(Breve antología)
En tu casa la gatita
pone en jaque a los ratones
y en el baile, mesticita,
tú cazas los corazones.
Aunque te estén cortejando
no des a nadie tu amor;
mira, niña, que es mejor
vivir siempre zapateando.
Anoche, linda, soñé
que dos negros me mataban;
eran tus ojos, vidita,
que enojados me miraban.
Quisiera ser un mosquito
y entrar en tu mosquitero,
para cantarte, quedito,
canciones de Manzanero.
Quisiera ser el zapato
que calza tu lindo pie
para ver de rato en rato
lo que tu zapato ve.
Si quieres ser mi mujer
te tienes que acostumbrar
no a dejar de trabajar,
sino a dejar de comer.
Eres tú, preciosa chica,
parecida al chile verde,
que todos saben que pica
pero con gusto se muerde.
Yo nunca, jamás, contento
con tu nombre puedo estar;
¿por qué te llaman Pilar
si tú eres un monumento?
Ya no aguanto a los doctores
por sus mentiras eternas;
¿cómo a tus preciosas piernas
llaman miembros inferiores?
El día en que tú naciste
un ángel cayó del cielo;
el día en que tú te mueras
el coro estará completo.
Quisiera ser chupaflor
pero de esos muy azules,
para chupar tu piquito
sábado, domingo y lunes.
Quisiera ser chupaflor,
chiquito pero muy tierno,
para volar con amor
alrededor de tu terno.
Voy a decir que te quiero
y no quiero que lo creas;
lo que en el fondo yo espero
es que algún día…¡lo veas!
Al verte llorar, mi cielo,
pensé sin querer pensar
que la vida es un pañuelo
y las lágrimas el mar.
Del tronco brotó una rama
y de la rama una flor;
esa flor eres tú, linda,
la que perfuma mi amor.
Me miras tan de soslayo
y son tales tus enojos,
que deseo me parta un rayo…
pero un rayo de tus ojos.
En esa boquita en flor,
que te ha regalado Dios,
no hay ningún labio inferior
son superiores los dos.
Me dicen quiquiriquí
por gallo y por cantador
mas yo te persigo a ti,
por picotear esa flor
que está bordada en tu hipil.
Yo sé que el adorarte
es jugar con fuego,
pero si es por besarte
feliz me quemo.
Tú eres manteca,
yo soy arroz;
qué buena sopa
haremos los dos.
Preciosa flor de pitahaya
blanca flor de saramullo,
por muy lejos que me vaya
este corazón es tuyo.
Quisiera ser la venera
de tu rosarito de oro,
para estar sobre tu pecho
y decirte que te adoro.
Con este precioso terno
tan linda y graciosa está,
que en adelante será
para usted mi amor eterno.
Diga usted a su mamá
que tengo que ser su yerno.
Ese precioso x’hail
que trepa por tu albarrada
hoy se ha vuelto una chulada
en el ruedo de tu hipil.
Tienes graciosa mestiza
la hermosura de las flores,
la frescura de la brisa
y el imán de los amores.
Son tus labios niña hermosa,
objeto de mis antojos,
tan dulces, niña, tan rojos
como una tuna sabrosa.
Cuando sonríes serrana
y luces tu gallardía,
es más linda la mañana
y más luminoso el día.
Estoy ansioso de ti,
quiero que escuches mi ruego,
me estoy quemando en el fuego
que me diste y que te di.
Chelo, tu corazoncito
es un lindo cantarito
que no quieres estrenar;
llénalo poco a poquito
con lo que me haces llorar.
Paca, Paquita hechicera,
Paca, mi dicha, mi Edén,
tú aliviarías mi arranquera
si en vez de Paca Cervera
fueras paca de henequén.
Yucatán tierra de aroma,
tierra de amor y alegría,
que al son de tu vaquería
arrullas como paloma;
en tus cenotes se toma
agua de puro cristal,
tu leyenda y tu ritual
en mil páginas se pierde
y es pendón el oro verde
que brilla en tu henequenal.
Quiero contarte, mi amor,
lo que dice mi vecina:
que tú eres la medicina
que me recetó el doctor.
Dos recuerdos tengo tuyos:
uno alegre y otro triste,
el beso que te robé
y el bofetón que me diste.