Dioses mayas

Dioses mayas  Los dioses mayas han formado siempre grupos de cuatro, asociado cada uno con un punto cardinal y un color determinados. Sin embargo, no eran cuatro personajes distintos, sino cuatro aspectos de un mismo personaje. Como ejemplo, se puede citar a los cuatro Chaac a los que se rezaba como si fuera uno. Cada uno de los dioses tiene siempre aspectos antagónicos, buenos y malos al mismo tiempo. Así, Chaac aportaba las lluvias tan necesarias para la agricultura, pero también las inundaciones que destruían las siembras. En este último caso, venía representado con una calavera o adornado con algún símbolo de la muerte. Asimismo, el sol era una divinidad del día y del cielo, sin embargo, durante la noche, hacía su recorrido por el inframundo de donde emergía marcado con el símbolo de la muerte. Para representarlo durante su viaje nocturno, le agregaban símbolos infernales como la piel de jaguar, el color negro o follajes de maíz, ya que la tierra era como la capa superior del inframundo. Estas variaciones en la representación de los dioses complica mucho su comprensión, además que las representaciones de los mismos mezclan formas humanas, animales y vegetales, lo que hace afirmar a Thompson que «los mayas hicieron a sus dioses a su propia imagen mental más que a su imagen física.»

Dioses de la creación. Disponemos de poca información de fuentes mayas sobre los dioses de la creación y es necesario referirse a los del altiplano mexicano para comprender lo que, de modo similar, debía existir en el mundo maya. Éstos concebían una pareja divina creadora de los dioses que, a su vez, crearon el mundo y los seres vivos. El Popol Vuh designa estos dioses iniciales con los nombres de E Quaholom «Engendrador de hijos» y E Alom «Concebidor de hijos». Entre los hijos de la pareja inicial está Gukumatz, equivalente a Quetzalcóatl, hijo a su vez de Ome Tecutli y Ome Ciuatl, los dioses creadores mexicanos. En las Relaciones de Valladolid y Tiquinbalón, se dice que los indios adoraban a Humad Izamaná (Itzam Na), o sea, a Hunab «único», el Dios Padre hacedor de hombres y cosas. Así, las fuentes parecen indicar que Hunab Ku e Itzam Na eran un solo y mismo personaje, al que se designaba con nombres distintos como Hunab Ku, Hunab Izam Na, Yaxcocahmut, Colop u Uich (Diccionario de Motul) y Ah Ch’ab (Diccionario de Viena). Colop u Uich Kin (Lágrima del Ojo o Rostro del Sol) es citado en el Ritual de los Bacabs, donde la variante Kolop (Heridor) viene precedida de títulos como Chaac Ahau (Señor Rojo) o Kin Chaac Ahau (Señor Rojo del Sol). Thompson dice que Itzam Na (Casa de Iguana), aunque de concepción reptileana, parece haber sido representado con forma humana y que podría identificarse con el dios D de los Códices.

En el Códice de Madrid, pp. 75-76, la pareja inicial está representada en el centro del mundo con el glifo de la vida (ik), delante de ellos, y delante del dios hembra está el signo Itzam. Así, contrariamente a lo que informan los primeros cronistas, los mayas no creían en un dios único sino en una pareja inicial, como los demás pueblos mesoamericanos y la cónyuge de Hunab Itzam Na sería Ix Chebel Yax, a veces representada como la iguana tierra. Itzam Na tiene otros numerosos aspectos y nombres. Thompson cita Itzam Na Kamil (Itzam Na de la Buena Cosecha),Itzam Na Tul (Itzam Na Conejo de las Lluvias), Itzam Na Kinich Ahau (Itzam Na Señor Rostro de Sol), Itzam Na Kabul (Itzam Na Productor con las Manos) aquí, posiblemente en su aspecto de Creador, Itzam Cab o Itzam Cab Ain (Itzam Tierra o Itzam Cocodrilo de Tierra) y Bolon Dz’acab. Itzam Na, dios celeste, era también hacedor de la lluvia y duplicaba la función de los chaaco’ob. Esto se explica, según Thompson, por el hecho de que Itzam Na era una divinidad de las elites, mientras que los chaaco’ob lo eran de los campesinos, quienes no lo citan en sus ceremonias para hacer llover. Sólo algunas referencias a Itzam Na sobreviven en el Chilam Balam de Tizimín donde se dice: «Sequía. Habrá oraciones a Hunab Ku». Lizana señala hablando del mismo: «yo soy el rocío y la substancia del cielo y de las nubes». Landa afirma que en el mes de Mac, los ancianos rezaban a los chaaco’ob y a Itzam Na. Cuando las lluvias son «malas», insuficientes o extemporáneas, se atribuyen a Ix Kan Itzam Tul, el aspecto negativo de Itzam Na. El aspecto bueno era entonces Itzam Na Kauil. Según el color que llevan, eran cuatro los Itzam Na como aparece en el Ritual de los Bacabs. Como dios del cielo, lo llamaban Itzam Tzab (Tzab es el cascabel del crótalo), relacionado con las pléyades. Como divinidad terrestre, lo encontramos con el nombre de Itzam Cab (Itzam Tierra) o Itzam Cab Ain (Itzam Tierra Cocodrilo); la tierra era el lomo de un cocodrilo que flotaba sobre las aguas entre nenúfares. En el Chilam de Tizimín y en el Ritual de los Bacabs, se le llama Chaac Mumul Ain (Gran Cocodrilo Lodoso).

