Bordado

Bordado  Arte que vino de España y que fue aprendido por las mujeres indígenas. A raíz de la Conquista, mediando el siglo XVI, los primeros españoles importaron el encaje de punto español, las randas de las mantillas, los alechugados de las gorgueras y el bordado de punto de cruz que fue el que más se popularizó entre los indígenas y al que llamaron xokbil-chuy (hilo contado). Esta labor no requiere gran arte, sino paciencia de ir contando los puntos y ordenar las cruces, hasta formar dibujos de matices caprichosos con profusión de hilos de colores. El nombre de xokbil-chuy se aplicó a esta labor, porque la bordadora va contando tres o cuatro hilos de la trama de algodón y costura una pequeña cruz de hilo de color, y así, fijando hileras de cruces, forma el dibujo. Se bordan guías de flores entre verdes hojas, caprichosas campánulas azules, moradas, amarillas y violetas y otros motivos de ornato. De esta manera se exornan los escotes de los hipiles y los bordes de todo el traje. Posteriormente, para facilitar esta labor de paciencia y de buen ojo, se adhiere a la tela una tira de canevá cuyas tramas son más visibles y sobre esta tela hilvanada se va bordando el dibujo; una vez terminado, se desbarata la trama del cañamazo quedando firme en la tela el punto de cruz. En los últimos años se ha intensificado tanto la industria de ternos para mestizas, que industriales y comerciantes con todo arte fabrican hipiles de seda, no sólo blancos o de color crema, sino de otros colores, rosa, azul pálido o violeta, con cuellos y bordes postizos de bordados en canevá y en los que campea, no sólo la seda bordada y sus aplicaciones, sino la paleta del pintor miniaturista, quien dibuja cuellos con flores al óleo de caprichosos colores.

El calado o deshilado es una forma de labor muy en boga entre las mujeres indígenas desde los tiempos coloniales. Consiste en tirar de algunos hilos de la trama del lienzo, combinando dibujos de forma cuadrangular, hasta artísticos calados en la tela. Con esta labor parecida al encaje y armonizada con embutidos y randas, se forman preciosas labores para hipiles, mantillas, tocas y tapetes. Se fabrican también corporales y ornamentos para las iglesias y deshilados primorosos llamados xmanikté. Las nuevas técnicas de bordado difundidas en los últimos años se han adaptado al proceso de trabajo del hipil tradicional; para familiarizarse con ellas e incluirlas en su cultura y su lenguaje cotidiano, las mujeres mayas le dan una interpretación propia. Así los dibujos elaborados con las técnicas del guipure y la rejilla o deshilado son nombrados y vistos «como pies de gallina» o «araña» por la distribución de los hilos que se bordan.

En los dibujos de bordados para niñas se ilustran pequeños animales y flores, entre otros, de patos, gatos, alacranes, pájaros de la región como el nomo perdiz, flores de tajonal, petunias y violetas. Para las señoras y señoritas se usan dibujos geométricos prehispánicos o bizcotelas, flores de plátano, de flamboyán, margaritas, girasoles, pensamientos, xailes, flor de mariposa, xtabentún, rosas, claveles, uvas, etcétera. La mujer bordadora ha aprendido a hacer hipiles para turistas con dibujos de pavos reales, pájaros, faisanes, caracoles, pumas estilizados, gatos, castillos de Chichén Itzá, etcétera. Se prefieren los colores pastel o pálidos y los materiales con mayor contenido de algodón en la tela. Aprender a bordar es una actividad que se inicia desde la infancia como parte de un conjunto de conocimientos que se relacionan con la entidad femenina maya. Desde los seis años de edad una niña ya sabe la manera en que se borda un hipil. Es la madre, la hermana, la abuela o las tías, quienes transmiten este saber a la nueva generación. Cuando una mujer hace hipiles para vender o recibe encargos se dice que es bordadora de oficio, en lengua maya, x-cha’chuy (mujer que agarra bordados para hacer). Existen dos tipos de labores de bordado: a mano y a máquina de pedal. Los diseños más tradicionales se encuentran en los hipiles bordados a mano, entre estas técnicas están las de xokbil-chuy (punto de cruz o hilo contado), chuy-ká, julbil-chuy, xmol-nicté o ma-nicté, xulpudz y rejilla o deshilado. La más difundida en el oriente de Yucatán es la de chuy-ká; le sigue en importancia el xmol-nicté, que junto con la rejilla se encuentran en peligro de extinguirse. En cuanto al bordado en máquina de pedal las técnicas son: calado, renacimiento, rejilla, butbil-chuy, bordado macizo, de sombra y guipure, de reciente introducción en la zona. Un gran número de hipiles que usan las mestizas del oriente están hechos con las técnicas descritas, a excepción del renacimiento que se usa mayormente en la zona sur del estado.

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