Industria

Industria  En 1825, al poco tiempo de independizarse de España, Yucatán vivió un relativo crecimiento económico. Los factores que contribuyeron a éste fueron el desarrollo de la industria azucarera en los distritos de Tekax y Valladolid, el impulso que manifestó la industria artesanal henequenera, la recién creada industria textil del algodón en Valladolid, al igual que ciertas ramas de la producción, como la agricultura, la ganadería y la explotación forestal, que ya tenían importancia desde la época colonial. Debe considerarse también, el papel de los intereses económicos y sociales representados por las cuatro regiones en que prácticamente se dividía la entidad antes de iniciarse la llamada Guerra de Castas. Estas regiones fueron las del noroeste, suroeste, oriente y de la sierra, encabezadas por Mérida, Campeche, Valladolid y Tekax, respectivamente. Mérida, por ser capital del estado, sustentaba su virtual supremacía en las actividades comerciales; Campeche también apuntalaba su importancia geopolítica en el comercio y en el papel que desempeñaba como puerto tradicional de la Península; Valladolid partía de su tradición colonial y el impulso de su recién creada industria textil algodonera, en tanto que Tekax, junto con Ticul, basaban su fuerza económica en la industria azucarera. Sin embargo, al iniciarse la sublevación indígena en 1847, llevó la economía del estado a una situación crítica, disminuyó la producción agrícola y las actividades comerciales e industriales. La floreciente industria azucarera se arruinó por las acciones de los mayas rebeldes, quienes destruyeron los cultivos de caña y las instalaciones en que se sustentó dicha actividad económica. A la par, no se disponía de mano de obra suficiente para mantener activos los talleres industriales y artesanales, ya que los hombres que pudieran encargarse de ese trabajo eran destinados a la guerra. Víctor Suárez Molina explica que la economía peninsular apenas llegó a recuperarse en el transcurso de los 50 de ese siglo, con el potencial productivo que ofreció para el cultivo del henequén la región noroeste del estado, la cual no fue afectada directamente por la sublevación indígena. La creciente importancia de este producto permitió a su vez el desarrollo de la tecnología adecuada para poder procesarlo, como la máquina de raspar henequén, que fue perfeccionándose desde una rueda adaptada para efectuar esta labor hasta transformarse en los 80 en un complejo mecanismo compuesto de trenes de raspa que operaban con dos o tres ruedas simultáneamente.

En el sur y en el oriente del estado hubo intentos de reanimar la industria azucarera, pero no prosperaron, sobre todo tras la invasión de los rebeldes a la ciudad de Tekax en septiembre de 1857. Durante el Imperio de Maximiliano, la mayoría de los empresarios yucatecos se mostraron favorables al nuevo régimen, ya que, según indica Suárez Molina, creyeron que éste garantizaría una estabilidad política que les permitiría desarrollar sus proyectos de inversión. Durante los tres años que duró el gobierno imperial, las condiciones sociales de entonces favorecieron la participación de numerosos yucatecos en el desarrollo económico de la región. Durante los 70 y 80, muchos de los negocios existentes no disponían de capital suficiente, en contraste con los créditos excesivamente caros que los mantenían en funcionamiento. Ello provocó que fuesen más vulnerables a las frecuentes crisis económicas que, por factores de origen internacional, nacional o local, se presentaron en aquellos años. Entre 1872 y 1876 ocurrió la primera crisis que afectó gravemente el auge del mercado henequenero, pues al reducirse el precio de la fibra, muchos industriales y comerciantes padecieron la quiebra de sus empresas. Esta situación se agravó con la escasez de circulante; el dinero constituido por la moneda de plata era destinado al pago de las mercancías adquiridas en el extranjero. Sin embargo, el florecimiento de la industria henequenera y en consecuencia, el desarrollo de la economía capitalista en Yucatán, se inició en 1880 cuando se intensificó la siembra del agave y el perfeccionamiento de los equipos desfibradores, al igual que la demanda externa de la fibra.