Con frecuencia, en el arte se le representa como un ser que es tanto celeste como terrestre. En el tablero de la Cruz Foliada de Palenque, la cabeza está adornada con símbolos de vegetación, mientras que el cuerpo de la iguana ostenta signos del sol, de la luna y de los planetas. Este universo cuyo piso, paredes y cielo son los límites, forman la Na o Casa de la Iguana, como dice el nombre de este dios. Thompson identifica el aspecto terrestre de Itzam Na como el dios K de los Códices, con su larga nariz bifurcada que seguramente se deriva de dos hojas desplegadas, parecidas a las que surgen de la cabeza de Itzam Cab. En los glifos, el follaje sale de la hendidura de la frente del dios y se despliega delante de su cara para formar su nariz. La ausencia de símbolos funerarios lo identifican más bien con Itzam Na Kauil, «Casa de Iguanas de Abundante Cosecha» y más exactamente todavía con Bolon Dz’acab, que el Diccionario de Motul define como «Nueve o Muchas Generaciones», cosa perpetua o eterna, característica del dios supremo del cielo y de la tierra.

Landa dice que Bolon Dz’acab era regente de los años que empezaban con el signo Kan, años buenos que los mayas consideraban de abundantes cosechas. Thompson también identifica a Itzam Na con el dios D de los Códices. Éste está representado como un dios viejo desdentado, con la parte que rodea los labios, el mentón y frente, pintada de amarillo y con la barbilla prominente. Roys identifica a Amaite Kauil o Amaite Ku, el patrono de los Katunes 1 Ahau y 8 Ahau con Itzam Na Kauil. Cogolludo dice que Ix Chebel Yax era la diosa de la pintura y el bordado y en el Ritual de los Bacabs se cita una diosa llamada Ix Hun Tab D’zib e Ix Hun Tah Nok, cuyos nombres Thompson interpreta como «Señora Única Dueña del Pincel» y «Señora Única Dueña de la Tela». Tenía un pincel rojo (cheb) con el que pintó la tierra de rojo. Se trata de Ix Chebel Yax. Es la diosa roja O de los Códices, en cuyo glifo hay un rollo de algodón acompañado del afijo rojo. En el Códice de Madrid está tejiendo y su glifo es una cabeza de anciana con el prefijo Zac que puede ser el radical de zacal «tejer». También se le llama Ix Zacal Nok «Señora Tejedora de Tela». Los nombres de los dioses dependían de las actividades que realizaban, por lo que con frecuencia nombres distintos se refieren a la misma persona y muchos se han perdido sin haber llegado hasta nosotros. Así, Ix Chebel Yax a veces sustituye al Chaac del Sur como diosa de la lluvia, que es una característica de la diosa O, como se ve en el Códice de Dresden, y lleva entonces el nombre de Xcan Le Ox.

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El dios del Sol y la diosa de la Luna. No todas las creencias con relación al sol y a la luna eran compartidas por todos los mayas. Los yucatecos, mopanes, lacandones, chortis, kekchis y cakchiqueles creían que el sol era el marido de la luna. En cambio, el autor del Popol Vuh y los mayas de Chiapas no lo creían. En Yucatán, los eclipses se debían a riñas conyugales porque la luna era muy «liviana» o demasiado chismosa. Pero en Yucatán también se creía que los eclipses eran provocados por un jaguar o por una variedad de hormigas llamadas xulab. El sol tenía múltiples nombres entre los mayas, destacando: Kin, Sol o día (yucatecos, mopanes, putunes, choles palencanos, manche choles y chortis), Ah Kin, El del Sol (chortis), Kinich Ahau, Rostro del Sol (yucatecos), Kih, Sol (quichés, cakchiqueles, zutuhiles y pokomanes), Kih y Kitix tix, significa dios (Ixil), Balanke, Sol Jaguar y Sacke, Brillante o Sol Blanco (kekchis), Kih Sac, Sol Brillante o Blanco (cakchiqueles), Kak o Kakal, Fuego o Ardiente (tzeltales, tzotziles, tojolabales y chicomuceltecos), Hun Kak, Fuego único (lacandones), Ku (chujes) y Tzaiic (jacaltecas). Durante el Clásico se le representa como un anciano con un ojo cuadrado y una curva debajo. En los Códices se distingue del anciano dios D por la adición del signo Kin, de cuatro pétalos, una «barbilla» enroscada en la comisura de los labios, etcétera. También típicos del sol son los dientes superiores limados en forma de T. En ciertos casos se le representa bizco, por lo que esta deformación, provocada entre los yucatecos, algo tenía que ver con el culto al sol. Cuando personifica al día Ahau, es un joven de ojos almendrados. Existen posiblemente dos aspectos del dios sol: el joven que corteja a la luna Xahau, y el dios anciano del cielo, asociado a Itzam Na (dios D), llamado entonces Itzam Na Kinich Ahau. Por su recorrido nocturno, era uno de los nueve señores de la noche, el noveno, perteneciendo así tanto a los dioses celestes del día como a los nocturnos del inframundo y de la muerte. Así, era temido porque secaba las cosechas. Sin embargo, al nacer en la mañana, ofrecía a los hombres un nuevo día de vida y se le pedía salud.

