Sosa Escalante, Francisco de Paula (1848-1925) Biógrafo, poeta, político y periodista. Nació en Campeche. Hijo de José Domingo Sosa y de Manuela Escalante, comerciantes de Tekax, de donde salieron por la Guerra de Castas. Niño aún, Sosa Escalante y su familia se trasladaron a Mérida, esta vez obligados por los enfrentamientos entre campechanos y meridanos, en los cuales se inmiscuyó su padre y que a la postre habrían de originar la erección del estado de Campeche. Estudió en el Colegio Civil fundado por el gobierno republicano, en sustitución del Seminario. El régimen imperial restableció el Seminario y concluyó ahí su bachillerato. En ese tiempo se relacionó con Ignacio Ramírez «El Nigromante» y el poeta Juan Mateos, quienes se encontraban confinados en Yucatán por orden de Maximiliano. Estudió derecho con los abogados Diego Peniche y Ricardo Río, pero nunca ejerció. Al concluir el Segundo Imperio, en el cual el padre de Sosa Escalante tuvo cargos de importancia, el general republicano Manuel Cepeda Peraza, al asumir la gubernatura de Yucatán, ordenó la aprehensión de aquél, pero al saber que ya había huido a La Habana, Cuba, mandó detener a Sosa Escalante, enviándolo a la prisión de San Juan de Ulúa, Veracruz, donde contrajo una enfermedad de la vista. Fue salvado por el general Alejandro García, jefe del estado mayor del presidente Juárez, quien lo conoció cuando estuvo desterrado en Yucatán durante el Segundo Imperio y lo trasladó a la Ciudad de México, donde se recuperó. Retornó a Yucatán en 1869, con un salvoconducto del presidente Juárez, para que Cepeda Peraza no lo molestara. Agobiado económicamente, decidió regresar a la Ciudad de México en 1871.
A los 14 años, publicó su primera composición poética en el periódico meridano La Esperanza, y cuatro años después, en 1866, apareció su libro Manual de Biografía Yucateca. En la Ciudad de México, fue nombrado socio honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, encomendándosele la elaboración del Diccionario Biográfico Mexicano; mientras tanto, comenzó a publicar su novela Magdalena, en el semanario El Domingo, la cual no consiguió gran reconocimiento. En 1877, publicó El Episcopado Mexicano, la biografía de todos los arzobispos metropolitanos de México; en 1884, Biografía de mexicanos distinguidos, con 295 biografías de personajes de todas las épocas de la historia mexicana, y Los contemporáneos, personajes de fines del siglo XIX en México; en 1890, Las estatuas de la Reforma, biografías de los personajes que merecieron una estatua en el Paseo de la Reforma, según una iniciativa que el propio Sosa Escalante dio a conocer en 1887; y en 1900, Escritores y poetas sudamericanos. Su trabajo poético siempre estuvo orientado hacia el soneto, recogió gran parte de ellos en el libro Recuerdos, 1888. Su soneto más famoso es: A Lelia, por el cual recibió elogios, incluso del conocido intelectual español Marcelino Menéndez y Pelayo.
Apenas retornó a Mérida en 1869, fundó con Ramón Aldana, La Revista de Mérida, y fungió como jefe de redacción. Al regresar a la Ciudad de México, encontró en el medio periodístico una avivada polémica sobre la esclavitud y la servidumbre de los mayas en Yucatán. Cuando alguien mencionó que La Revista de Mérida había reproducido artículos que defendían la servidumbre maya, Sosa Escalante, no obstante su ausencia, continuaba como el redactor responsable, envió una carta a la revista para dar a conocer su renuncia inmediata. Desde que estuvo por primera vez en la Ciudad de México, colaboró con las más diversas publicaciones como La Vida de México, La Revista Universal, El Domingo y El Renacimiento, y en Las Violetas, de Veracruz; en El Correo de Sotavento, de Tlacotalpan, y en El Pensamiento, de Jalapa. Afiliado al Partido Liberal, era colaborador de El Eco de Comercio y El Federalista, cuando fundó en 1873 con Vicente Riva Palacio el periódico El Radical. Al fallecer el presidente Juárez, se alió a la oposición contra Sebastián Lerdo de Tejada, y atacó a éste desde el periódico La Libertad; pero al triunfar Porfirio Díaz en la obtención de la presidencia, huyó con José María Iglesias a Guanajuato. Sin embargo, en 1877 ingresó al gobierno porfirista dentro del ministerio de Fomento. Desde su puesto gubernamental, consiguió que se imprimiera la Historia antigua y de la Conquista de México, de Manuel Orozco y Barra, y México viejo y anecdótico, de Luis González Obregón. Colaboró en otros periódicos como El Siglo XIX, El Nacional, El Partido Liberal, en La Argentina, y en el Perú Ilustrado; pero poco a poco sus artículos dejaron de tener sesgo político, y prefirió los temas literarios y biográficos. En 1891, fue nombrado integrante de la delegación mexicana que participó en las fiestas del Cuarto Centenario del Primer Viaje de Cristóbal Colón a América en España; ahí fue aceptado como miembro correspondiente de la Real Academia Española; la Corona española quiso condecorarlo por su distinguida trayectoria, pero él se negó absolutamente al alegar su posición liberal. Fue dos veces diputado federal, presidente municipal de Coyoacán, donde tenía su residencia, y luego senador. En 1909, Porfirio Díaz lo designó director de la Biblioteca Nacional; pero en 1912, lo destituyó del cargo Francisco I. Madero. Sosa Escalante fue miembro de otras sociedades como la Academia Mexicana de la Lengua, la Real Academia de la Historia, Ateneo de Lima, el Liceo Mexicano, y fundador en 1914 de la Academia Mexicana de la Historia. Falleció en su casa de Coyoacán, pobre y olvidado.