Becanchén Comisaría del municipio de Tekax, a 36 km al sur de esa ciudad cabecera. El nombre proviene de las palabras mayas bekan, canal y chen, pozo. Pero estos pozos en realidad son chultunes, o sea depósitos subterráneos construidos por los antiguos mayas para captar el agua pluvial. Becanchén se encuentra ubicado en la meseta alta, situada al sur de la Sierra Baja; está rodeada de lomas en tres de sus lados, pero al Poniente se extiende una planicie con declive; el primer manto de agua se encuentra a una profundidad de 90 a 110 m, por lo que antiguamente era imposible obtenerla. Sin embargo, en el lado sur, entre las rocas del cerro, hay un manantial o sayab que vierte al exterior los escurrimientos de los lomeríos, lo cual fue aprovechado por los xiu, que fundaron un asentamiento probablemente en el siglo XI. Además, construyeron todo un sistema hidráulico que abarcaba cerca de un kilómetro, pues aprovecharon otra fuente o sayab en Jat-Jot, punto situado a 700 m al Suroeste, donde construyeron dos chultunes; aprovechando el declive del terreno, el excedente de agua era llevado por medio de bekanes o canales a Becanchén, donde hicieron 13 chultunes, otros 13 en Pich, al noroeste de Becanchén, y seis más en Uacpel-chen, a un kilómetro al norte de Pich; un bekán de más de 500 m unía el grupo de Becanchén, por el Poniente, con el canal que une a los otros dos grupos, y aplicaron el principio de vasos comunicantes en cada grupo, o sea que los chultunes estaban comunicados entre sí por conductos subterráneos, con lo que lograban que todos tuvieran el espejo de agua al mismo nivel. Fuera de este sistema, pero siempre en los alrededores de Becanchén, hay varias aguadas o akalchés, en cuyos fondos también construyeron varios chultunes: hasta cuarenta en Noh-halal, que conservaban el agua aunque se secase el akalché.
No se sabe cuanto tiempo estuvo ocupada la región por los xiues; se encuentran vestigios arqueológicos en los sitios llamados X’ kusil, Yaax-ché, Sak-hakal y Chakmultún; los edificios y terraplenes, muy derruidos, han sufrido la acción del tiempo y de los depredadores. Se ha dicho que Becanchén estaba en los límites territoriales entre los xiu y los itzá, y a juzgar por las obras hidráulicas, debió tener bastante población. El sitio fue descubierto en 1820 por Martín Manrique y los hermanos Juan y José Sallás, quienes hicieron ahí sus milpas y poblaron, aprovechando desde luego el agua de los chultunes. En 1823 ya era una ranchería de primer orden y en 1829 ascendía a la categoría de pueblo. El explorador norteamericano John L. Stephens lo visitó en marzo de 1840, cuando ya tenía 6 000 habitantes y se producía miel, tabaco, algodón y caña de azúcar, existiendo un trapiche; lo consideró como un verdadero oasis. A partir de 1847 y durante la rebelión indígena sufrió los embates y trastornos consecuentes, a lo cual contribuía su aislamiento geográfico y en 1853 sufrió también los estragos de la epidemia de cólera que asoló todo el estado. Sin embargo, volvió a repoblarse y se consigna que en 1866 tenía otra vez 6,000 habitantes, tres alcaldes municipales, ochos juzgados de paz, 63 ranchos de propiedad particular y una multitud de rancherías y pequeñas poblaciones que se extienden al Sur hasta las inmediaciones de Bacalar. A fines del siglo XIX se impulsó la siembra de caña de azúcar y se instaló el ingenio Pol-yuk, de mediana capacidad, que en 1908 fue propiedad de José María Pino Suárez. De todos modos la incomunicación persistió, pues se necesitaba día y medio de camino para llegar a Tekax; esto provocó el continuo abandono del pueblo. En 1960 se hizo el camino revestido de 32 km que lo une al pueblo de T’hul y que fue pavimentado en 1977. Según el censo de 1991, tiene 183 viviendas y un total de 1,160 habitantes.