Bajo forma de Kinich Kakmo, «Rostro Solar Guacamaya de Fuego», aparece con cabeza de guacamaya y cuerpo humano cargando una antorcha en cada mano. Lizana dice que su templo en Izamal se situaba al norte de la plaza y que en tiempos de pestilencias los mayas acudían a su santuario con ofrendas. Era el protector de la salud y del número cuatro. La luna se llamaba U o Uh en las tierras bajas, Po, en ketchi, pokomchi y pokomán; Ik, en quiché; cakchiquel y tzutuhil; Ich, en Ixil y Kia, en mam. En Yucatán se le daba el título de Colel, Señora, mismo que se le dio más tarde a la virgen con quien la luna se identifica. En su aspecto no lunar era Ix Chel, esposa del sol, patrona del parto, la procreación y la medicina; tenía su santuario en Cozumel, a donde llegaban los comerciantes putunes. Se le considera como una divinidad cuyo culto fue celebrado en Yucatán después de la llegada de los itzaes provenientes de Tabasco-Campeche y una de cuyas ramas fundó, en el reino de Acalán, la ciudad de Tixchel «en (el lugar de) Ix Chel». Landa dice que la fiesta de Ix Chel, como diosa de la medicina, se celebraba el sexto día de Zip, pero la víspera se ejecutaba la danza de Okot Uil o «danza de la luna». En el Ritual de los Bacabs se le invoca con el nombre de Ix u Sihnal, «Señora luna de nacimiento». La luna también se relaciona con el agua y es dueña, en muchas regiones mayas, de lagos y pozos, lo que explica la desaparición de la luna en su conjunción por la expresión yucateca u binaan u tu ch’en, «la luna ha ido a su pozo» (Diccionario de Viena). Era también diosa de la tierra y de la vegetación y los tzeltales dicen que no debe señalársele con el dedo porque se seca la milpa.

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El planeta Venus. Muy poco se sabe del dios de este planeta fuera de las páginas dedicadas a él en el Códice de Dresden. Es probable que su presencia en Yucatán se deba a la influencia del altiplano mexicano donde su culto se relacionaba con Quetzalcóatl. Su nombre mismo en Yucatán parece extranjero, ya que Lahun Chan es de origen chol-tzotzil-tzeltal y debería decirse Lahun Caan. Su glifo es el signo del cielo y el número 10. Era aparentemente una de las cinco apariencias de Venus. En Yucatán es el dios L, de rostro negro, del que se sabe muy poco. Estaba relacionado con el día 1 Ahau. Lahun Chan tenía dientes largos y posiblemente una cabeza de jaguar y cuartos traseros de perro. Para ciertos mayas, el lucero de la mañana es un perro (de caza) que corre delante del sol. El alba es siempre el momento más propicio para la cacería y Venus sería el protector de los cazadores. Se le llamaba también Ah Ahzab Cab, el Despertador, Xux Ek, Estrella Avispa y nombres equivalentes a Estrella Grande.

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Dioses de la lluvia. Los chaacoob son los dioses mayas más populares de Yucatán y su culto permanece hasta la actualidad con un vigor extraordinario. Es un dios antiguo que existe desde el período Clásico, común a todos los pueblos de las tierras bajas, donde la supervivencia del hombre depende de las lluvias. Como muchos otros dioses se subdivide en cuatro, cada uno caracterizado por uno de los colores y puntos cardinales: Este-rojo, Norte-blanco, Oeste-negro y Sur-amarillo, llamados Nucuch Chaacob. Es el más poderoso de los dioses de la milpa y, según el Diccionario de Motul, era un hombre de gran estatura que enseñó a los hombres la agricultura y que los mayas tenían por dios del pan, del agua, de la lluvia, del trueno y del relámpago. Chaac es el dios B de los Códices, deidad con larga nariz colgante y una boca generalmente desdentada. Como en el caso del sol, una especie de cinta sale de la comisura de la boca y a veces una cinta similar cuelga de la mandíbula superior. Aunque la identificación de este objeto es insegura, parece ser la lengua de una serpiente, ya que este dios parece tener un origen serpentino. A veces se le representa con un hacha en la mano, puesto que del pedernal se sacaban los relámpagos. Otro de los nombres de Chaac es Ah Hoyaob, «los que riegan» o «los que orinan». En ciertas escenas, el agua cae de entre las piernas de un Chaac o de una diosa O, aunque se les representa también virtiendo el agua de un cántaro o de una calabaza. El jefe de los chaaco’ob parece haber sido Kunkú Chaac.

