Bibliotecas

Bibliotecas  Después de fundada la ciudad de Mérida en 1542, los franciscanos establecieron un convento, donde más adelante impartieron sus enseñanzas, por lo que comenzaron a fomentar la primera biblioteca que hubo y obtuvieron la expedición de Cédulas Reales en 1551 y 1559 para que se les proveyese de libros. El acervo se encontraba alojado en cuartos especiales del convento y era rico en obras históricas relativas a Yucatán, en estudios y diccionarios de la lengua maya, códices, libros de teología, filosofía y ciencias naturales, informes, memorias y manuscritos; esta biblioteca fue la más importante de la ciudad y funcionó hasta 1821 en que los franciscanos desalojaron el edificio conventual, de lo cual relata Carrillo y Ancona: «Testigos oculares refirieron haber visto en todas direcciones, regados en el suelo objetos santos y venerables, o dignos de guardar con celoso cuidado, como libros, vasos, manuscritos preciosos y documentos de la historia yucateca, así antigua como moderna». Desde finales del siglo XVI y durante el XVII, los conventos establecieron pequeñas bibliotecas; cuando en noviembre de 1820 se suprimieron los conventos, se ordenó que los jefes políticos custodiasen todos los archivos, libros, cuadros y efectos de la biblioteca de los conventos suprimidos, remitiendo inventarios al gobernador, quien «acusará recibo y enviará originales a las Cortes». En Yucatán no hay ninguna copia de esos inventarios ordenados o algún otro documento que indique el seguimiento dado a esa orden.

En 1618, los jesuitas fundaron el Colegio de San Francisco Javier, que posteriormente fue Real y Pontificia Universidad hasta su clausura en 1767; debe haber tenido una buena biblioteca, pero no hay noticia de ella y sólo se menciona que en el momento de su expulsión, los libros pasaron a ser administrados por una Junta de Temporalidades.

El Seminario Conciliar de San Ildefonso erigido por auto del 23 de marzo de 1751, tuvo desde su inicio una biblioteca instalada en el local que se construyó especialmente para ello; en 1827, a la muerte del obispo Pedro Agustín de Estévez su biblioteca fue donada a la del Seminario, la que en 1851 contaba con 2,360 volúmenes, según se asienta en un informe del secretario de gobierno dirigido al Congreso del Estado, y en el cual se aclara que si bien la biblioteca no es pública, no se le niega la entrada a nadie. En 1861 en cumplimiento de las Leyes de Reforma, se clausuró el Seminario y en su lugar se fundó el Colegio Universitario, por lo que la biblioteca pasó a depender de ésta, que además absorbió parte de la colección de libros y manuscritos que formaban la biblioteca del convento de San Francisco. En 1863 se restableció la Universidad Literaria, que tuvo la biblioteca hasta 1867; después volvió a ser del Seminario, como hasta la fecha. Es interesante consignar la biblioteca particular del que fue obispo de Yucatán, Antonio Caballero y Góngora, prelado de 1776 a 1780, con 660 volúmenes.

El 5 de mayo de 1846, José García Morales escribió en el Registro Yucateco un artículo exhortando a fundar una biblioteca pública. No tuvo éxito en ese momento, pero cuando se fundó en 1849 la Academia de Ciencias y Literatura, se abrió una biblioteca bajo la dirección de Fabián Carrillo Suaste, con 200 volúmenes. La Academia se disolvió en 1854 y la biblioteca debe haberse dispersado pues no se supo más de ella.

En 1848 nació la Sociedad de Jesús María, entre cuyos objetivos estaba el de promover la instrucción pública y proporcionar diversiones lícitas, por lo que se estableció una biblioteca pública con más de 1,000 volúmenes, además de recibir todos los periódicos de Mérida y Campeche, varios nacionales y algunos extranjeros; en su Informe de marzo de 1850, el presidente señalaba que era la primera en su género en el país, y seguramente también la primera hemeroteca. En un informe a la Cámara legislativa local en 1852, se dice que era la única que servía al público con obras de las más escogidas; parece que perduró hasta 1865.

