Salazar, fray Gonzalo de (1559-1636) Obispo de Yucatán. Nació en la Ciudad de México y murió en Mérida, Yucatán. Sus padres fueron Gonzalo de Salazar y Antonia Dávila. Muy joven entró a la Orden de los agustinos y se consagró como sacerdote en 1584. Impartió las cátedras de humanidades, filosofía, teología y sagradas escrituras. Se graduó de maestro en la Real y Pontificia Universidad y fue prior de su convento. En ese período fue nombrado por su Orden como procurador a España. Fue propuesto por Felipe III, en 1608, para ocupar la Diócesis de Yucatán, en sustitución de Diego Vázquez de Mercado, quien fue mandado a la Arquidiócesis de Manila, en Filipinas. El Papa Clemente VIII despachó las bulas el 10 de junio de ese año. Tomó posesión de su cargo al año siguiente. Estudió y aprendió la lengua maya, lo cual le permitió enseñar la doctrina católica en la lengua autóctona y esto le permitió combatir con vehemencia la idolatría entre los naturales y logró que éstos destruyeran por sí mismos miles de ídolos. Practicó seis visitas pastorales íntegras, incluyendo el territorio de Bacalar y la provincia anexa de Tabasco. Acogió de buena manera la llegada de los jesuitas, quienes se encargaron de la educación en el primer colegio llamado en ese entonces de San Juan y de San Pedro, en 1618, y el cual llegó a tener posteriormente el grado de Universidad, en 1624. En ese tiempo, impulsó que cada 8 de diciembre se dedicara a la devoción de la Virgen María. Invirtió gran parte de las rentas del obispado en ayuda para el Hospital de Mérida, contribuyó a la introducción de religiosos de la Orden de los hospitalarios de San Juan de Dios, para que atendieran a los enfermos de este hospital. Fundó un convento-hospital cuya construcción terminó en 1625. Intervino en la fundación de la iglesia del Tránsito de Nuestra Señora de la Mejorada.
Escribió la obra Elogio fúnebre del joven eclesiástico don Fernando de Córdova y Bocanegra. Fue un activo difusor de la obra de Pedro Sanche de Aguilar, Doctrina cristiana, escrita en lengua maya y utilizada para estudiar la lengua autóctona y difundir la doctrina. Falleció el 3 de agosto de 1636 y sus restos fueron sepultados en una bóveda bajo el altar de la capilla episcopal.