y 60 cm de ancho, que puede ser fácilmente identificada porque en cada aleta pectoral posee una distinta mancha negra redonda y bordeada por un aro amarillo. Raya eléctrica o torpedo, Narcine brasiliensis, redonda y hasta 75 cm de diámetro. Esta especie carece de aguijón, pero a cambio posee a cada lado de la cabeza órganos eléctricos que producen descargas de alto voltaje con las que aturde o mata a sus presas. Para el hombre, sin embargo, no son peligrosas sino sólo molestas.

Las llamadas mantarrayas se distinguen de las rayas no sólo por sus mayores dimensiones, sino también porque mientras estas últimas permanecen generalmente en el fondo y casi no se levantan de él, las mantarrayas nadan a distintas profundidades e incluso dan grandes saltos fuera del agua. Las especies más conocidas en la región son la raya o mantarraya, Aëtobatus narinari, cuyas enormes aletas pectorales alcanzan 2.25 m de extremo a extremo. En el dorso es de color café con numerosas manchas blancas pequeñas y en la parte ventral blanca. Chucha o mantarraya café, Rhinoptera bonasus, también de color café, pero sin manchas. Sus dimensiones son similares a las de la raya pinta y tiene también una larga y delgada cola flexible, como látigo. Mantarraya, Manta birostris, que es el gigante del grupo. Su cuerpo, bastante más ancho que largo y con las aletas pectorales puntiagudas, alcanzan 7 m de extremo a extremo. Se caracteriza por las dos prominentes aletas cefálicas que posee al frente y a las que popularmente se llama cuernos. A pesar de sus colosales dimensiones y su aspecto aterrador, que le ha valido también el nombre popular de pez diablo, es totalmente inofensiva. Se alimenta con pequeños crustáceos y otros animales planctónicos.