Nacom

Nacom  Jefe militar supremo dentro de la organización social prehispánica de los mayas de Yucatán. Beatriz Repetto Tió, en su libro Desarrollo militar entre los mayas, destaca que la organización militar de los pueblos mayas yucatecos estaba encabezada por el Ah Kin o sacerdote guerrero, quien representaba el papel de dirigente intelectual de la política y los intereses del Estado y del grupo, y presenciaba las batallas en compañía del señor principal. En seguida estaba el Nacom o general del ejército, elegido por el mismo Ah Kin para desempeñar el cargo por tres años. El Nacom era quien iba al frente del ejército, dando la cara, y cuando la volvía y huía, también los soldados huían con él; lo mismo sucedía si él moría, como lo establece la Relación de Campocolché y Chocholá. Durante los combates era la persona más importante, por ello los grupos contendientes trataban de capturar al Nacom contrario, ya que esa circunstancia decidía cuál era el grupo vencedor. Fray Diego de Landa, en su obra Relación de las cosas de Yucatán, señala que «los más idólatras eran los sacerdotes, chilanes, hechiceros y médicos, chaces y nacomes (…) Nacomes eran dos oficios: el uno perpetuo y poco honroso porque era el que abría los pechos a las personas que sacrificaban; el otro era una elección hecha de un capitán para la guerra y otras fiestas que duraban tres años. Éste era de mucha honra». También escribe que el Nacom que sacrificaba, además de ser un cargo perpetuo, se heredaba, mientras que el otro Nacom era electo por tres años para la guerra, mediante muchas ceremonias y también organizaba la fiesta que se celebraba en el mes denominado Pax, que caía el 12 de mayo. Este Nacom, «en estos tres años, no había conocer mujer ni aun la suya, ni comer carne; teníanle en mucha reverencia y dábanle a comer pescados e iguanas que son como lagartos; no se emborrachaba en ese tiempo y tenía en su casa las vasijas y cosas de su servicio apartadas, y no le servía mujer y no trataba mucho con el pueblo. Pasados los tres años, (volvía a vivir) como antes». Diego de Landa describe que en el mes de Pax, durante las fiestas, se reunían los señores y sacerdotes de los pueblos menores y mayores, «iban todos a casa del capitán de sus guerras (…) y traíanle con gran pompa sahumándole como a ídolo de templo, y le sentaban quemándole incienso y así estaban él y ellos hasta pasados los cinco días, en los cuales comían y bebían de los dones que se ofrecían en el templo, y bailaban un baile a manera de paso largo de guerra». Tras cinco días de fiestas solemnes en el templo, destinadas «para cosas de guerra y alcanzar la victoria sobre los enemigos», el Nacom regresaba a su casa, pero ya sin perfumes. En la Relación de Cinanché y Egum se indica que los capitanes y gente principal llevaban a la guerra sus plumas de muchos colores, mientras que casi todos los demás iban teñidos de almague para parecer más fieros.

Respecto de los nacomes que realizaban sacrificios humanos, Ralph L. Roys, en su libro: Indian Background of Colonial Yucatan, los define como sacerdotes y plantea que un chilam podía ocupar esta posición, como el famoso profeta Chilam Balam, también llamado Nacom Balam. Difiere de Landa cuando éste afirma que el oficio de Nacom no era considerado muy honorable y dice que en tiempos de la postconquista, cuando la organización religiosa propia de los mayas se había más o menos derrumbado, hubo caciques y otros hombres importantes realizando estos servicios; incluso hubo cuatro ancianos llamados chacs que eran nombrados cada año para asistir los sacrificios y otras ceremonias. La vestimenta de los Nacomes, aunque algunas veces era de algodón, normalmente consistía en una larga túnica blanca hecha de corteza y adornos en el cuello de conchas y caracolas. En su cabeza portaban una especie de corona similar en su forma a la usada por los monarcas mexicas y parecida a las de algunas figuras guerreras que se localizan en los relieves de Chichén Itzá y que datan del período mexica. Los cabellos de los sacerdotes eran largos y enmaraños, cubiertos con la sangre de los sacrificios, algo típico en los sacerdotes mexicas dedicados a los sacrificios. Las funciones principales de los sacerdotes eran favorecer a los dioses y no perder de vista el calendario para decirle a la gente cuándo sembrar, cosechar y cazar o ir a la guerra. También oficiaban diversas ceremonias caseras, como bodas, bautismos o confesiones; daban sermones y hacían cumplir las observancias religiosas.