Obra Pontificia de la Propagación de la Fe Se estableció en 1822 en Lyon, Francia, a instancias de María Paulina Jaricot. El 3 de mayo de 1922, por decreto de su santidad Pío IX, se convirtió en Obra Pontificia destinada a motivar a los fieles católicos para que oren y contribuyan con dinero para destinarlo a las misiones de todo el mundo. Las obligaciones que adquieren los socios que pertenecen a esta Obra son rezar todos los días un Padre Nuestro, Ave María y Gloria con Jaculatoria a San Francisco Javier, Ruega por Nosotros y pagar la cuota estipulada, según sea la categoría que va de socio ordinario, inscripción familiar, socio perpetuo o inscripción familiar perpetua. La Obra Pontificia de la Propagación de la Fe está considerada dentro de la Iglesia Católica como «un instrumento de civilización y cultura, porque se encarga de suprimir la idolatría y los males que derivan de ella y encauzan a los nuevos cristianos a un progreso material y moral». EL dinero que se obtiene por colectas o donativos se pone a disposición del Sumo Pontífice para que lo distribuya, como crea conveniente, a las misiones católicas de todo el mundo. En Yucatán, esta obra benéfica para la Iglesia se ha desarrollado positivamente y contribuye económicamente a las misiones y misioneros católicos. Actualmente está a cargo de ésta el presbítero Francisco Montañez Jure.