Salazar Ilarregui, José (1823-1892) Ingeniero de minas y comisario imperial de Yucatán en el Segundo Imperio. Nació en Hermosillo, Sonora. Estudió en el Colegio de Minería de la Ciudad de México. Fue encargado de la Comisión de Límites entre México y los Estados Unidos, tanto en la línea del río Bravo, después del Tratado de Paz de 1848, como en la delineación del territorio de La Mesilla, vendida por el gobierno del general Antonio López de Santa Anna. Inició su carrera política como representante de Chihuahua en la Junta de Notables formada por el general Forey para ofrecer la corona mexicana a Maximiliano de Habsburgo. Subsecretario de Fomento de la Regencia en 1863, fue nombrado por Maximiliano, el 31 de julio de 1864, comisario imperial de Yucatán.
Llegó a Mérida el 4 de septiembre e inmediatamente dividió a Yucatán en tres departamentos: de Mérida, Campeche y Carmen; estableció el Banco de Avío de la Península de Yucatán para ayudar a los trabajadores y reestableció el cargo de abogado defensor de indios. Prohibió excavar o tocar los vestigios arqueológicos. Suprimió la Guardia Nacional para crear los Batallones Auxiliares de la Península. Autorizó el regreso a Yucatán de todos los desterrados, en particular, los Cepeda y Pablo García. Salazar Ilarregui, con un batallón de 600 soldados que le mandó el ministerio de Guerra a petición suya, apoyó las acciones para combatir a los indios sublevados que aún asolaban el oriente y el sur de Yucatán. Entre sus obras de gobierno destacó la promoción de los pozos artesianos públicos, la instalación de la primera línea telegráfica entre Mérida y Sisal, cuya inauguración fue el 12 de noviembre de 1865, la elaboración de un plano exacto de la ciudad de Mérida, el más antiguo que se conoce, levantado por un cuerpo de ingenieros extranjeros y mexicanos. Trajo también algunos inmigrantes alemanes que se establecieron en Santa Elena Nohcacab; promovió la apertura de 55 escuelas elementales más e instaló un observatorio astronómico en el Colegio de San Pedro. El apogeo del gobierno del comisario imperial llegó el 23 de noviembre de 1865 con la visita de la emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano. Poco después, Salazar Ilarregui fue nombrado ministro de Gobernación en sustitución de José Fernando Ramírez y dejó Yucatán para viajar a la Ciudad de México. Para sustituirle, llegó a Mérida el 25 de marzo de 1866 el que sería después comisario imperial de Veracruz, Domingo Bureau. Conservó lo dispuesto por su antecesor y como hechos importantes de su gobierno, se recuerda el sitio de Tihosuco por los mayas, así como el confinamiento a Cozumel de Eligio Ancona y Yanuario Manzanilla. Sorpresivamente Salazar Ilarregui fue de nuevo nombrado comisario imperial de Yucatán y retornó el 10 de noviembre de 1866. Sin embargo, el Imperio ya estaba pronto a caer debido a la salida del ejército francés de México y al fortalecimiento republicano. El 1 de abril de 1867, a raíz de los continuos ataques republicanos a Mérida, Salazar Ilarregui decretó el estado de sitio, y el 15 de junio formó la capitulación. El 16 de junio, las fuerzas del general republicano Manuel Cepeda Peraza entraron a Mérida, y José Salazar Ilarregui se embarcó poco después, no obstante las amenazas de Pablo García, para Nueva York, donde estuvo hasta que se decretó su indulto. Calmados los ánimos después de la caída del Imperio, Salazar Ilarregui prestó de nuevo, como ingeniero destacado que era, sus servicios al gobierno de México.
Como jefe de la Comisión de Límites para el trazo de la frontera con Guatemala y en cumplimiento de las instrucciones reservadas que recibió de la Secretaría de Relaciones, remitió a ésta desde Unión Juárez, el 26 de marzo de 1879, dos proyectos de frontera que pudieran servir de base para el estudio de la línea divisoria más conveniente. Publicó en 1850: Datos de los trabajos astronómicos y topográficos dispuestos en forma de diario. Practicados durante el año de 1849 y principios de 1850 por la Comisión de Límites en la línea que divide esta República de los Estados Unidos. Murió en la pobreza en la Ciudad de México, no obstante haber administrado grandes sumas del erario público.