O’Horán y Escudero, Patricio

O’Horán y Escudero, Patricio  Militar. Nació en Guatemala. Hijo de Tomás O’Horán y Argüello y de Gertrudis Escudero y de la Rocha. Sirvió a la milicia con el grado de teniente de caballería en agosto de 1847, cuando marchó con 200 hombres al mando del capitán Felipe de la Cámara Zavala, para batir a los 400 o 500 mayas insurrectos que se habían apoderado del rancho Xcá. Debido a la desigualdad en número, fueron obligados a retirarse. Tuvieron un saldo de ocho muertos y varios heridos, entre ellos Patricio O’Horán. Su arrojo hizo que el coronel Eulogio Rosado le confiara una fuerza de 100 hombres para luchar contra los indígenas rebeldes que se encontraban en el rancho Cochbatún y, tras rudo combate, también salió herido, aunque logró desalojarlos. En 1848, continuó con sus importantes servicios en la guerra. Entre ellos se registra una verdadera hazaña: el 27 de junio de 1850, después de organizar una columna de 700 hombres se puso al frente de ella y se dirigió a Bacalar. La guarnición de este sitio, que desde tiempo atrás sufría enfermedades y escasez de víveres y medicinas, fue socorrida por Patricio O’Horán, quien entró a Bacalar con sus fuerzas el 5 de julio de ese año y posibilitó que el teniente coronel Isidro González, jefe de la guarnición, saliera en busca de víveres, los cuales halló para cubrir las necesidades de su gente hasta por dos meses. O’Horán y Escudero regresó por otra ruta y a su paso arrolló al enemigo, asaltó sus escondites y los despojó de todo recurso. Finalmente, llegó a Kancabchén el 20, llevando consigo un cuantioso botín que consistía en 83 armas de fuego, algunos barriles de pólvora, varias piezas de ganado caballar, 218 prisioneros y las prendas de vestir de 117 adversarios muertos en la pelea. En 1852, con el fin de reconocer los principales centros de los rebeldes, el general Vega destinó una sección de cada brigada para operar en la región correspondiente, y le confió a O’Horán una sección de las tres que debían salir de los Chenes. El esforzado militar cumplió, como siempre, dignamente las órdenes dadas y retornó con prisioneros y familias que erraban en los bosques.