Novelo, Bonifacio Combatiente maya durante la Guerra de Castas y uno de los primeros conspiradores rebeldes. Tatich en 1867. Vivió en el barrio de San Juan, Valladolid. Algunos historiadores consideran que en 1847, debía contar con aproximadamente 40 años de edad y que siete años antes ya participaba en los conflictos internos protagonizados por los dzulob. Fidelio Quintal Martín, en su ensayo Biografías campesinas del siglo XIX, señala que «aunque en los libros de historia de Yucatán, a Bonifacio Novelo se le menciona un sinnúmero de veces, apareciendo como el que más se cita después de Cecilio Chí y Jacinto Pat, la personalidad de este campesino permanece como en una penumbra». Juan Francisco Molina Solís lo describe como un hombre mulato, en tanto Nelson Reed lo caracteriza como «el mestizo fuera de la ley».
Antes del estallido de la Guerra de Castas, en enero de 1847, comandó un millar de indígenas y participó en el sitio de Valladolid bajo las órdenes del coronel mendista Antonio Trujeque. Cuando la ciudad cayó, se llevó a cabo una matanza espantosa, atribuida a Bonifacio Novelo, aunque las órdenes de degüello provinieron de Trujeque. Sin embargo, de acuerdo con Fidelio Quintal, fue él quien ordenó la muerte del comandante defensor de la plaza, el coronel Venegas. Por tales acciones, fue declarado fuera de la ley y un batallón entero, el Ligero Permanente, se dedicó a perseguirlo. Desde entonces, vivió a salto de mata, huyendo de los procesos judiciales, sin que jamás lograran atraparlo. De ahí vino su fama de hombre osado, invencible y astuto. Entre los documentos del proceso seguido a Manuel Antonio Ay, fue dada a conocer una carta atribuida a Novelo, quien no la firmó con su nombre sino con el seudónimo de «Layuca». Esta medida reveló su profunda desconfianza y experiencia para ocultarse de los soldados blancos, lo cual le sirvió para sobrevivir largamente de los riesgos de la guerra, a diferencia de otros caudillos mayas que murieron tempranamente, asesinados o fusilados. En la carta, fechada el 2 de noviembre de 1846 desde Mérida, Novelo le dice a Manuel Antonio Ay «Procura cuanto antes, rómpeles el bautismo porque ya no tiene remedio el asunto; te remito un papel de Campeche para que veas cómo va el negocio Calkiní, Halachó, Bécal, Hecelchacán, Tenabo, Maxcanú, Tekax, Yaxcabá y muchos otros pueblos ya secundaron el pronunciamiento. No tengas cuidado de los papeles que publica el gobierno porque son mentiras que manda firmar el Ayuntamiento y al primero local y otros cuerpos están muy apurados cada día y nadie quiere tomar las armas contra Campeche. Los soldados de Sisal se huyeron para Campeche con sus armas. En el pueblo de Hopelchén se quiso pronunciar un tal Baquero y lo amarró el jefe político. Al otro día se huyó de la cárcel y se fue a Campeche, tomó cien hombres y después de algunos fusilados amarró al jefe político y lo llevó a Campeche preso. Tus trescientos soldados se pasaron con Baquero, los fregó después de haber dado preso. No te tardes ni tengas miedo alguno Gamboa, junta tus muchachos y bótate sobre Méndez y amarra a esos carajos que te amarraron procura cuando tomes la plaza no se escapen Pérez, Ríos y Bázquez al calabozo con ellos y hazles firmar cuanto quieras, en el momento que lo hagas manda a los pueblos para que se te junten. Tú no eres pendejo y por eso no te digo sino que aviolentes cuanto antes luego que lo hagas, nos mandarás la noticia en la Kuma hiva (sic) que lo hagas valor y duro con ellos».
En agosto de 1847, Bonifacio Novelo se presentó ante Ceciclio Chí comandando un grupo de 200 hombres de Dzitnup, Chichimilá, Ebtún, Xocén y Tixhualahtún. Chí lo comisionó para que se dirigiera a Belice a comprar pólvora, plomo y fusiles, tarea que desempeñó eficazmente a pesar de ser continuamente perseguido por el jefe político de Valladolid, el coronel José Eulogio Rosado, quien comisionó al coronel Manuel Olivier para que al frente de una fuerza militar lo buscara sin éxito por todas partes. Los numerosos viajes que realizó le dieron la oportunidad de conocer a quienes organizaban el contrabando y manejaban el mercado negro de la venta de armas que abarcaba las ciudades de Londres, Nueva Orleáns, Kingston y Belice. Nelson Reed, en su libro La Guerra de Castas, describe el encuentro que el inglés John Carmichael, procedente de Belice, tuvo con Bonifacio Novelo, ya convertido en tatich de la ciudad santuario de Chan Santa Cruz, hoy Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, en el otoño de 1867. Carmichael contó que Novelo era «un hombre de unos 60 años de edad, inmensamente corpulento y de tez un poco más clara que la generalidad de los indios. La expresión de su apostura es decididamente agradable. Estaba vestido con un paño multicolor de manufactura india. Pantalones sueltos de algodón blanco guarnecidos ricamente de las rodillas abajo, huaraches de cuero bordado y una mascada, también hecha por indios, en torno de su cintura, mientras al cuello llevaba una cadena de oro macizo con una cruz colgando». Carmichael había viajado a Chan Santa Cruz para buscar apoyo de los cruzob, y Bonifacio Novelo se lo prometió. De acuerdo con el testimonio del inglés, Novelo reclamaba todo Yucatán; con la excepción diplomática de Belice, pretendía dominar un ejército de 11,000 personas, incluidas las tribus aliadas, y poseer un tesoro de 200,000 pesos, más joyas y adornos de oro de gran valor. En su papel de nohoch tata o tatich de Chan Santa Cruz duró largos años, hasta que murió de muerte natural en una fecha no precisa, con aproximadamente 70 años de edad. Al final de su vida pasaba mucho tiempo en el palacio o la iglesia de la ciudad santuario, apartado de su pueblo, como harían a imitación suya otros nohoch tata después. En 1945, todavía algunos viejos recordaban su nombre repetido por la tradición oral.