Al terminar la estación de secas, los chaaco’ob se reúnen en chun caan (el fondo del cielo), situado al Este y, por una puerta llamada holhún taz muyal (trueno que empieza en la caja de nubes) y con Kunkú Chaac al frente, provistos cada uno de una calabaza y del belem (rayo), se dirigen a ocupar sus lugares en las cuatro direcciones del mundo. Los otros chaaco’ob son Xt’up Chaac (t’up, el más pequeño), llamado también Ah Chalen Caan Chaac (Chaac del cielo de agua clara, probable corrupción de Ah Ch’alelem Caan Chaac, Chaac del cielo que lleva el rayo) y Ah Bulén Caan Chaac (probablemente buleu o buleb, jarro. El Chaac del cielo que lleva el jarro). Lleva una calabaza llamada zaayam o zaayab chu. Ah Lelem Caan Chaac (Chaac rayo del cielo) puede ser otro nombre de Xt’up Chaac. Ah Bolon Caan Chaac (Chaac del cielo nueve, o innumerable o virgen), llamado también Bohol Caan Chaac (Chaac del cielo que retumba), es el Chaac del cielo que truena mucho, pero que envía poca agua. Ah Hadz’en Caan Chaac (Chaac del cielo restallante), cuyos rayos suenan como el restallar de un fuete. Ah T’oxón Caan Chaac (distribuidor del cielo) envía una lluvia fina y duradera, Hopop Caan Chaac (que pone luz en el cielo) hace el relámpago, Mizen Caan Chaac (que barre el cielo), Xoc Tun Caan Chaacob (los chaaco’ob contadores del cielo) porque llevan la cuenta de los chaaco’ob cuando se reúnen y Ah Ch’ibal Tun Chaacob (Chaaco’ob de todas las generaciones). En varias fuentes existen referencias a cuatro divinidades llamadas Pauahtuns a las que se asignan los cuatro colores: rojo, blanco, negro y amarillo. Algunos piensan que eran otros nombres de los bacabs, como podían serlo de los chaacs. En las creencias posteriores se identificaban con Santo Domingo (Este), San Gabriel (Norte), Santiago (Oeste) y Xkan Le Ox «Señora Hoja de Ramón Amarillo», alias María Magdalena (Sur). Thompson cree que en su origen fueron vientos servidores de los chaaco’ob. Los chaaco’ob vivían en chun caan, al pie del cielo, y tomaban sus puestos en los cuatro lados durante la estación de las lluvias. Los chaaco’ob menores, cuando no trabajan, van a la selva y se refugian en las cuevas y en los cenotes. La creencia de que los chaaco’ob montan caballos es indudablemente de influencia española y posiblemente una adaptación de los Jinetes del Apocalipsis, que cabalgan sobre caballos rojo, blanco, negro y leonado (amarillo), los mismos colores de los rumbos mayas.

Las ranas, con su croar, anuncian la lluvia y son los músicos y los invitados de Chaac. Las favoritas eran ranitas negras que tienen una raya anaranjada en el dorso, llamadas Uo y que dieron su nombre al segundo mes del calendario maya. En la ceremonia del Chachaac, que se celebra todavía en Yucatán, se amarra un muchacho a cada una de las patas de la mesa que sirve de altar. Por su posición y su croar, imitan a las ranas que llaman a la lluvia. Asimismo, la tortuga, que sólo aparece cuando llueve, es un aliado de Chaac. Cuando sus ojos se llenan de lágrimas, los mayas dicen que llora de aflicción por los hombres y que sus lágrimas atraen la lluvia. Cuando el milpero prende el fuego para quemar la milpa, primero le grita a la tortuga que se vaya y se ponga a salvo. La tortuga lleva en su pechera un dibujo en forma de cruz de Kan, símbolo de la lluvia, y cuando representa el símbolo del mes Kayab lleva la misma cruz Kan en los ojos. Los Chaaco’ob eran dioses del número seis. Los Chicchans, dioses de la lluvia de los mayas de Guatemala, son equivalentes a los Chaaco’ob de las tierras bajas. Chicchan es el nombre del quinto día del calendario yucateco y, aunque ya no significa nada en Yucatán, proviene seguramente de un origen cholano donde se relacionaba con alguna serpiente, como lo indica el glifo del quinto día que es serpiente.

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Dioses del viento. En Yucatán, los vientos, Ikob, reciben plegarias y ofrendas cuando se queman las milpas. El más importante es Mozón Ik (Torbellino), o Kakal Mozón Ik (Torbellino de los fuegos). No son generalmente considerados como dioses, sino como servidores de los Chaaco’ob que todavía no salen cuando se hacen las quemas. Hay la creencia de que los vientos brotan del agua, porque las hojas de las plantas que crecen a orillas de los cenotes se mueven cuando todo lo demás está tranquilo.