Las importaciones también crecieron, especialmente los bienes de capital y de producción, con la adquisición de motores de vapor y equipo para la desfibración del henequén. También se compró maquinaria, aunque en menor medida, para la industria azucarera, así como para las industrias secundarias establecidas en el estado. Otros productos importantes que se obtenían en otros países fueron los materiales para construcción, locomotoras, carros y rieles de ferrocarril. Además, comenzaron a importarse materias primas para surtir las industrias locales, aparte de los productos estrictamente comerciales.

Infraestructura. Estas condiciones de auge favorecieron la fundación de dos bancos locales en 1890, cuyos capitales fueron totalmente yucatecos, y que compitieron con la sucursal del Banco Nacional de México que se había establecido anteriormente. También mejoraron las comunicaciones entre Mérida y las principales poblaciones de Yucatán y de Campeche, tanto en caminos carreteros como vías férreas, así como la transportación marítima, con la apertura del puerto de Progreso, que contó con muelles, bodegas y otros servicios afines. Se establecieron numerosas líneas de navegación que comunicaban a Progreso con diversos puertos extranjeros, como Nueva York, Nueva Orleáns, Liverpool, Hamburgo, Marsella, entre otros. La importancia de Progreso llegó a tal magnitud, que durante la última década del siglo XIX sólo fue superado por Veracruz en cuanto a movimiento marítimo de exportación e importación.

La inversión de capital. El desarrollo económico de Yucatán se logró mediante inversiones locales, a diferencia de lo que ocurría en otras partes del país. Únicamente se invirtió capital foráneo en los complejos agrícolaindustriales de la costa noreste, representados por la Compañía del Cuyo y Anexas y por la Compañía Colonizadora de la Costa Oriental de Yucatán, con capitales de origen alemán e inglés, respectivamente. No obstante, el papel importante que tuvo el financiamiento estadounidense en el desarrollo del mercado del henequén en Yucatán no se tradujo en inversión directa de capital, sino en créditos a largo plazo e intercambio de bienes de capital por la fibra. Su crecimiento posterior se debió al financiamiento interno como producto de las utilidades obtenidas de la exportación del agave, complementado por las diversas actividades industriales, bancarias y comerciales. Este auge se vería ensombrecido por nuevas crisis periódicas, como las que reflejaron los vaivenes del mercado estadounidense de fibras en los 90, cuyos momentos difíciles afectaron directamente la economía del estado.

Promoción institucional de las actividades industriales. Desde el siglo pasado, el gobierno de Yucatán se propuso apoyar el desarrollo industrial en el estado, al decretar exenciones y compensaciones para establecer nuevas industrias. Creó las llamadas sociedades de fomento y de mejoras materiales, como las formadas durante 1843 en Mérida, Campeche, Valladolid, Izamal y Tekax. La Sociedad Patriótica de Amigos del País fue la primera de este tipo que se fundó en Yucatán, en julio de 1827. La sublevación indígena impidió, en sus inicios, que éstas continuasen su labor; la que pudieron reanudar en 1851, cuando las autoridades emitieron un decreto al respecto. En 1857, un nuevo ordenamiento legal dispuso que cada cabecera de partido debía emitir un reglamento para el establecimiento de sociedades de mejoras materiales. Éstas tuvieron la función de elaborar y proponer al poder legislativo proyectos para el desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio, así como probar y practicar innovaciones en esos campos. Los integrantes de estas sociedades fueron ciudadanos distinguidos en su comunidad, y por ello constituían un enlace entre los particulares y el poder público. No obstante las buenas intenciones de sus miembros, éstas no cumplieron eficazmente los objetivos para los que fueron creadas; así que en febrero de 1861, el gobierno designó agentes de fomento de la industria, el comercio, las artes y los oficios y la literatura. Fueron nombrados agentes de fomento de la industria Antonio García Rejón y Manuel E. Ávila. Otro medio para impulsar el desarrollo económico del estado consistió en la concesión de primas a los industriales innovadores. Estas concesiones, hechas prácticamente desde los primeros años de la Independencia, se dieron a empresarios que, en general, se dedicaran a alguna nueva actividad, o bien a individuos o empresas que impulsaran alguna industria en particular. Éstas incluían exenciones de los derechos de importación y de impuestos estatales y municipales, así como el privilegio para fabricar en exclusiva algún producto determinado, durante un cierto número de años. Olegario Molina Solís fue uno de los gobernadores que más impulsó las actividades industriales, y si bien pretendió que el estado no dependiera exclusivamente de la producción henequenera, no logró que los particulares dedicados por entonces a esa actividad se interesaran en otros productos. También se organizaron exposiciones locales para dar a conocer los productos agrícolas, artesanales e industriales de la región, como la que se efectuó en Mérida en diciembre de 1865, donde se exhibieron productos como cigarros, fósforos, piedra litográfica de Ticul, almidón de yuca y de sagú, productos derivados de la sal, hule, objetos de henequén, algodón y otros. En mayo de 1871 se realizó una nueva exposición durante el gobierno de Manuel Cirerol, y una más en 1879, cuando gobernaba Manuel Romero Ancona. Los productos yucatecos también participaron en diversas exposiciones internacionales, como las de París de 1886, 1889 y 1900, y la de Chicago en 1893.

