Soberanis y Centeno, Roque Gobernador de Yucatán (1693-1699). Oriundo de Cádiz, España. Perteneció a una familia acaudalada y poderosa con influencias en la Corte de Madrid. A esto se debió que a los 26 años de edad fuera nombrado gobernador de Yucatán. Tomó posesión de su cargo el 20 de agosto de 1693. De acuerdo con el historiador Juan Francisco Molina Solís, su falta de discreción y poca formalidad propició que lo rodeara un grupo de seguidores «de poco juicio y asiento», que tratara con desdén a los principales del país y que buscara enriquecerse por medio de las especulaciones con los repartimientos de indios. Todos estos motivos provocaron informaciones en su contra ante la Audiencia de México y ante el rey de España, promovidas por el obispo Juan Cano y Sandoval. La situación llevó a que el monarca ordenara que los obispos se abstuvieran de hacer informaciones sobre asuntos civiles y se limitaran a dar cuenta de los abusos que notaran en el gobierno de la provincia en carta privada al soberano. El prelado exhortó a Soberanis para que repusiera las medidas exactas de los cereales, que había mandado alterar en perjuicio de los indígenas. Al no querer deponer su actitud frente a las peticiones del obispo, fue excomulgado el 19 de julio de 1694 y acusado ante la Audiencia de México.
En ese período, Soberanis recibió la petición del presidente de Guatemala, Jacinto de Barrios Leal, para que colaborara en la conquista y reducción del Itzá y Lacandón, a la que declinó usando como excusas las diferencias que tenía con el obispo diocesano, aunque prometió que en cuanto se resolviera el asunto apoyaría con mapas y datos adecuados para el mejor inicio de la campaña. Su respuesta llevó a que Barrios iniciara solo la reducción de estas zonas. En ese período, los franciscanos respondieron positivamente a la petición del presidente interino de Guatemala, José Descals, y apoyaron con el envío de religiosos conocedores de la lengua maya que pudieran servir de misioneros en el Petén Itzá. Sin embargo, no pudieron cumplir su misión, pues cuando llegaron a Guatemala, había sido substituido en el cargo Descals.
A la acusación del obispo se sumaron otras provenientes de los principales vecinos de Mérida, por lo que la Audiencia decidió enviar al oidor Francisco Sarasa para residenciar a Soberanis. En cuanto llegó a Mérida inició el proceso y a los pocos días dictó sentencia la destitución del cargo de gobernador. Soberanis y Centeno apeló la sentencia y se dirigió a México, pero antes de salir de la provincia nombró como gobernador interino, con ejercicio del mando político y militar, al capitán Juan Chacón, quien pretendió ejercer el cargo. El Ayuntamiento de Mérida se opuso a la medida ya que no existía ni ley, ni costumbre que la amparara, desconoció a Chacón y dio posesión del gobierno a los alcaldes ordinarios. Además acordó consultar al virrey y a la Audiencia de México. El virrey, conde de Gálvez, nombró gobernador interino de Yucatán al sargento mayor Martín de Urzúa y Arizmendi, quien por sus servicios en Yucatán, en años anteriores, había recibido la merced real de gobernar esta provincia al término de la gestión de Soberanis. Martín de Urzúa también consiguió en Madrid la autorización para abrir a su costa un camino carretero de Yucatán a Guatemala, de reducir por la predicación evangélica a los indígenas comarcanos y formar poblaciones a lo largo de este camino, cada cuatro u ocho leguas, para refugio y comodidad de los viajeros. El 12 de febrero de 1695, en sesión del Ayuntamiento, tomó posesión del gobierno de la Península y a los pocos días de su llegada falleció el obispo Cano y Sandoval.
A principios de 1696, Roque de Soberanis fue absuelto por la Audiencia de México y pretendió que a él le correspondía terminar el camino real de Campeche a Guatemala. Urzúa y Arizmendi defendió sus derechos, primero ante el conde de Gálvez y después ante el obispo y virrey Juan Ortega y Montañez, quien concedió a Urzúa el derecho de terminar la obra, así como llevar a cabo la reducción de los itzaes, con la condición de no residir en territorio gobernado por Soberanis. El 13 de febrero de ese año, Soberanis tomó de nuevo posesión del gobierno de Yucatán. Tuvo como teniente general, a partir de ese año, al licenciado Pedro Fernández de Ureña. El gobernador pronto inició una oposición abierta a los trabajos de Urzúa, mandó proferir informaciones en su contra, negó los auxilios que se requerían y entorpeció la empresa por cuanto medio pudo. Ambos personajes escribieron al rey y el triunfo correspondió a Urzúa, ya que a fines de 1696 llegaron cédulas reales ordenándosele a Soberanis que no pusiera obstáculos y que auxiliara con eficiencia esa empresa. A partir de entonces, dio amplio apoyo a Urzúa. Sin embargo, al concluir la conquista del Itzá y el camino a Guatemala, se opuso a que Urzúa residiera en Yucatán. El virrey intervino y autorizó para que éste fijara su residencia en Campeche o Hecelchakán hasta que terminara el período de gobierno de Soberanis.
Durante el conflicto, el agustino fray Antonio Arriaga se hizo cargo del obispado y el gobernador tuvo buenas relaciones con el prelado. Sin embargo, al no llegar las bulas pontificas, Arriaga se retiró a su diócesis y falleció en Atlixco, Puebla, en 1698. En tanto, nuevamente apareció la fiebre amarilla en Yucatán, siendo una de sus víctimas Soberanis. Murió en Mérida el 25 de septiembre de 1699 y el Ayuntamiento de Mérida dio posesión del gobierno interino a los alcaldes ordinarios, mientras Urzúa se hacía cargo de la provincia, lo que ocurrió el 28 de septiembre de ese año.