Reed, Alma

Reed, Alma  (1896-1966) Periodista cuyo verdadero nombre fue Marie Prescott Sullivan. Nació en San Francisco, California, Estados Unidos de América y falleció en la Ciudad de México. Realizó sus primeros estudios en la escuela parroquial de su ciudad natal y luego cursó la carrera de trabajo social en la Universidad de California. Poco después salvó la vida a un muchacho mexicano acusado de homicidio y condenado a muerte; por su intervención logró que la legislatura californiana aprobase una ley contra la ejecución de menores de 18 años. Desarrolló sus labores profesionales durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918); terminada ésta, en 1920 realizó un viaje a Europa para estudiar historia antigua en Nápoles, Italia, y literatura clásica griega en Atenas, Grecia. A su regreso a Estados Unidos, en 1922, entró a trabajar como articulista en el periódico New York Times. Con el objeto de hacer reportajes sobre la cultura maya, llegó a Yucatán el 5 de febrero de 1923; formó parte de lo que se llamó Expedición Carnegie, e hizo el viaje en el buque «México» de la Ward Line. Esta excursión fue organizada por la compañía American Express en coordinación con el Instituto Carnegie de Washington, cuyo presidente de la sección arqueológica, doctor John G. Merriam, venía al frente del nutrido grupo de antropólogos y técnicos comisionados para el rescate de las ruinas mayas, al cual se agregó en Mérida Silvanus G. Morley. El grupo fue recibido en Progreso por Manuel Berzunza, representante del gobernador Felipe Carrillo Puerto; arqueólogo Manuel Cirerol Sansores y Luis Rosado Vega, director del museo arqueológico; Felipe G. Cantón y Francisco Gómez Rul. En Mérida se les alojó en el Gran Hotel y a algunos en casas particulares. Se les festejó con veladas, banquetes, bailes, conferencias y excursiones a las ruinas de Uxmal y Chichén Itzá y las grutas de Loltún, a todo lo cual asistió Alma Reed. Durante sus dos semanas de permanencia, conoció y entrevistó al gobernador Carrillo Puerto.

Regresó el 31 de agosto de ese año, 1923, con motivo del VIII Congreso de la Associated Press de Estados Unidos de América que se efectuaría en Mérida. El 5 de septiembre, después de la visita a Chichén Itzá, en el banquete que se les ofreció en el Palacio Municipal de Dzitás, ocurrió el hecho en el que el gobernador Carrillo Puerto pidió a Ricardo Palmerín una canción como homenaje a «una dama como Alma». Con letra de Luis Rosado Vega y música de Palmerín, nació la canción Peregrina, famosa en todo el mundo, la cual se le cantó en una serenata de despedida el 9 de septiembre. Regresó a Nueva York y ahí se enteró de la muerte de Felipe Carrillo el 3 de enero de 1924. Después viajó como reportera a Italia y Grecia; aquí se hizo amiga del poeta Angelo Sikelianos, quien encabezaba el movimiento renacentista de la cultura griega. En su departamento en la Quinta Avenida, estableció un salón literario y revolucionario; buscó apoyos y promovió excursiones a Delfos; el pintor mexicano José Clemente Orozco formó parte activa de este salón de 1928 a 1936. Abrió luego, en 1929, la galería Delphic Studios y se dedicó a promover a los pintores mexicanos, particularmente a Orozco, cuya primera exposición organizó allá. En 1933, con motivo de la Feria Mundial de Chicago, abrió un salón de pintura mexicana. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, cerró su galería en 1940 y se radicó en Mobile, Alabama, donde fundó la Sociedad Estadounidense de Amigos de México y se dedicó a labores periodísticas; sus artículos y ensayos se publicaron en varios periódicos y revistas. En 1954, decidió trasladarse a la Ciudad de México, donde vivió el resto de su vida. A fines de 1956, hizo una corta estancia en Guadalajara para conocer las obras de Orozco. Colaboraba en varios periódicos y revistas con temas de nuestro país: arte prehispánico, la Revolución y las corrientes artísticas y culturales. El gobierno mexicano le hizo un reconocimiento en 1961 otorgándole la presea de El Águila Azteca y el gobierno griego haría lo propio con un reconocimiento similar. Escribió los libros: Jose Clemente Orozco, (1932); Mexican Muralists, (1955), y The Ancient Past of Mexico, (1966). Después de su muerte y respetando sus deseos, Pablo Bush Romero trajo sus cenizas a Mérida, las cuales fueron depositadas en el cementerio general frente a la tumba de Carrillo Puerto.