Actividades industriales. Entre las actividades industriales que se efectuaron en Yucatán durante el siglo XIX, están las relacionadas con la industria henequenera, como la desfibración y el empaquetado del agave, al igual que las cordelerías, la industria azucarera, la fabricación de pólvora, cigarros y puros, alcoholes, jabones, velas, la industria textil, la fabricación de aceite de higuerilla, la industria de las artes gráficas, la fabricación de almidón, de hielo, chocolate, dulces, cerveza y refrescos; la fabricación de sombreros de fieltro, de papel, de cerá mica y materiales para construcción, entre otras.

La Industria en la Actualidad. De acuerdo con el Anuario Estadístico de Yucatán, edición 1995, trabajo elaborado y coordinado por la Secretaría de Planeación y Presupuesto del gobierno del estado y de la Dirección Regional Sureste del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, (INEGI), y con referencia a 1993, el sector industrial en la entidad incluye: industrias minera, manufacturera, de la construcción y eléctrica. La industria minera, dedicada exclusivamente a la explotación de minerales no metálicos, registra 73 unidades económicas, definida como un establecimiento que en una ubicación física delimitada por construcciones e instalaciones fijas, combina acciones y recursos bajo el control de una sola entidad propietaria) con 1,307 trabajadores. Incluye la extracción y/o beneficio de rocas, arena y arcilla. La industria manufacturera registra 13,421 unidades económicas y 53,242 empleados. Comprende los productos alimenticios, bebidas y tabacos; textiles, prendas de vestir e industria del cuero; industrias de la madera y productos de madera, incluidos muebles; papel y productos de papel, imprentas y editoriales; sustancias químicas, productos derivados del petróleo y del carbón, de hule y de plástico; productos minerales no metálicos, excluyendo los derivados del petróleo y del carbón; industrias metálicas básicas; productos metálicos, maquinaria y equipo, contiene instrumentos quirúrgicos y de precisión, y otras industrias manufactureras no especificadas. Entre estos subsectores, los productos alimenticios, textiles y prendas de vestir registran un mayor número de unidades económicas y ocupan a una gran cantidad de personas. La industria de la construcción está conformada por las actividades de los constructores asociados a la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, (CNIC), y registra 409 empresas constructoras: 360 pequeñas, 32 medianas, nueve grandes y ocho gigantes, cuyo tamaño se establece según el valor de su producción anual. Ocupa 13,455 personas, de acuerdo con el promedio anual que comprende al personal de planta y a los empleados eventuales. La electricidad registra una sola unidad económica con 1,980 trabajadores.

