Rivas, Bernardo Fraile franciscano. Fue jefe provincial de la Orden religiosa a principios del siglo XVIII. Logró tener una influencia importante en su época, que no se limitaba al orden religioso sino también al civil. Afectó los nombramientos de cargos dentro de la Orden, e incluso el otorgamiento de empleos a los civiles. Llegó a ser tan significativa su injerencia en los asuntos de la provincia, que el cabildo de Mérida solicitó al rey en 1703 que fuese desterrado de Yucatán.
En ese año este fraile entra en conflicto directo con el obispo en turno Pedro Reyes Ríos de la Madrid, quien apoyó la medida tomada en el Ayuntamiento, quedándose enfrentadas las instituciones del clero regular, representadas por los frailes franciscanos, y el clero secular encabezado en la región por el obispo.
Según el obispo Crescencio Carrillo y Ancona, fueron varios los abusos cometidos por el fraile Rivas y los franciscanos. En su libro El Obispado de Yucatán relata que éste intentó en dos ocasiones penetrar a la fuerza en la casa episcopal: la primera para liberar al fraile franciscano Alonso de Valverde, quien según el obispo exigía a los indios más obvenciones que las que exigía el arancel de párrocos, por lo cual lo había hecho prisionero con ayuda de la fuerza pública.
Poco tiempo después y en plena misa de un Miércoles de Ceniza, algunos frailes franciscanos, por órdenes del fraile Rivas, intentaron rescatar a su compañero preso, por segunda vez, pero fueron capturados y llevados ante el obispo.
Otra desobediencia de Rivas, relatada por Crescencio Carrillo y Ancona se refiere a que el religioso se negó, en 1708, a entregar los sellos de la Orden exigidos por un visitador real, quien llegó por encargo de las Cortes Españolas a verificar los informes mandados por el obispo Ríos de la Madrid, en donde se señalaban las irregularidades de la Orden mendicante. Rivas alegó que dicho visitador era parcial y que estaba coludido con el obispo, por lo cual se negó a la petición del visitador real.
Estos conflictos interreligiosos comenzaron por alterar el orden público, pues algunos funcionarios como el alcalde de Valladolid, Felipe Sierra O‘Reilly, y el alcalde de Mérida, se pusieron de parte del obispo, mientras que los franciscanos contaron con el apoyo del entonces gobernador Fernando Meneses Bravo de Zaravia.
Las pugnas entre el obispo y el grupo de franciscanos encabezados por Rivas se solucionaron cuando llegó una orden para que estos últimos se marcharan a la Ciudad de México, quedándose alejados de toda actividad en Yucatán.