Por Decreto del 26 de septiembre de 1867 se creó el Instituto Literario, se fijaron los fondos para comprar 600 libros, se formuló el reglamento y el 1 de octubre de 1868 se abrió al público, en la planta alta del edificio, habiéndose avisado en el periódico La Razón del Pueblo que la entrada era libre para mayores de 16 años.

Como residuo de las bibliotecas conventuales, el inventario de todo lo útil que pertenece a la iglesia de La Mejorada, fechado el 28 de febrero de 1847, menciona «dos cajas grandes de libros sin pasta y entre ellos de lengua maya; una caja regular de manuales empastados, en maya; otra caja de cuadernos de diferentes asignaturas, los más en maya, y una cómoda con libros de medio uso y obras truncas».

La Biblioteca del Apostolado de la Prensa fue fundada en 1890 por Anselmo Duarte Zavalegui; fue instalada en la planta alta del Obispado. En 1903 funcionaban varias bibliotecas, según puede verse en cuadro anexo.

Bibliotecas existentes en Mérida y foráneas
1903

Nombre

Cepeda
Apostolado de la Prensa
Penitenciaría Juárez
Instituto Literario del Estado
Instituto Literario de Niñas
Escuela Normal
Escuela de Medicina
Escuela de Farmacia
Escuela de Jurisprudencia
Colegio Católico
Recreativa Popular
Progreso
Valladolid
Ticul

En 1909 Antonio Carrillo estableció una biblioteca de alquiler e imprimió un catálogo con instrucciones y se supone que funcionó algún tiempo. En 1910 apareció publicado el reglamento de la Biblioteca Josefa Ortiz de Domínguez de la villa de Acanceh, pero no se sabe si ya existía o se estaba inaugurando. Durante la época de Salvador Alvarado (1916-1917) hubo gran deseo de abrir muchas bibliotecas en el interior del estado, se planearon 600 y parece que se logró establecer un centenar. Entre las principales se mencionan las de Acanceh, Progreso, Espita, Valladolid, Ticul, Izamal y Tekax. Poco después desaparecieron casi todas.

Según una relación del año 1922, había seis bibliotecas en la ciudad de Mérida: la Cepeda, la Salón Marden, la de la Liga Obrera de Ferrocarriles, la de la Liga Central de Resistencia, la de la Liga de Empleados Ferrocarrileros y la de la Liga de Resistencia Obrera Feminista; se consideraban foráneas: la Máximo Gorky en Itzimná y las de las Ligas Obreras en Progreso, Kanasín, Chablekal y Komchén.

Al crearse la Universidad Nacional del Sureste se estableció una biblioteca, cuyo fondo bibliográfico inicial lo constituyó la colección de libros adquirida en 1919 para el Instituto Literario, gracias a un donativo de 5,000 pesos de Francisco Martínez de Arredondo; desde 1941, la biblioteca se encuentra en la planta baja del edificio central. En 1956 se creó el Departamento de Bibliotecas de la Universidad, quedando a cargo de Rodolfo Ruz Menéndez, quien había tomado un curso de especialización en biblioteconomía. En 1987 se informa que la Universidad Autónoma de Yucatán tenía 16 bibliotecas y que la central contaba con 53,000 volúmenes, 1,330 títulos de publicaciones periódicas y varios fondos especiales: colección de tesis; publicaciones periódicas yucatecas; microfilmes en los que se encuentran los archivos de la Mitra del Estado; archivo eclesiástico; protocolos del estado y la Fototeca Guerra en su totalidad.

