Diccionarios (de la lengua maya) Los frailes franciscanos al llegar a Yucatán dedicaron largas temporadas al aprendizaje de la lengua maya y elaboraron múltiples textos de gramática denominados artes, así como vocabularios para facilitar su tarea evangelizadora y para enseñar la lengua local. De los manuscritos elaborados sobre gramática y vocabulario muy pocos fueron impresos, entre ellos Artes, de Juan Coronel, de San Buenaventura y de Beltrán de Santa Rosa. Hay autores que afirman que en 1571 se imprimió el vocabulario de la lengua maya compilado por Luis de Villalpando, y también vio las letras de molde su Arte de la lengua maya, mismo que posteriormente fue perfeccionado por el obispo Diego de Landa, aunque resultan muy poco probables sus publicaciones. La Sintaxis de la lengua maya, así como los Vocabularios español-maya y maya-español, compilados por Luis de Cifuentes, desaparecieron sin dejar huella. Lo mismo ocurrió con el Diccionario, de Alonso de Solana, el Arte, de Julián de Cuartas y el Diccionario, de Bernardino de Valladolid. Por su parte, Antonio de Ciudad Real dejó manuscritos su Capelino y otros vocabularios. Al finalizar el siglo XVI, fray Juan de Acevedo redactó Arte, para el aprendizaje de los frailes y otros textos religiosos; Gabriel de San Buenaventura vio impreso su Arte, en 1684, pero su Diccionario hispano-maya y maya-hispano médico y botánico, en tres volúmenes, desapareció, al igual que las numerosas obras de Andrés de Avendaño que fueron: Arte, Diccionario de la lengua maya, Diccionario de los adverbios de tiempo y de lugar, Diccionario de nombres de personas, ídolos, danzas y otras antigüedades de Yucatán, Diccionario botánico y médico de Yucatán y Explicación de algunos vaticinios de los antiguos indios. Del primero de quien subsisten obras impresas es de fray Juan Coronel, autor de Arte, entre otros textos, publicado en México, en 1620. Entre las obras lexicográficas escritas por los franciscanos que lograron preservarse destaca el Diccionario de Motul, llamado así porque su autor anónimo lo refiere como el sitio en que se encontraba al escribirlo. Fue elaborado en el último cuarto del siglo XVI, de acuerdo con las apreciaciones de Barrera Vásquez. Consta de 930 páginas escritas y se considera el más completo y mejor informado de los vocabularios de ese siglo. El manuscrito actualmente se halla en la Universidad Brown, en Estados Unidos de América.
En 1864, Carl H. Berendt lo copió y le adicionó 3 298 artículos léxicos, para alcanzar un total de 20 161. La primera edición impresa se realizó en Mérida en 1929 gracias al investigador Juan Martínez Hernández y en 1995 lo reeditó el mayista Ramón Arzápalo. También llegaron hasta nuestros días un manuscrito de 236 folios, que conserva la John Carter Brown Library en Providence, texto incorporado al Diccionario Maya Cordemex, y el Vocabulario de Viena o Vocabulario de Mayathan, cuyo original se halla en la Biblioteca Central de Viena y desde 1937 se conserva una fotocopia en la Biblioteca Crescencio Carrillo y Ancona.
La Akademische Druck-u Verlagsanstalt de Graz, Austria, publicó en 1972 una edición facsimilar. Diccionario de San Francisco. Los dos volúmenes maya-español y español-maya de esta obra, como se conocen, son un arreglo realizado por Juan Pío Pérez de un vocabulario manuscrito del siglo XVII, que perteneció al convento grande de San Francisco de Mérida, probablemente elaborado por los frailes del lugar. La copia de Pérez no está fechada, pero fue hecha alrededor de 1855. El original de donde Pío Pérez extrajo lo que hoy constituye este diccionario está perdido. En 1976, la Akademische Druck-u Verlagsanstalt lo publicó. Diccionario de Ticul. Es una colección de voces españolas con su equivalente maya, hallado en 1836 en Ticul por fray Estanislao Carrillo, quien se lo entregó a Juan Pío Pérez. Éste lo copió y 10 años después hizo un arreglo del texto. Tras su muerte, Ignacio Peón lo editó como obra póstuma en 1898 al incluirlo en un volumen titulado Coordinación alfabética de las voces del idioma maya que se hallan en el arte y obras del padre fray Pedro Beltrán de Santa Rosa, con las equivalencias castellanas que en las mismas se hallan, compuesta por J.P. Pérez. Arte de Pedro Beltrán de Santa Rosa. Fray Beltrán de Santa Rosa fue el primer gramático y lexicógrafo yucateco. Por 1740 elaboró su Arte del idioma maya reducido a sucintas reglas y semilexicón yucateco, publicado en México en 1746 y reeditado en Mérida en 1859. Diccionario de la lengua maya. Al morir Juan Pío Pérez en 1859, había redactado este diccionario hasta la palabra ulchahal. En 1866, Carlos Peón y Eligio Ancona iniciaron la impresión de la obra. Solicitaron a Berendt que elaborara lo que faltaba para terminarlo y en 1870 concluyó su labor. Once años después estuvo lista su impresión.
Hasta 1929 era el más grande impreso, con 16 000 artículos léxicos, que Pío Pérez le integró con base en el Diccionario de San Francisco, extractos de las obras de Beltrán y el Diccionario de Ticul. Diccionario español-maya. Fue elaborado por Ermilo Solís Alcalá, con prólogo de Antonio Mediz Bolio. Lo publicó la editorial Yikal Maya Than, en 1949. Hahil Tzolbichunil Tan Mayab o Verdadero diccionario de la lengua maya. Primero en su género, este diccionario explica el significado de las palabras mayas a partir de la propia lengua maya. Fue elaborado por Santiago Pacheco Cruz y editado en Mérida en 1969. Diccionario de elementos del maya yucateco colonial. Fue elaborado por Mauricio Swadesh, María Cristina Álvarez y Juan Ramón Bastarrachea. Contiene los elementos de los vocablos registrados en el Diccionario de Motul, el Diccionario de Juan Pío Pérez y los extractos del Chilam Balam de Chumayel. Se terminó en 1968 y fue publicado en 1970 por la Universidad Nacional Autónoma de México. Diccionario Maya Cordemex. Considerado como el esfuerzo más importante en la restauración del idioma maya y su relación con el idioma español. Lo elaboró un equipo de especialistas, bajo la dirección de Alfredo Barrera Vásquez, quienes utilizaron ocho fuentes básicas que datan desde el siglo XVI, entre manuscritos, impresos y algunos materiales inéditos, así como todos los estudios y monografías disponibles sobre el tema. Se publicó en 1980, en Mérida, y fue editado por la empresa paraestatal Cordemex. Posteriormente fue reeditado por Editorial Porrúa.