Radiación solar Nuestro planeta recibe aproximadamente, en forma de luz y calor, cinco diezmillonésimas partes de la radiación emitida por el sol, la cual es apenas absorbida por la atmósfera terrestre al ser atravesada; consecuentemente es la superficie de la Tierra la que absorbe la mayor parte de la radiación solar, la cual es devuelta a la atmósfera, en sus capas inferiores, por irradiación, razón por la cual al elevarnos de la superficie el ambiente es cada vez más frío; esta radiación e irradiación generan procesos de intercambio por convección, evaporación, conducción y condensación, cuya combinación origina la distribución calorífica en la atmósfera que modifica el equilibrio atmosférico y origina el movimiento de las masas de aire. De estos complejos procesos atmosféricos, inducidos por la radiación solar, dependen la presión, densidad, temperatura y humedad del aire y del ambiente en que se desenvuelve el ser humano. Sin embargo, debido a la forma de la Tierra y a la inclinación de su eje de rotación respecto del plano de traslación, el reparto de la radiación solar no es uniforme sobre la superficie terrestre, siendo mayor en las regiones en que cae perpendicularmente, es decir, las contenidas entre los dos trópicos, zona en la que se localiza la Península de Yucatán. Esta desigual distribución de la radiación solar determina la diferencia climática y las estaciones del año. Debido a la importancia climática de la radiación solar es conveniente conocer el tiempo de incidencia de la radiación solar; se llama insolación al período durante el cual los rayos solares inciden sobre la superficie de la Tierra y se evalúa como el porcentaje del tiempo en que ocurre, sea a nivel diario, mensual o anual; la Península de Yucatán y parte de la costa del Golfo de México presentan la insolación más baja de nuestro país (Véase: Días nublados).