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Los Bacabs. Su papel era el de cargar el cielo y se puede referir a ellos como a uno o cuatro personajes distintos. Hay mucho desacuerdo sobre la etimología de esta palabra: «rociador de agua», «en torno al mundo» o «en torno a la colmena». El Diccionario de Motul dice: representante, zingles (?) por zingales «gitanos o actores ambulantes». En el Chilam Balam se le llama Tolil Och o Ix Toloch, «los actores zarigüellas» y en el Códice de Dresden, cada uno de los cuatro Bacabs lleva una máscara de zarigüeya y tiene sujeta detrás la cola prensil del marsupial. El principal de los Bacabs, Hobnil, era el patrón de los apicultores y su nombre es posiblemente una simplificación de la palabra hobonil (de la colmena). Los Ah Muzencab son posiblemente los mismos que los Bacabs. Los personajes con brazos alzados que se encuentran en Chichén Itzá, conocidos como Atlantes, son posiblemente representaciones de los Bacabs. Sus rasgos de ancianos se deben a que han sobrevivido a las destrucciones del mundo. La presencia de conchas y de tortugas puede relacionarlos con Chac Hubil Ahau (Gran Señor de la Concha), Hun Tun Ahau (Señor Concha de Piedra) y Ah Yax Ac (El Tortuga Verde) de los Chilames. Landa dice que sus rumbos, colores, cargadores del año (entonces en Yucatán) y nombres eran los siguientes: Este, rojo, años Kan, Hobnil; Norte, blanco, años Muluc, Can Tzicnal; Oeste, negro, años Ix, Zac Cimi; Sur, amarillos, años Cauac, Hozanek. También se le llamaba Ah Koh Bacab (El Bacab Enmascarado).

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Los 13 dioses y los nueve dioses. Son las divinidades de los 13 cielos y de los nueve mundos inferiores y su relación es complementaria o dialéctica como lo es el bien y el mal, la luz y las tinieblas. Tanto los Oxlahun Ti Ku, los 13 Dioses, como los Bolon Ti Ku, los Nueve Dioses, pueden entenderse como un personaje que los representa respectivamente o como 13 y nueve personajes distintos. Aparentemente, sabemos más de los Bolon Ti Ku ya que gobernaban sobre un ciclo de nueve noches que se registraba en las inscripciones del período Clásico. Aunque poco se sabe del Oxlahun Ti Ku, Thompson sugiere que sus dioses son los que corresponden a los números del uno al 13 en el Tzolkin. Según se desprende de los textos mayas ambas divinidades, o grupos de divinidades, están enfrascadas en un combate continuo y la destrucción de los mundos podría ser uno de los aspectos de este enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal.

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Dioses del maíz. Cuando nacía un niño, el cordón umbilical se cortaba con una navaja de obsidiana sobre un elote. Este elote, desgranado más tarde, proporcionaba la semilla de una milpa que se sembraba en nombre del niño. Lo que producía se cosechaba y se volvía a sembrar y del producto se alimentaba al niño hasta que éste pudiera sembrar su propia milpa. Así, los hombres actuales son los hijos del maíz, son de maíz. Muchas leyendas se han producido en torno de esta planta, que es uno de los temas principales de la mitología maya y mesoamericana. Chaac, el dios del trueno, hizo pedazos la roca bajo la cual estaba oculto el maíz y éste quedó libre o sea, que nació. Ah Mum parece ser el nombre del maíz joven. El hombre es su aliado natural que lo siembra, lo protege de los depredadores, erradica las malas hierbas y a cambio, éste lo alimenta. Cada uno depende del otro. Se rezaba al espíritu del maíz (femenino en este caso) llamado Señora X’ob. Una cabeza humana joven entre hojas representa al maíz en muchas obras del período Clásico. Como todos los dioses, el maíz tiene diversos nombres. Se conoce a un dios Kauil y otros en que esta palabra es utilizada como Ah Uaxac Yol Kauil e Itzam Na Kauil.

En maya, Kaa es la raíz de palabras que significan excedente o abundancia y Uil designa sustento, alimento. Kauil, Abundancia de Alimento. Uaxac es el número del dios del maíz, Yol significa «corazón de» y «El Ocho Corazón de Abundancia de Nuestro Sustento» es un nombre revelador del dios del maíz. El ocho, símbolo del maíz, era el protector del octavo día a partir de Caban. Es el día Kan. También se le conoce como Zac Ual Nal o Grano Nuevo Blanco que se abre y como Uac Chuaac Nal, «Grano Nuevo Alto que se Abre». Se habla con frecuencia del dios del maíz Yum Kaax, «Señor de la Milpa», pero en realidad fue un error cometido por Brinton, ya que esta palabra significa «Señor de la Selva» y ninguna fuente corrobora lo dicho por este investigador.

