Olimpo (El)

Olimpo (El)  Edificio colonial construido en el costado poniente de la plaza principal de Mérida, en la esquina noroeste correspondiente al cruce de las calles 62 por 61, el cual fue demolido en 1974. El investigador Francisco Burgos Villanueva, en su libro El Olimpo. Un predio colonial en el lado poniente de la Plaza Mayor de Mérida, Yucatán, y análisis cerámico comparativo, indica que las primeras casas levantadas en el lado poniente de la plaza fueron edificadas a mediados del siglo XVII; pero dicha plaza sufrió importantes modificaciones en la mitad del siglo XVIII. Por su parte, el arquitecto Aercel Espadas Medina, en su ensayo: El Olimpo: expresión y creación formal, establece que el primer antecedente del edificio que se denominaría en el siglo XX: El Olimpo, probablemente fue una casa habitación de una planta, de edificación muy precaria, de volumen simple y macizo, con rollizos y argamasa en los techos altos, de altura adecuada y justificada para un clima cálido y húmedo. La fachada estaba alineada al frente del terreno. La primera edificación, como muchas que rodeaban la plaza principal, con toda seguridad tuvo que ser demolida al no ajustarse a las necesidades de los diversos usuarios, por lo que se inició la construcción de otra de dos plantas, aunque es probable que no ocupara toda la longitud del predio. El diseño del nuevo edificio fue de «taza y plato», donde la planta baja estaba destinada para «accesorias» de comercios, bodegas y talleres. La planta alta tenía más altura y estaba destinada a las habitaciones de los propietarios. El edificio tenía fachadas simples y alineadas al parámetro de las calles 61 y 62, con predominio del macizo sobre el vano. La apertura de vanos para puertas y ventanas era de proporción vertical en ambas plantas, distribuidas de manera monótona y repetidas rítmicamente a lo largo de las fachadas. Contaba con crujías paralelas a las calles y un patio interior central con funciones de iluminación y ventilación. El zaguán de acceso se encontraba en la calle secundaria, desembocando al patio central.

La primera modernización de Mérida se dio como consecuencia de las reformas borbónicas de Carlos III, y producto de ello fue el aportalamiento de la plaza. En 1783, el gobernador José Merino Ceballos autorizó el aportalamiento de la casa del alguacil mayor, José Cano, ubicada en la esquina noreste de la 61 con 62, y a partir de ese momento se procedió a promover la construcción de los portales de los edificios frente a la plaza. Ese mismo año, El Olimpo se enriqueció con la superposición de portales en ambas plantas. Los portales agregados no modificaron la organización interior del edificio su fachada estaba compuesta por una sucesión repetida rítmicamente de 13 arcos de medio punto y, como tratamiento de esquina, un macizo de remate formando las aristas del volumen. La fachada norte estaba rematada por almenas en forma de pináculos labrados en piedra. El remate de la parte central del edificio se componía de un campanario con un arco conopial.

Espadas Medina también menciona que la necesidad de los propietarios del predio de significarse para mantener su prestigio social, les hizo modificar el edificio entre 1894 y 1895, pero sin perder su enlace con el pasado. Transformaron radicalmente todas las fachadas y el patio interior central, dentro de la segunda modernización que vivió Mérida a consecuencia del auge henequenero y que estuvo permeada por el clasicismo arquitectónico estadounidense, con influencias directas de la arquitectura de la feria World’s Columbian Exposition, que se realizó en Chicago en 1893. El nuevo diseñador de El Olimpo conservó los 13 arcos en la fachada de los portales, tanto de la planta baja como de la alta, número impar que le permitió un arco central para mantener una clara simetría. Transformó, en la planta baja, los apoyos verticales de los arcos de medio punto, pasándolos de columnas a pilares, y comenzó con ello el cambio del estilo del edificio. Conservó, en la planta baja, el macizo de remate de la arista de la esquina, que le sirvió para su tratamiento clasicista y, aunque preservó la modulación de trece vanos en la planta alta, cambió los arcos por vanos adintelados, por lo que fue necesario demoler el portal de esta planta. También demolió la cubierta del portal de la planta baja, sustituyendo en las cubiertas de ambas plantas el sistema constructivo de rollizos por vigas belgas de hierro. Los apoyos verticales en los vanos adintelados eran columnas clasicistas de «orden compuesto». Se modificó radicalmente el patio interior central, conformándolo con portales en sus cuatro costados, con arcos de medio punto en la planta baja sobre pilares y dinteles, apoyados en columnas compuestas del mismo estilo que las de las fachadas exteriores. El nuevo edificio resaltó por encima del vecino edificio del Palacio Municipal que, aunque modificado en diversas ocasiones, tenía un frío y rígido diseño neoclásico, demasiado duro frente a El Olimpo.

Al cambiar de uso el edificio, ya que pasó a ser local para clubes de servicio y de otro tipo posteriormente, se habilitó como espacio cerrado el portal superior mediante el cierre de los intercolumnios con vitrales en forma de abanico y la parte inferior del arco con cancelería de madera y vidrios esmerilados. Para 1923, los intercolumnios de la planta alta estaban en estas condiciones y la parte de abajo se cerró con madera y cristales fijos, dejando un espacio libre de aproximadamente 60 cm sobre la base de las columnas corintias. Ahí se encontraban ventanas con persianas de madera que se abrían a manera de balcón.