En 1928 se fundó la Biblioteca Delio Moreno Cantón en la Casa del Pueblo. Por otra parte, en 1939, en una supervisión ordenada por la SEP se constató que todas las pequeñas bibliotecas anteriormente relacionadas con escuelas, sindicatos y municipios, se habían perdido, salvo una que otra excepción. Durante la gestión gubernamental de José González Beytia, en 1946, se creó la Dirección General de Bibliotecas, al frente de la cual se nombró al distinguido poeta Luis Rosado Vega; en 1947 fue fundada la Biblioteca del Maestro en un amplio salón del Departamento de Educación, con un acervo de obras pedagógicas muy importantes y obras de consulta sobre gramática, historia, psicología, enciclopedia psicométrica, teatro infantil, etcétera, que funcionaba inclusive los domingos, a cargo de Guillermina Ávila de Traconis. En el interior del estado funcionaban la Eligio Ancona de Progreso; la José Catarino Rendón de Ticul y la Dr. Luciano Noh Novelo, que acababa de ser fundada en Hunucmá por la Sociedad Cultural Manuel Acuña.

Desde que se construyó el Parque de las Américas en 1945 se levantó un local que albergaría una biblioteca con libros de autores y temas americanos exclusivamente; se inauguró el 24 de julio de 1953, poniéndosele el nombre de José Martí para conmemorar el centenario del natalicio del prócer cubano; contaba con más de 300 volúmenes de escritos americanos, acervo que fue aumentando en años posteriores. En 1979 se cerró la biblioteca y su colección, que ya alcanzaba 2,000 volúmenes, se integró a la Biblioteca Cepeda.

Los herederos y el Patronato respectivos dieron el nombre de Carlos R. Menéndez a la biblioteca que fundaron en 1964 en un amplio local frente al Parque de las Américas, con más de 9,000 volúmenes y que fue declarada pública. En 1966 se fundó en el Instituto Tecnológico de Mérida la biblioteca que se denominó Antonio Mediz Bolio, que ahora cuenta con banco de datos computarizados, 5,620 títulos, 11,834 volúmenes, 2,500 tesis y 500 folletos.

El Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán, se fundó en 1980 en la ex hacienda XCumpich, con el fin de llevar al cabo investigaciones de carácter regional en las áreas de genética, biotecnología, ecología y química aplicada; cuenta con una biblioteca especializada de 3,500 volúmenes y una mapoteca con 4,500 cartas geográficas que cubren los diferentes aspectos del estado y el resto del país. Existen otras bibliotecas especializadas en diversas instituciones: Centro de Investigaciones Agrícolas de Yucatán, Centro Regional de Investigaciones Hideyo Noguchi, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Casa de España, Banco Agrario y Universidad del Mayab.

En 1985 se firmó un convenio entre la SEP y el gobierno estatal para instalar bibliotecas en la mayor cantidad posible de municipios y así, para 1995, se encontraban en operación 10 bibliotecas públicas en el estado.

Entre las bibliotecas privadas que destacan en Mérida están las de los fallecidos E. Wyllys Andrews IV (ahora en poder de su viuda Joan Andrews), Alfredo Barrera Vásquez (adquirida por el INAH), Jorge Ignacio Rubio Mañé (en el Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán), Miguel A. Menéndez Reyes y Luis Álvarez Barret. Otras bibliotecas importantes son las de los historiadores e investigadores Michel Antochiw, Rodolfo Ruz Menéndez, Renán Irigoyen (Cronista de la Ciudad), Luis Ramírez Aznar y Gabriel Ramírez Aznar.

En el siguiente cuadro se muestra lo relativo a las bibliotecas universitarias en 1991:

Nombre                                 Facultad o escuela

Alfredo Barrera Vásquez      Antropología

Carlos C. Montes de Oca     Arquitectura

Jorge Bolio Castellanos        Contaduría y

                                                  Administración

Manuel Crescencio Rejón    Derecho

Jesús Silva Herzog               Economía

                                                  Educación

Florence Nightingale             Enfermería

Facundo Magaña Avilés       Ingeniería Civil

                                                  Ingeniería Química

Carlos Romero Campos       Matemáticas

Ignacio Vado Lugo                Medicina

                                                  Veterinaria y Zootecnia

Fernando Romero C.            Odontología

Rogelio Díaz Guerrero          Psicología

Joaquín Dondé Ibarra           Química

Biblioteca Central                  UADY

Antonio Mediz Bolio              ITM

                                                  Contaduría del Cema

                                                  Universidad del Mayab