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Espíritus guardianes. Se les conoce con el nombre genérico de Yuntzilob y protegen a los hombres, los poblados y las milpas. Si no se les hacen ofrendas, pueden ser dañinos. Un grupo de ellos son los Balam que protegen a los pueblos. Son cuatro y cuidan las cuatro entradas simbólicas de los pueblos. A veces se considera que un quinto Balam está en el centro del pueblo. Se les llama también Nucuch Uinic o Nucuch Macob que significa «los hombres enormes». Protegen de los animales peligrosos y depredadores. En las cuatro esquinas de la milpa hay cuatro Balames. Se les llama Yu-mil(l)-col, «Señor de la Milpa». Los Balames pueden a veces ser gigantes, otras veces enanos y, aunque la palabra significa jaguar, el animal era símbolo de ferocidad y valor; la palabra, entonces, es sinónima de valientes. Semejantes eran los Kuil Kaxob, «dioses de la selva» y Yum Kaax debe ser otro nombre de este espíritu protector. También se debe citar a los Ah Beob, «los de los caminos», protegiendo a los que recorren distancias.

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Dios de la tierra. El dios del número 11 de la serie del uno al 13 lleva el símbolo de la tierra, por lo que debe ser un dios terrestre. Thompson lo identifica con el dios R de los Códices, que lleva su marca en la mejilla y parte de cuyo glifo onomástico es el número 11. Se llamaría Buluc Ch’abtán (Buluc-once). Según Roys, ch’ab es el principio masculino y okab el femenino y, según Thompson, estos dos principios se unían en una misma personalidad que era la tierra. Ch’ab corresponde al Ih P’en (Ih podría ser transformación de ah) y Ah Ch’ab es también un nombre de creador, ya que, según ciertas creencias, los hombres salen de la tierra como el maíz. Tan, además de indicar un lugar (Xamantán- hacia el Norte) significa también frente, cara, rostro. En este sentido, el Ritual de los Bacabs habla de ch’ab y de akab para designar a dos serpientes, animales que salen del vientre de los dioses terrestres.

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Dios del mal. Cogolludo y Pío Pérez hablan de un muñeco «como un dominguillo» que los mayas reverenciaban durante los días de Uayeb. El Mam (abuelo), pasados estos días de peligro, era desechado sin cuidado. La misma costumbre se conserva todavía en los altos de Guatemala, donde lleva el mismo nombre. Este dios malo y destructor estaba amarrado en el interior de la tierra y sólo salía en los días nefastos del Uayeb.

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Dioses de la muerte. Los mayas pensaban en tres residencias para los muertos: el inframundo, un paraíso situado en uno de los cielos y una morada celestial en la que sólo entraban guerreros muertos en combate o en sacrificio y las mujeres muertas en el parto. El inframundo se llamaba en Yucatán Metnal (posible deformación de la palabra náhuatl Mictlán) y Xibalbá que se situaba en lo más profundo del mundo subterráneo, o sea el quinto. El camino a Metnal era largo y peligroso y era necesario contar con un perro que guiara al difunto. El paraíso maya, sólo reservado a ciertas personas, era tierra de felicidad bajo la sombra de una gran ceiba. Los tzotziles creen que cuando los niños de pecho mueren, se amamantan de los pechos de este árbol. También los suicidas iban a este paraíso, conducidos por Ix Tab (la de la cuerda). Al pasar una temporada en el Metnal, todos los muertos van al paraíso, aunque en los casos citados anteriormente, iban directamente. Los tzotziles y chamulas creen que las personas asesinadas van directamente al paraíso, en recuerdo posiblemente de los antiguos sacrificios humanos. En los distintos dioses de la muerte conocemos a Cizin (el radical significa hedor). Thompson lo identifica con el dios A de la muerte en los Códices. Su esposa, según los lacandones, era Xtabai, que en Yucatán seduce a los hombres y los vuelve locos. Está asociado con los años Cauac, el Sur y el amarillo, este último color de la muerte. Es el patrón del número 10, décimo día después de Cabán, que es Imí. Sin embargo, no es uno de los señores de la noche. El dios que Landa llama Uac Mitún Ahau era patrón de los años asignados a los días Kan, el Sur y el color amarillo. Thompson cree que esta palabra fue mal copiada en el ejemplar de Landa, ya que en el Chilam Balam de Tizimín hay una referencia a Chacmitán ch’oc, «Gran Pudrición Infernal», por lo que el dios debía llamarse Chac Mitán Ahau. Las representaciones de Venus suelen llevar símbolos de la muerte para hacer notar que acababa de salir del mundo inferior y Hun Ahau parece ser el nombre calendárico de Venus en su aparición heliacal. Yum Cimil «Señor de la Muerte», Xibalbá y Cumhau son otros nombres del dios o dioses de la muerte. En relación a Ah Puch, citado por Las Casas, debe hacerse la siguiente observación: el texto original dice Eupuco, probablemente Ah Pucu, nombre del Señor de los Infiernos de los tzeltales, tzotziles y tojolabales. El informante de Hernández, que Las Casas reproduce, debía ser Putún (Thompson).