Desde los inicios del gobierno de Salvador Alvarado, se implementó una disposición reglamentaria para ganar visibilidad para el tránsito vehicular en el centro de Mérida, que consistió en el achaflanamiento de los edificios ubicados en las esquinas por tanto, El Olimpo sufrió esa deformación. En los primeros años del siglo XX el inmueble albergaba al Centro Español y sus hermosos salones eran el centro de reunión de la sociedad emeritense de aquella época. En la planta baja había varios comercios, entre ellos el billar El Olimpo. Ocupaba un terreno de 2,277 m2 y tenía una superficie construida de aproximadamente 2,263 m2.

Burgos Villanueva nos dice que en los años previos a su demolición, a principios de la década de los 70, el predio requería de una completa restauración y la fachada ya no podía observarse en toda su extensión porque se encontraba oculta por anuncios luminosos. Poco antes de su demolición, iniciada el 29 de octubre de 1974, por instrucciones del alcalde Efraín Ceballos Gutiérrez, Servicios Coordinados de Salud Pública clausuró los establecimientos correspondientes por considerar que eran insalubres y corrían el peligro de derrumbarse. Un año después de su demolición, el Ayuntamiento compró el predio y la administración de Federico Granja Ricalde permitió que se estableciera en el predio un gran estacionamiento y un sitio de taxis.

Desde el siglo XVII hasta principios del XX, el predio tuvo una larga lista de propietarios que Burgos Villanuevarelaciona así: Francisco Ávila (¿-1707), María Carranza (1707-1721), Juana María de Ávila Carranza (1721-1741), María Buendía y Henríquez (1741-?), Pedro Faustino Brunet (¿-1792), Juan Domínguez Cárdenas (1792-1812), Santiago Martínez Peralta (1812-1824), José María Ruz y Novelo (1824-1843), Felipa Medina de Ruz (1843-1854), José Medina Padrón (1854-?), Ana María Medina de Ruz (¿-1879), Manuel Romero Ancona (1879-1890), Eloísa Fuentes de Romero (1890?-1903?). Durante el siglo XX, según las inscripciones del Registro Público de la Propiedad del estado de Yucatán, sus dueños fueron: Manuel Cirerol (1903-1916), Mercedes Cirerol de Díaz (1916-1916), Manuel Cirerol (1916-1922), Sucesión Amada Villamil de Cirerol (1922-1923), Manuel Cirerol (1923-1923), Compañía Civil Explotadora de Fincas Urbanas (1923-1925), Bertha Orio Vda. de L. (1925-1938), Apolinar Rafael y Felipe Cen Lara (1938-1941), José María Villapol H. (1941-1943), Paula Blanco Vda. de Villapol (1943-1973), Jorge Abimerhi, Socorro Abimerhi Habid y Nalifa Abimerhi Habid (1973-1976) y el Ayuntamiento de Mérida (1976).

Luego de 22 años, el Ayuntamiento de Mérida tomó la decisión de construir un nuevo edificio en el mismo predio, que hoy día se conoce como el nuevo Olimpo y que será el Centro Cultural Municipal. El alcalde Patricio Patrón Laviada convocó a concurso para elegir el mejor proyecto arquitectónico, que ganaron los arquitectos Roberto Ancona Riestra, Jorge Carlos Zoreda Novelo y Augusto Quijano Axle. Colaboraron en el proyecto Enrique Cabrera Peniche y Alberto Vargas Díaz. La construcción del nuevo Olimpo se inició el 6 de enero de 1997 y, de acuerdo con la justificación elaborada por los autores del proyecto ganador, se trata de un edificio con diseño contemporáneo o modernista, que rescata algunos detalles coloniales del antiguo Olimpo, que le permitirán adaptarse al modelo arquitectónico que guardan los inmuebles de la Plaza Principal.

En proceso de construcción, el nuevo Olimpo es un edificio de dos plantas. La parte frontal del primer nivel cuenta con un corredor similar al del Palacio Municipal y tiene 12 arcos, a la misma altura que los de la Comuna. La planta baja albergará un salón auditorio con capacidad para más de 200 personas, destinada a usos múltiples una biblioteca electrónica computarizada abierta a estudiantes y público en general las oficinas administrativas, bodegas y sanitarios. Debajo del auditorio se instalará un teatro subterráneo.

La parte frontal del segundo nivel es un espacio cerrado con 12 ventanales, simulando balcones adornados con balaustradas y trabajos de herrería. En la planta alta se establecerá una sala de proyección de vídeos con capacidad para 60 personasy una sección de talleres múltiples, divididos en tres módulos, donde se impartirán clases de distintas especialidades, todas ellas relacionadas con la cultura. La cancelería del inmueble está elaborada con marcos y bastidores de madera de caoba y en algunos puntos de cristal y persianas de madera. Los acabados son similares a los edificios del entorno, partiendo del estuco como elemento principal. Los pisos del pórtico y de los corredores de la planta baja son de color amarillo y de los interiores y segundo nivel están diseñados con elementos contemporáneos. El edificio fue inaugurado solemnemente el 6 de enero de 1999.