Neurocirugía

Neurocirugía  En la época prehispánica, no obstante que en Monte Albán se realizaban trepanaciones craneales, esta cirugía nunca se efectuó en el área maya, ni en Guatemala ni en las ciudades mayas de la Península. De la época colonial no existe referencia alguna y lo mismo puede decirse de todo el siglo XIX. En la primera década del siglo XX, el primero que trató quirúrgicamente con éxito una fractura de cráneo con hundimiento y ruptura de lameníngea media, fue el doctor Saturnino Guzmán Cervera. Mucho después, en el Primer Congreso Médico Peninsular de 1933, el doctor Alberto Berrón Guerrero presentó un trabajo titulado «Siete casos de Traumacraneano», tratados quirúrgicamente con éxito. Debe tenerse en cuenta que en esta época no había ningún medicamento antinfeccioso y que la meningitis era el final de cualquier cráneo abierto; por eso, sobre tumores cerebrales o medulares no se había hecho nada, y los hallazgos eran de autopsia.

En 1945, el doctor Arturo Erosa empleó con éxito el sulfatiazol para prevenir infección en un cráneo abierto por machetazo, con hundimiento de meninges y vasos, que fueron suturados, lo cual representó un avance en el tratamiento de estos traumatismos. Tras graduarse el doctor Raúl Cárdenas Torre, se dirigió a La Habana, Cuba, para estudiar neurología, pero su maestro el doctor Carlos Manuel Ramírez Corría lo convenció de prepararse en neurocirugía, lo cual realizó en el Hospital General Calixto García de esa ciudad. Retornó a Mérida en febrero de 1949; en marzo, estableció el servicio en el Centro Anticanceroso, habiendo sido la primera intervención una lobotomía por dolor intratable. Luego fundó los servicios en el Hospital O’Horán, en el hospital para ejidatarios henequeneros 20 de Noviembre y en el hospital para enfermos mentales Leandro León Ayala. Pero con tantos servicios dispersos no era posible rendir un trabajo con la eficiencia deseada en una especialidad tan compleja y tan llena de necesidades cooperativas de otras ramas médicas, como rayos x, laboratorio, electroencefalografía, etcétera. Por lo que a sugerencia suya se constituyó un patronato privado para la construcción y equipamiento de un local que reuniera todo lo necesario. Así surgió, en 1954, el Instituto de Neurocirugía. Las primeras actividades en el ramo de neurocirugía, de 1949 a 1952, fueron expuestas por el doctor Cárdenas ante la Décima Asamblea Nacional de Cirujanos, (1952), con un total de 152 operaciones, divididas en: cirugía del dolor, 46; cirugía tumoral, 50; traumatológica, 20; psicocirugía, 25, y diversas, 11. La mortalidad fue de un 12% en total. En el Instituto, varios médicos colaboraron en el equipo quirúrgico del doctor Cárdenas, entre ellos los doctores Juan Pinto Aranda y Raúl Concha Campos, que se quedaron en Mérida; Carlos Lara Cortés, que se radicó en Estados Unidos de América, y Carlos Solís Durán, que terminó su especialización en ese país, y luego trabajó en las ciudades de Guadalajara y México. Otros médicos que han seguido esta especialidad son Rubén Darío Vargas, José Ávila Sosa, Raúl Cárdenas Pérez (hijo del doctor Cárdenas Torre), Miguel Suárez Martínez, René Herrera Morales, Andrés Méndez Meza, Iván Sabido Mendiburu y Héctor Ortegón Baqueiro.