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Dioses de los comerciantes. El dios principal era Ek Chuah que también lo era del cacao, la moneda de entonces. Se le atribuía un origen extranjero. Puede corresponder al dios M de los Códices. Generalmente aparece pintado de negro, salvo una parte roja alrededor de los labios. Tiene una nariz larga, casi horizontal o arremangada. Con frecuencia lleva en el pelo la correa del cargador y en la espalda un bulto o paquete. Un bastón suele aparecer en la mano del caminante. Por los diversos colores que lo caracterizan, se puede pensar que eran por lo menos cinco los dioses de los comerciantes. El Ek de su nombre puede, independientemente de significar color negro, referirse a la estrella, ya que Xaman Ek era la estrella Polar, guía de los mercaderes. Su relación con el jaguar y el número siete se comprendería entonces, ya que la piel extendida de este animal simbolizaba el cielo estrellado. Es probable que el dios Ah Bolon Yocté, citado en el Chilam Balam y en el Dresden, sea también un dios de los viajeros y comerciantes.

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Dioses de la caza y pesca. Landa llama a los dioses de la caza Acanum, Zuhuy Zip, Tabai y otros. El Diccionario de Viena menciona a Ah Cancum (probablemente el mismo que Aca-num de Landa), Ah Tabai, Xu Bolay y Ceh Lac (ceh, venado-lac, ídolo de barro). En Quintana Roo, Zip es el nombre de ciertos seres de la selva que protegen al venado de los cazadores y les hacen errar el tiro. Los cazadores les hacen ofrendas de partes del animal y, antes de salir a cazar, les hacen ofrendas de atoles para que les permita matar a uno de sus animales. En el Chilam Balam de Tizimín y el Ritual de los Bacabs hay referencias a Ah Uuc Yol Zip (El Siete Corazón de Zip) y a Uuc Zuhuy Zip (Zip Siete Virgen), que aparentemente son el mismo personaje. Ah Tabai es el espíritu maligno que mora en la selva y su forma femenina, Xtabai, tiene la espalda como el tronco seco de un árbol, y de un árbol el cazador cuelga sus ofrendas a Zip. Según Landa, los cazadores celebraban su fiesta el séptimo día del mes Zip y los pescadores al día siguiente. De los nombres de los dioses de la pesca que proporciona Landa, sólo puede reconstruirse Yak Ne Xoc, Tiburón Cola de Fuego, cuyo equivalente u otro nombre podría ser Chac Uayab Xoc, Gran Tiburón Demonio.

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Dioses de los cultivadores del cacao. Landa informa que los dueños de cacaotales celebraban su fiesta en el mes Muan a Ek Chuah, Chac y Hobnal y sacrificaban un perro con manchas color cacao… En el banquete que seguía, se limitaba el consumo de licor. Ek Chauh era patrono de los comerciantes y Hobnil era uno de los Bacabs.

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Dioses de los apicultores. La fiesta de los apicultores se daba en honor de los Bacabs y especialmente de Hobnil. El balché se servía en abundancia ya que la miel es uno de sus principales componentes. Los Xmulzencab son en el Chilam Balam de Chumayel los dioses de las abejas. Cada uno tiene relación con un color direccional.

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Dios del balché. En el Diccionario de Motul, el dios del vino es Acán. La palabra significa bramar.

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Dioses de la medicina. La diosa principal era Ix Chel. Es probable que varios dioses hayan tenido que ver con las distintas enfermedades. Kinich Kakmó era otro patrono de la medicina.

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Dioses de la guerra. En el mes Pax, los guerreros celebraban una fiesta en honor de Cit Chac Coh, Padre Puma Rojo o Grande. Cogolludo dice que en caso de guerra, cuatro capitanes llevaban un ídolo de Ah Chy Kak (Ah Ch’uy Kak), Fuego de Buitre. Los itzaes de Tayasal tenían dos dioses de la guerra: Pakoc y Hexchunchan. Cogolludo cita también un dios, Kakupacat, Mirada de Fuego, que en las batallas llevaba un escudo de fuego. Ah Hulneb, El Propulsor de Venablos, era protector de Cozumel y Hun Pic Toc, Ocho Mil Pedernales, tenía un santuario en Izamal.

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Dioses de la poesía y de la música. Ah Kin Xoc (Ah Kin, sacerdote, xoc, contar, leer), dios de la poesía maya que probablemente era cantada. Ah Kin Xocbiltún era otro de sus nombres.

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Dios del tatuaje. Se menciona una divinidad llamada Acat, sin embargo, este nombre es náhuatl, por lo que la divinidad debió llamarse Ah Cat, «El de la Jarra de Guardar».

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Dios del fuego. Itzam Cab, aspecto terrestre de Itzam Na, era visto como dios del fuego y lleva a veces, de tocado, el glifo del fuego.

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Dioses ancestrales y del linaje. Muchas familias aristocráticas buscaban legitimarse, mediante su ascendencia, haciendo remontar sus orígenes hasta tiempos inmemorables. Los ancestros en ciertos casos eran divinizados, aunque poca información disponemos sobre este tipo de personajes sagrados. Así, tenemos a Zacal Puc, Cerro Blanco (?), uno de los invasores de Yucatán, el primero en ofrecer posol a los Chaaco’ob. Parece haber sido el ancestro de los Cupules, que mandaban en la provincia del mismo nombre. Chocum Kin Chac fue el patrono de los apellidos Kumum y Hun Ix Kin Chac de los Puc. Estas divinidades pueden relacionarse con los cuatro grupos guerreros itzaes que invadieron Yucatán y poco tuvieron que ver con la población local.

