Santillán, Diego de Natural de Sevilla, hijo de Juan Cuevas Santillán y Catalina de Pineda. Antes de ser nombrado gobernador de Yucatán había sido designado gobernador de Santa María en Nueva Granada, en junio de 1567, y gobernador de Cuba en agosto de ese año. Ninguno de los dos nombramientos llegó a tener efecto. Dos años después, el 27 de diciembre de 1569, recibió el nombramiento de gobernador de Yucatán y tomó posesión el 12 de marzo de 1571. Trajo a esta provincia a sus criados Rodrigo Rojas, de Ciudad Real; Pedro Ramírez, de Sevilla; Juan Gómez, de Castillejo; Juan de Santillán, del Perú; Juana de Uceta y María de Castilla, de Segovia.
Días después de haber tomado posesión, nombró a Rodrigo Sánchez como teniente y asesor, quien empezó a ejercer el 21 de marzo. El año de 1571 fue un año lleno de calamidades. Los piratas saquearon Hunucmá, las lluvias no llegaron por lo que se perdieron las cosechas y apareció el hambre, tras de ésta llegó la peste. El gobernador Santillán hizo hasta lo imposible por calmar el hambre; racionalizó la entrega del maíz y cereales, hasta que se pudieron conseguir por mar y tierra. Los depósitos y graneros los abrió al consumo y personalmente vigiló la entrega de granos, según las condiciones de cada habitante. Para defender las costas, creó un servicio de vigía y mandó construir canoas de guerra para que navegaran constantemente a lo largo de la costa. Utilizó, para este servicio, a los indios costeños, quienes las tripulaban eficientemente.
Ese año tuvo que implantar la ley que imponía una contribución a la exportación de los frutos y productos del país. Esta ley venía a quebrantar el naciente comercio peninsular. Los puertos de altura de esa época eran Sisal, Campeche, Lagartos y Salamanca de Bacalar. Se comerciaba con Veracruz, La Habana, Santo Domingo, Sevilla y Honduras. A pesar de que la ley gravaba las exportaciones, el añil vino a dar cierto auge a las entradas fiscales en este renglón.
El gobernador renovó el estanco de corte de palo de tinte al ordenar que el palo se sacase en lomo de bestias y pagar el derecho por la licencia. En este año, el gobernador recibió una cédula real donde se le urgía la conclusión de la Catedral. Santillán adelantó bastante la obra con la tercera parte que le correspondía al rey. En 1572, Santillán abrió caminos, concluyó el de Sisal, dispuso un mejor régimen de los pueblos y realizó la tasación de los tributos en Campeche, con el fin de que los indios pagasen lo justo. También nombró celador y guarda del puerto de Sisal, con el fin de controlar mejor la entrada y salida de mercancías, visitar los navíos y recibir los documentos que enviaría a Mérida a los oficiales reales. Terminó su gobierno en abierto desacuerdo con el Ayuntamiento de Mérida que había protestado por las visitas que Santillán había mandado realizar, para que los visitadores examinaran los agravios que los indios hubieran recibido de los encomenderos. Sus amigos presentaron varias acusaciones en su contra que le movieron a renunciar. Al terminar su gobierno, Santillán estaba tan pobre que debía 4,000 pesos. Tampoco tuvo para la fianza, y algunos amigos le proporcionaron el dinero necesario al iniciarle juicio de residencia el nuevo gobernador. Con el apoyo de sus amigos, pudo salir de la Península y regresar a España. Retornó a Yucatán y casó con Beatriz de Montejo. Diego de Santillán enviudó en 1579 y tuvo dos hijas de su matrimonio: Mariana y Beatriz y recibió en herencia las encomiendas de su mujer.
Santillán escribió la relación de Chuburná y Hunucmá, Tixkokob, Nolo, Mocochá y Buctzotz, cuyos pueblos había recibido como encomiendas de su esposa. También publicó la descripción geográfica de Francisco Domínguez y La relación que hubiera dado el padre fray Gaspar de Nájera, fraile de la Orden del Señor San Francisco, lengua muy acabada de estas provincias y persona curiosa en letras y cosas curiosas de los naturales de ellas. La fortuna económica que recibió Santillán de su mujer se agotó con las capellanías y mandas que ella propia dispuso. El 11 de julio de 1585 murió en Mérida, dejando a sus hijas muy pobres. Mariana de Santillán y Montejo casó con el capitán Francisco Tamayo Pacheco, el joven, y Beatriz de Santillán y Montejo fue mujer de Diego de Ordóñez.