Landa, Diego de

Landa, Diego de  (1524-1579) Obispo de Yucatán e historiador. Nació un 12 de noviembre en Alcarria, villa de Cifuentes, del antiguo reino de Toledo, en España, y murió en Mérida, Yucatán, un 29 de abril. En 1540 tomó el hábito religioso de San Francisco en el convento de San Juan de los Reyes, de Toledo, donde realizó estudios en humanidades, filosofía, historia, teología y derecho pontificio, y donde se ordenó sacerdote. Formó parte del grupo de 12 misioneros encabezado por fray Nicolás de Albalate que llegó a Yucatán en 1549. Se alojó en el improvisado convento franciscano del cerro mayor de Mérida; ahí fray Luis de Villalpando le enseñó la lengua maya, que aprendió a la perfección.

Durante los años 1550 y 1551 ejerció su misión por el sur y oriente de Yucatán. En 1552 se efectuó un Capítulo, en el que se le designó definidor, siendo comisionado para escoger el sitio en que debía construirse el convento de Izamal, del cual sería su primer guardián fray Lorenzo de Bienvenida. Landa seleccionó el gran cerro llamado Pap-jol chaak y organizó los trabajos, participando activamente en ellos. En 1555 se realizó un nuevo Capítulo, que presidió Landa, habiendo sido electo guardián del convento de Izamal, con instrucciones de terminarlo. En 1558 hubo otro Capítulo y fue electo custodio. Como no había obispo, el custodio hacía el oficio de comisario apostólico, por lo que trasladó su residencia a Mérida; en el ejercicio de esa función visitó a los españoles avecindados en Mérida y varias villas, para exigirles se casaran con las mujeres indígenas con quienes habían formado familia y a los encomenderos para pedirles mejor trato hacia los indios y el cumplimiento de las leyes y disposiciones sobre ello. Estas acciones le provocaron la animadversión de muchos colonos. En su carácter de custodio, envió a fray Lorenzo de Bienvenida a Europa para gestionar que la custodia franciscana de Yucatán se elevara a provincia. A principios de 1560, viajó a Guatemala para tratar diversos problemas ante la Audiencia, que en esa época se denominaba de los Confines y de la cual dependía Yucatán; logró que se nombrase visitador a García Jofré de Loaiza y en mayo de 1560 ambos se dirigieron a Mérida. Landa aprovechó para traer dos imágenes de la Virgen; dejó una en Izamal y la otra quedó en el convento franciscano de Mérida. En 1561, llegó al puerto de Dzilam fray Lorenzo de Bienvenida con 10 frailes, quienes fueron recibidos por Landa y trasladados a Izamal, donde comenzó a enseñarles la lengua maya. Como Bienvenida trajo los acuerdos de crear la provincia con las custodias de Guatemala y Yucatán, Landa volvió a Mérida y se dedicó a organizar el primer Capítulo Provincial que ya con la presencia de los guatemaltecos, se efectuó en Mérida el 13 de septiembre de 1561, y en el cual Landa fue electo provincial.

Unos días antes, el guardián del convento de Maní, fray Pedro de Ciudad Rodrigo, quien fue el primer sacerdote yucateco en ordenarse aquí, le comunicó que en las afueras de Maní se habían descubierto signos de ritos paganos, pero con motivo de la celebración del Capítulo y labores posteriores no pudo ir a Maní, sino hasta mayo de 1562, instalándose en una casona cercana a la plaza. Con el carácter de autoridad apostólica que tenía y haciendo efecto de inquisidor, comenzó a proceder contra los idólatras, y formuladas las informaciones, pidió el auxilio de las autoridades reales, pues había apresado indígenas que declararon que también había idolatría en otras regiones y Landa temía que hubiese un levantamiento general. Acudió personalmente el gobernador Diego de Quijada y el 12 de julio de 1562 se efectuó un acto sumario (Véase: Auto de Fe de Maní). Poco después, en los primeros días de agosto, fray Francisco de Toral llegó a Campeche como primer obispo de Yucatán, por lo que Landa se trasladó a ese puerto y sostuvo las primeras entrevistas con él, viniendo ambos a Mérida el 14 de agosto de 1562.

