Baranda Quijano, Joaquín

Baranda Quijano, Joaquín  (1840-1909) Abogado, político y orador. Hijo de Pedro Sáinz de Baranda. Nació en Mérida y murió en la Ciudad de México. Hizo sus estudios primarios en el Liceo de Juan González Arfián, de donde pasó al Seminario de San Miguel Estrada. Estudió la carrera de leyes, en Campeche, bajo la dirección de José María Regil y recibió su título en 1862. Fue expulsado de Yucatán por sus campañas contra la intervención francesa, y se trasladó a Tamaulipas donde fue juez de primera instancia, secretario general de gobierno y promotor fiscal del Juzgado de Distrito. Continuó su labor en favor de la causa republicana y, cuando se embarcaba con destino a Matamoros con un cargamento de armas y municiones para los defensores de esa ciudad, fue capturado. Estuvo preso en el castillo de Sisal y en la Ciudadela de Mérida, saliendo de allí para radicarse en Campeche, dedicándose entonces a atender la cátedra de literatura en el Instituto Campechano. Al triunfo de la República, fue nombrado juez de primera instancia. Renunció al poco tiempo para trasladarse a la Ciudad de México como diputado al Congreso Nacional. Repitió en la siguiente Cámara representando al mismo distrito y al de Tlalpan, de donde salió para asumir la gubernatura de Campeche. En el desempeño de esa tarea, en 1873, a solicitud del Ministerio de Relaciones Exteriores, redactó un informe conocido como «La Cuestión de Belice», publicado en Campeche dos años después. Terminó su período en 1875 y fue reelecto para el siguiente, pero no pudo concluirlo por haberse negado a reconocer el Plan de Tuxtepec.

El 3 de enero de 1877 se separó de su cargo y se dispuso a ejercer su profesión de abogado. En 1881 fue nombrado magistrado de circuito con residencia en Mérida, actividad a la que renunció ese mismo año porque resultó electo senador por el Distrito Federal. En septiembre de 1882, el general Manuel González lo nombró ministro de Justicia e Instrucción Pública de México, cartera en la que fue confirmado por el general Porfirio Díaz. Desempeñó esta responsabilidad durante 18 años (hasta el 12 de abril de 1901). Creó varias escuelas normales, entre ellas las de Guadalajara y Puebla (1881), Jalapa (1886), México (para varones, 1887) Coahuila, (1888) y México (para señoritas, 1889). Reorganizó las facultades de Derecho, Medicina y Ciencias, así como las escuelas de Agricultura, Veterinaria, Artes y Oficios, Comercio y Música. Convocó a dos congresos de gran significación para la instrucción pública en nuestro país. Al primero, celebrado del 28 de noviembre de 1889 al 31 de marzo de 1890, se deben las leyes de educación primaria conforme a las que se reorganizaron enseguida las escuelas del Distrito y de los territorios federales. Dirigieron la Asamblea Enrique C. Rebsamen y Justo Sierra Méndez, siendo éste último, presidente efectivo de la segunda reunión realizada del 1 de diciembre de 1890 al 28 de febrero de 1891. En 1892 entró en vigor la ley reglamentaria que estableció la educación primaria obligatoria, gratuita y atendida por laicos. Además de estos logros en materia educativa, contribuyó a reorganizar la Biblioteca Nacional. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y socio correspondiente de la Española. Colaboró en diversas publicaciones de la Ciudad de México y de Campeche. La Biblioteca de autores mexicanos, editada por Victoriano Agüeros, le dedicó un tomo con diversos escritos suyos de carácter político y literario, entre ellos sus discursos más conocidos y que fueron pronunciados el 18 de noviembre de 1866 en la clausura de cátedras del Instituto Campechano, sobre la poesía mexicana; el 23 de diciembre de 1869, al inhumarse el cadáver de Francisco Zarco; el 3 de junio de 1870, ante la tumba de Melchor Ocampo; el 15 de septiembre del mismo año, en el Teatro Nacional de México; el 12 de octubre de 1892, al inaugurarse la estatua de Cristóbal Colón en la plazuela Buena Vista de México y otros. Autor de Los derechos diferenciales (1868) y de Recordaciones históricas, entre otras obras.