Folclor Se suele llamar así al conjunto de creencias, tradiciones, mitos y consejas de los grupos populares. Este término, cuyo origen corresponde a la lengua inglesa, puede traducirse como conocimiento o sabiduría del pueblo. Se asocia con el concepto de región, en el sentido de que destaca las relaciones sociales de los subgrupos distribuidos geográficamente en un espacio mayor al que corresponde una cultura unificada, de acuerdo con criterios de integración nacional. Para el caso de las sociedades mesoamericanas, es preciso tener en cuenta las condiciones específicas de su desarrollo histórico. En este punto conviene considerar el concepto de sincretismo, entendiéndolo como un proceso en el que se combinan rasgos de diferente procedencia cultural. De acuerdo con lo que nos ocupa, se trata de una mezcla de elementos indígenas y occidentales. Sin embargo, esto no significa la aceptación pasiva de los patrones culturales foráneos, sino que se trata más bien de una asimilación activa en la que hay una reformulación de símbolos y sentidos culturales, y una constante tensión entre ambos extremos. Así, cuando los españoles conquistaron la Península de Yucatán, impusieron su dominio político sobre las poblaciones mayas, pero no lograron erradicar las prácticas y los valores autóctonos, los que a su vez también ejercieron alguna influencia en los representantes de la civilización europea. Además, es necesario recordar que la conquista definitiva de la región del Petén se logró hasta fines del siglo XVII y durante todo el tiempo que permaneció como un asentamiento independiente, constituyó un importante punto de referencia que fortaleció la identidad de los indígenas mayas. En un artículo dedicado al tema del folclor yucateco, el escritor y pedagogo Rodolfo Menéndez de la Peña enumera diversas manifestaciones culturales correspondientes a esta categoría, entre las que figuran las diversiones y espectáculos públicos de carácter regional, los novenarios, casamientos, bautizos, vaquerías, novilladas, fiestas de santos patronos, romerías y entradas de gremios en las fiestas religiosas. Menciona, asimismo, las variantes provinciales del idioma, los procedimientos culinarios de raíz indohispana, la poesía popular o callejera, los aires musicales, las canciones, bailes populares y jaranas, entre otros ejemplos. En 1883, Daniel G. Brinton publicó un estudio etnológico que tituló El folklore de Yucatán, y para redactarlo consultó diversas fuentes de información, como el informe del cura de Yaxcabá, Bartolomé del Granado Baeza, la Relación, de fray Diego de Landa y textos de otros autores, como el cura Estanislao Carrillo y Carl Hermann Berendt. En su artículo, Brinton se refiere a diversos mitos, ceremonias y supersticiones. Así, por ejemplo, menciona el tich o misa milpera y el hanal pixán o comida de las almas, lo mismo que a algunos seres asociados con las prácticas agrícolas, como los chaques y los balames. Igualmente destaca la creencia en apariciones y seres sobrenaturales, como Yun Cimil o Señor de la muerte, que se supone rodea las casas de los enfermos, el Culcalkin o sacerdote sin cuello y Ekuneil o serpiente voladora de cola negra, entre otros.