A los malos informes sobre Landa que ya traía el obispo, se agregaron las acciones de Maní y las quejas de los vecinos y aun de las autoridades, por lo que Toral escribió al rey y pidió la salida de Landa de la provincia de Yucatán, lo que éste hizo a fines de 1563. Se dirigió a la Isla Española, donde permaneció enfermo algún tiempo y luego prosiguió su viaje. Ya en España. Se alojó en el convento de San Juan de los Reyes, en Toledo, trasladándose al convento de Esperanza Real, de Ocaña. En 1565, su expediente fue examinado por el Consejo de Indias, ante el cual Landa presentó las probanzas, cartas y testimonios que había llevado de Yucatán; el Consejo solicitó el parecer de varios canónigos y eclesiásticos prominentes, entre ellos el provincial de la Orden en Castilla, quienes no le encontraron culpa, por lo que el rey y el Consejo lo declararon libre de cargos a fines de ese año; la sentencia final se le entregó casi cuatro años después, el 29 de enero de 1569. En 1566, Landa se fue a Guadalajara, donde lo nombraron maestro de novicios del convento de San Juan de los Reyes, de Toledo, donde desarrolló sus labores hasta 1570, año en que la Provincia de Castilla lo hizo guardián del convento de San Antonio de la Cabrera. A fines de 1571 falleció el obispo de Yucatán, Toral, por lo que a principios de 1572 el rey Felipe II expidió la real cédula en que promovía a Landa para el Obispado de Yucatán. Fue presentado al Papa Pío V el 30 de abril; sus bulas fueron despachadas el 17 de octubre, después de lo cual fue consagrado en Sevilla. Por cédula real de 19 de enero de 1573 obtuvo la concesión de llevar 30 frailes a Yucatán. Se embarcaron el 28 de junio de ese año y tras 56 días de viaje llegaron a Veracruz, de ahí se dirigieron en dos barcos a Campeche, arribando el 10 de octubre. Partió luego para Mérida, donde lo recibió el gobernador Francisco Velázquez Gijón. En los años subsecuentes se dedicó a organizar su iglesia, visitar conventos y emitir disposiciones para que se tratase mejor a los indios, eximiéndolos de llevar a cuestas los tributos de mantas, cera, maíz y gallinas hasta Mérida, Campeche, Salamanca y Valladolid, así como no proporcionar a los españoles trabajadores semaneros para sus casas ni jornaleros para hacer milpas o plantaciones de añil, entre otras actividades. Al mismo tiempo, él fue acusado de dureza en el trato a los indios, en su labor catequizadora. Todo ello, originó desavenencias con las autoridades civiles y con el propio gobernador, al grado que ante una acusación presentada a la Audiencia de México contra Landa, esta instancia recordó tanto al obispo como al gobernador el cumplimiento de la Real Cédula del 4 de septiembre de 1570 que prohibía a los religiosos trasquilar, azotar o aprisionar a los indios, tenerlos en cepos o encarcelarlos y conminaba a ambos para que se pusiera en libertad a los indios presos o penitenciados. El grado del conflicto llevó a que el obispo excomulgara al gobernador, quien finalmente fue absuelto por el prelado. En 1574, Landa viajó a México para defender a su provisor ante la Audiencia y para asuntos de su ministerio. Al regresar a Yucatán, no cesaron los conflictos con el gobernador y los encomenderos. Finalmente, el rey destituyó a Velázquez de Gijón y nombró como sucesor a Guillén de las Casas, quien contribuyó a la exacerbación de las disputas.

Desde que Diego de Landa llegó a Yucatán, en 1549, padeció asma, cuyas complicaciones minaron su salud, hasta que falleció en el convento de San Francisco de Mérida, el 29 de abril de 1579. Fue enterrado en la iglesia de dicho convento, pero en 1588 sus restos fueron llevados a la villa de Cifuentes, el sepulcro de sus padres. Es famosa su obra sobre la cultura maya, Relación de las cosas de Yucatán, cuyo original ha desaparecido y sólo se conoce por un volumen hecho en el siglo XVII, conservado en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, en Madrid. Este ejemplar fue descubierto por el abad Brasseur de Bourbourg y publicado por vez primera en 1864. Su otra obra conocida es el Arte perfeccionado de la lengua yucateca.