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Otros dioses. Muchos otros dioses son mencionados en ciertas fuentes coloniales como los Chilames y el Ritual de los Bacabs sin que se disponga de información suficiente para identificarlos. Así, sólo citaremos algunos de ellos: Acantún: «Poste o Piedra Erigida». Se le atribuyen los colores direccionales y figuran en los ritos de Año Nuevo y la fabricación de ídolos. (Ritual de los Bacabs). Ac Zac Iual. Conocido en Valladolid donde cada cuatro años había una competencia para llevar su estandarte. (Relaciones de Yucatán). Bolón Mayel: «Muy Oloroso». Relacionado con las flores y la miel. (Chilam Balam de Chumayel). Ah Buluc Balam. «Señor Once Jaguar». Uno de los cuatro dioses a quienes se recurre para luchar contra los males de los años Cauac. (Landa). Buluc Ti Chuen. «Once Chuen». Citado en el Chilam Balam de Tizimín, junto con Buluc Ch’abtán para regir un Tun. Chuen. Es el nombre del onceavo día del calendario y está relacionado con el mono. Según el Diccionario de Motul, era artífice, artesano de algún arte. Probablemente sea el dios C de los Códices. Ah Chun Caan. «El de la Base (tronco) del Cielo». Adorado en Mérida (T’ho). Citado en el Diccionario de Viena. Chun Caan era el lugar donde los Chaaco’ob se reunían y donde vivía su jefe, que probablemente era Ah Chun Caan. Cit Bolón Ua. «Padre Nueve Mentiroso». Es una de las fuerzas del mal. (Chilam Balam de Káua). Kakal Ku. Posible dios del Fuego o del Sol. En ciertas oraciones se le pide agua. Kinchil Kobá. «Chachalaca del Sol». Montaba la guardia como centinela sobre los itzaes de Tayasal. (Citado en los Chilames). Kinich Chanté. «Vistoso Rostro del Sol». (Chilam Balam de Tizimín). Ah Maben Tok. «El del Cuchillo de Pedernal en el Pecho». (Chilam Balam de Tizimín). Multun Tzek. «Montón de Cráneos de Piedra». Gobernaba en los tiempos de infortunio. (Chilam Balam de Káua, de Tizimín y de Maní. Cogolludo). Oxlahun Taz Muyal. «Trece Capas de Nubes». Pacat Pach. «Mira Atrás». Creó los montes del Puuc. (Diccionario de Pío Pérez) Pa Pol Chaac. «Chaac que Aplasta Cabezas». Es probablemente uno de los títulos de los Chaaco’ob. (Lizama). Piltec o Ah Piltec. Divinidades inferiores relacionadas con los cuatro rumbos o colores. (Chilam Balam de Chumayel y de Tizimín). Ht’ubtun. «El que escupe Piedras». (Cogolludo). Uac Lom Chaan. «El Seis Glorioso(?) Estirado». Dios de la antigua población de Mérida. (Diccionario de Viena. Cogolludo). Ah Yax Ac. «Señor Tortuga Verde». Dios de Cozumel que puede ser el Bacab de la concha de tortuga. (Chilam Balam de Chumayel). Yaxal Chaac. «Chaac Verde». Posiblemente sea un Chaac relacionado con el cenit. Yax Bolay Ul. «Serpiente Verde». Bolay es nombre común de las serpientes peligrosas. (Chilam Balam de Tizimín). Zac Talah. «Agua Blanca que Gotea». Se adoraba en una cueva cerca de Chichén Itzá, de donde su estatua había sido tomada. Se le rendía culto antes de quemar, plantar y cosechar las milpas. Marca un retorno al paganismo.

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Dioses extranjeros. Chacmol. Nombre inventado por Le Plongeon puesto que el original se desconoce. Divinidad que aparece en Yucatán con la invasión tolteca. Ix Chante Kak. «Señora Notable Fuego o Úlceras». Puede ser Chanticó, diosa azteca del fuego, con la terminación kak. (Ritual de los Bacabs). Kukulcán. Su identificación con Quetzalcóatl es conocida. Macuil Xochitl. «Cinco Flor». Dios de la danza, el juego y el deporte. (Chilam Balam de Chumayel). Tezcatlipoca. Representado varias veces en las columnas del Templo de los Guerreros en Chichén Itzá. Ix Pic Tzab. «Señora Ocho Mil Cascabeles» o «Señora (serpiente) Cascabel Falda». Podría equivaler a la Coatlicue, «Falda de Serpientes». (Ritual de los Bacabs). Tlalchitonatiuh. «Sol cerca de la Tierra», el sol saliente. (Chichén Itzá). Tláloc. Representado en varios sitios desde el Clásico. Tlazolteotl. Representada en un incensario de Mayapán. Xipe. Dios de la primavera y del desollamiento. Representado en varios sitios en Yucatán.

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