Santa Lucía (parque)

Santa Lucía (parque)  Cuando se trazó en 1542 lo que sería la ciudad de Mérida, se dejó un espacio, a tres cuadras de la plaza central, en el cruce de las ahora calles 60 con 55. Desde el principio se destinó esa zona para residencia de los negros y mulatos que fueran trayendo los españoles para su servicio, lo que posiblemente explica su ubicación cercana al núcleo urbano. Varios años después, el conquistador y encomendero Pedro García decidió construir, en el lado oriente de ese espacio, una ermita, y costeó la obra de su propio peculio, la cual se terminó en 1575 y se le puso el nombre de Santa Lucía; se destinó para dar servicio religioso a la población mencionada del área. Además, se aprovechó la parte sur del atrio para que sirviese de cementerio, función que tuvo hasta 1821. La plazoleta que quedó frente a la ermita se destinó para estacionar carretas y cabalgaduras; en fechas no determinadas, en el lado poniente construyó su residencia Miguel Quijano y en el lado norte Tomasa Argüelles. En 1730, se erigió un arco a través de la calle 60, entre la casa de la señora Argüelles y el atrio de la ermita, la cual fue demolido en 1822. En 1804, el gobernador Benito Pérez Valdelomar ordenó «convertir en una plaza vistosa y agradable el muladar fétido y asqueroso de Santa Lucía», por lo que se encuadró el sitio, con calles al Norte y al Poniente; se sembró pasto y plantas de ornato y se pidió a los dueños de las residencias que construyeran portales con arquerías en los frentes de ellas, lo cual fue cumplido de inmediato por Quijano y posteriormente por la propietaria de otro predio.

A mediados del siglo XIX, en forma provisional se instalaron en los portales los puestos de venta de pescado mientras se construía, a un lado del mercado central, la pescadería. En 1871, durante la gubernatura de Manuel Cirerol, se remodeló el parque: se rodeó su perímetro con una verja de hierro; en el centro se instaló una fuente de mármol; se colocaron bancas de hierro y 20 faroles con sus postes para iluminación y se le dio el nombre oficial de Parque de la Unión. En 1878, durante el gobierno de José María Iturralde se eliminó la fuente, se colocó un obelisco a la memoria del coronel Sebastián Molas y se cambió el nombre por el de parque Los Héroes. Posteriormente, en fecha no precisada, se colocó una lápida con esta inscripción: «Aquí yacen los restos del coronel don Sebastián Molas, héroe de la Guerra de Castas». En 1902 se retiró la verja de hierro, al parque y a los corredores se les puso piso de ladrillo, se resembraron los prados, se renovaron los arbustos, y a un lado del obelisco se colocó un enorme macetón de concreto que existió hasta 1929. En los 40 del siglo XX, la lápida mencionada fue retirada y luego de cuatro años se colocó otra que dice: «Al coronel D. Sebastián Molas, mártir del federalismo en Yucatán. 1819-1853». Las fechas corresponden al nacimiento y muerte de Molas. El Ayuntamiento de 1959-1961 destinó este parque para funcionar como Jardín del Arte y promover exposiciones dominicales de pintores y escritores jóvenes locales. Además, inició el espectáculo Lo que Cuenta Nuestra Historia, antecedente de lo que hoy es la romántica función llamada Serenata Yucateca, de los jueves, inaugurada en 1965, la cual atrae a gran número de locales y turistas. En la parte exterior del ángulo que forman los portales, se han colocado bustos de varios compositores y músicos destacados.