Fiebre amarilla Enfermedad infecciosa aguda y transmisible. Es causada por un virus específico. La forma selvática es transmitida por insectos del género Hemagogus que infectan a los monos y los convierten en reservorios. Las epidemias urbanas son transmitidas por el mosquito aedes aegypti. Los principales síntomas de esta dolencia son: fiebre alta, gran postración, vómitos de sangre, color amarillo de la piel, alteraciones del hígado y de los riñones, pudiendo causar la muerte en algunos días: la letalidad era del 30 al 50% de los casos, siendo menor en los niños. Después de un ataque queda inmunidad permanente. De la sintomatología vienen sus nombres de vómito prieto, vómito negro, fiebre amarilla y vómito de sangre, xekik, como la conocían los mayas. En 1892 el entonces obispo de Yucatán, Crescencio Carrillo y Ancona, formuló un estudio que envió a Carlos Finlay de La Habana, demostrando la existencia de esta enfermedad desde varios siglos anteriores, siendo mencionada en los antiguos códices y en los posteriores Libros del Chilam-Balam. Además, en el libro quiché llamado Popol-Vuh se identifica a los demonios causantes de ella. Cuando en 1527 intentó Francisco de Montejo la conquista a partir del oriente de la Península, su ejército fue diezmado al contraer la forma selvática.
A fines del siglo XVI, las naves españolas trajeron al mosquito aedes que rápidamente se propagó y ocasionó en 1648 la aparición de la primera epidemia en forma urbana que asoló Mérida y muchas otras poblaciones. Hubo otros brotes epidémicos en 1660, 1715, 1727, 1825 y varios de 1857 a 1877. La primera tesis de grado sobre La fiebre amarilla fue presentada en marzo de 1879 por Pedro Pérez Miranda. En La Habana, en 1900, la comisión encabezada por Walter Read certificó y aprobó los estudios de Finley; basado en ello, el Consejo Superior de Salubridad de México planeó acciones de lucha contra el mosquito y en 1903 nombró delegado en Yucatán a Fernando Casares, quien organizó la campaña. Varios aspectos de la enfermedad fueron estudiados entre 1906 y 1910 por Harald Seidelin, quien dirigió los laboratorios del hospital O’Horán, ausentándose luego, para regresar a fines de 1911, estudiar otra epidemia y exigir abatir la infestación de mosquitos, que era muy alta.
Otro brote epidémico comenzó a mediados de 1919; en diciembre llegó Hideyo Noguchi, tomó algunas muestras de sangre y se retiró en enero de 1920; en diciembre de ese año se registró el último caso de la enfermedad. Posteriormente, y al no haber ningún caso más, se declaró erradicada la enfermedad en 1921. Lo que continuó fue la campaña contra el mosquito, que fue erradicado en 1963, pero en la década de los 70 volvió a infestar Yucatán. El único reservorio de la fiebre amarilla es la Cuenca Amazónica; de ahí partieron epidemias que en 1956 y 1994 llegaron a la frontera de México con Guatemala, aunque ninguna se extendió hasta Yucatán. Sin embargo, el peligro sigue latente. Existe la vacuna específica, pero su alto costo hace que no se emplee en forma masiva en las áreas libres de la enfermedad.