Fiebre tifoidea

Fiebre tifoidea  Enfermedad infecciosa transmisible exclusiva de los humanos ocasionada por una salmonela, Eberthella Typhosa, también llamada bacilo de Eberth. Otra salmonela, la enterítidis, produce las fiebres paratifoideas A, B y C. El diagnóstico de laboratorio es por medio de la serorreacción de Widal y por el coprocultivo. El desarrollo de la enfermedad comprende una primera semana de fiebres ascendentes, náuseas, diarreas y malestar general; en la segunda semana hay fiebre alta continua, pudiendo presentarse petequias en la piel y cierto estado de estupor (typhus, en griego), así como melena debido a la inflamación intestinal y formación de las placas de Peyer, que pueden sangrar; en la tercera semana la hipertermia va descendiendo y el estado general mejora, excepto que se perfore alguna placa y sobrevenga peritonitis, que ocasionaría la muerte. Terminada la fase de enfermedad, la salmonela puede alojarse en las vías biliares preferentemente y salir al exterior durante un lapso variable de un mes a varios años. Como sólo el hombre la padece, disemina y mantiene la epidemia, es muy importante el tratamiento de enfermos y portadores, los cuales pueden constituir el 2% de la población. Sus excretas contaminan el suelo, el agua, ropas, etcétera, además de que en sus manos llevan el agente causal, lo que representa un gran peligro cuando manejan alimentos; es famoso el caso ocurrido en Nueva York en que la cocinera María Tifoidea (así la llamaron) provocó la aparición de 200 casos después de un banquete. Esta enfermedad no existía en América; en el siglo XVI llegaron los primeros españoles enfermos y portadores: durante la Colonia, en Yucatán, se mencionó la enfermedad como fiebre típica. Las primeras tesis de grado sobre esta dolencia fueron, en 1868, la de José María Palomeque y, en 1889, la de Manuel Arias Luján. Las estadísticas no reflejan la realidad, pero dan una idea de la situación; así, en 1877 se registraron en el estado 45 defunciones; de 1895 a 1917 el promedio anual fue de 20; en 1935 fueron 12 y en 1986 sólo 4. En cuanto al número de casos se menciona que fueron 1,577 en 1946; 577 en 1960; 91 en 1980 y 57 en 1990. Este descenso se ha debido a que a partir de 1965 se han multiplicado los sistemas de agua potable en las localidades. La profilaxis por medio de la vacuna antitifoidea se comenzó a utilizar en 1934 y el tratamiento con antibióticos en 1948, lo cual ha contribuido a disminuir la latabilidad y el número de portadores.

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