Ricalde Gamboa, Graciano (1873-1942) Matemático. Nació en la villa de Hoctún y falleció en Mérida, Yucatán. Sus estudios primarios los inició en Hocabá. En 1885 se trasladó a Mérida para estudiar en la Escuela Normal de Profesores donde obtuvo magníficas calificaciones hasta graduarse en 1889, previo decreto del Congreso que lo autorizó para ello, pues sólo tenía 16 años. Después estudió contaduría y durante varios años fue catedrático de aritmética mercantil y contaduría de libros en la Escuela de Comercio del Estado. Siendo su deseo obtener el título de ingeniero civil, desde 1895 comenzó a estudiar la preparatoria en el Instituto Literario, bajo la dirección del sabio Manuel Sales Cepeda, quien lo inició en los estudios superiores de matemáticas. Poco después, ante cierto peligro en la torre de Catedral que sostenía a la campana mayor, cuyo peso se ignoraba, las autoridades le pasaron el problema al señor Sales Cepeda, quien escogió a su alumno Graciano Ricalde para ejecutar los cálculos, lo cual realizó con toda exactitud. Poco después fue designado profesor de aritmética razonada en el propio Instituto donde estudiaba. No pudo ingresar a la Escuela de Ingeniería como era su deseo, pero en 1902 fue designado director y catedrático de ésta, cargo que desempeñó hasta 1905, en que renunció para dedicarse por completo a sus estudios privados y corresponsalía con los centros de altas matemáticas internacionales. En efecto, desde 1900 comenzó a adquirir libros de autores selectos, que al morir constituían una biblioteca con más de 5,000 volúmenes y fue colaborador del periódico internacional titulado L’ Intermediaire des Mathematiciens que se editaba en París, Francia, especializado en presentar arduos problemas no resueltos para que fueran considerados por sus corresponsales de todo el mundo; Ricalde planteó algunos y resolvió muchos, entre ellos el de las ecuaciones de quinto grado, cuyo método tuvo aceptación y distinción internacional. También le interesó mucho la astronomía. En 1910, observó y calculó con precisión la parábola que habría de seguir el cometa Halley; sus estudios de rigurosa seriedad fueron compilados en un folleto que tuvo gran resonancia en el Observatorio Nacional de París y sirvieron para desmentir la posibilidad, que otros astrónomos de prestigio habían presagiado, de que la inmensa cauda del cometa envolvería a nuestro planeta ocasionando su muerte. En 1923, calculó el eclipse total de sol de ese año y formó parte de la Comisión Geodésica Mexicana que lo observó en Champotón. Se le invitó de manera reiterada a trabajar como catedrático en diversos centros docentes del extranjero, lo cual nunca aceptó y prefirió quedarse en Mérida, dedicado a sus estudios y a organizar contabilidades y auditorías de las empresas industriales y comerciales que solicitaban sus servicios.