Infraestructura. La ciudad industrial Felipe Carrillo Puerto de Mérida está situada en el kilómetro siete de la carretera Mérida-Umán y posee una superficie de 163 ha. Se creó durante el gobierno de Carlos Loret de Mola y tiene la infraestructura básica para desarrollar sus actividades como servicio de electricidad, agua potable, pavimentación, líneas telefónicas, vigilancia policíaca, subestación de bomberos, escuela industrial, bancos, transporte urbano y gasolineras. Si bien la mayoría de las industrias establecidas tienden a destinar sus productos al mercado regional, también incursionan en el mercado nacional e internacional. Fue impulsada por un fideicomiso formado según acuerdo suscrito por los gobiernos estatal y federal y La Nacional Financiera, el 25 de febrero de 1972. Las primeras empresas que se establecieron fueron Hidrogenadora Yucateca; La Anita, Condimentos y Salsas; Plastherm de Yucatán; Nutrimentos del Sureste; Industrias Alimenticias del Sureste; Roche Hermanos y Grupo Avícola Campi.

Como consecuencia del crecimiento de la fuerza de trabajo empleada, fue necesario contar con una unidad habitacional situada en sus alrededores. Así, se anunció en 1976 la construcción de 473 viviendas a cargo del Infonavit, con una inversión de 25,000,000 de pesos; las cuales se destinarían a 2,300 trabajadores de la zona. La delegación regional anunció, a fines de 1977, la autorización del crédito correspondiente e informó que estaban listos, en una primera etapa, los proyectos para construir 204 viviendas; delimitándose 4.5 ha.

La construcción se inició en 1978 y al año siguiente ya estaba por concluirse. Actualmente son numerosos los fraccionamientos que circundan esta zona fabril, entre ellos Libertad II, Libertad III, Torre Díaz, Graciano Ricalde, Villa Mérida y Lolbé, así como las colonias Crescencio Rejón, El Roble y San Marcos Nocó. En 1993, en Ciudad Industrial laboraban 5,223 personas. Ese año llegó a término su ampliación con 50 hectáreas urbanizadas, superficie dotada de los servicios de energía eléctrica, agua potable, comunicación telefónica y pavimentación de calles. Hasta fines de ese año, se establecieron cuatro nuevas plantas, las que representaron 500 empleos más.

Otros parques industriales. También se cuenta con el Parque Industrial Yucatán y el Polígono Industrial, ambos situados en el corredor Mérida-Progreso y dedicados a la industria maquiladora. El primero pertenece a la Compañía Fomento Industrial del Grupo Yucatán; consta de cinco naves, tres ocupadas por las compañías Createx, Oxford y Balmex. El Polígono Industrial es propiedad de Inmobiliaria Karibean, y comprende dos empresas estadounidenses; se esperan otras más. El Parque Industrial Yucalpetén está situado en Progreso y se dedica a la industria pesquera y construcción de barcos. El Parque Industrial de Valladolid, proyectado desde principios de esta década, tiene una maquiladora de ropa, que contrató al principio, a 100 trabajadores, hasta alcanzar 350. El parque es administrado por un grupo de 40 empresarios de esa población, denominado Compañía Promotora del Desarrollo Económico, Integral y Regional de Valladolid, Coprovalsa. Desde 1993 se impulsa el Parque Industrial de Motul, que tiene la maquiladora de ropa Monty, con 2,000 empleos, para otros tanto pobladores de la ex zona henequenera. El establecimiento de factorías no se reduce a los parques industriales referidos, sino que se ha extendido a diversas partes de Mérida, como el centro de la ciudad y varias colonias. El puerto de altura de Progreso. Se creó para apoyar las actividades de empresarios e industriales. Inició su construcción en 1985 y se inauguró el 6 de octubre de 1989. Se invirtieron 110,000,000,000 de pesos. La obra consta de un viaducto de 4.5 km de largo con una superficie de 14 m de ancho y 2.5 m sobre el nivel del mar. Dispone de terminales especializadas de carga para graneles agrícolas, minerales y pesca de altura. Además de recibir diversos materiales y pasajeros, estas instalaciones constituyen una puerta de salida de los productos locales hacia los mercados internacionales.

Industria Maquiladora. El surgimiento de esta industria en Yucatán corresponde al agotamiento de la actividad henequenera, que obligó a buscar alternativas para diversificar la operación económica en el estado. Así, fue creado el Programa de Promoción de Exportaciones y de Industrias Maquiladoras, de acuerdo con los lineamientos del Programa de Desarrollo de la Región Sureste, relacionada con el Programa de Reordenación de la Zona Henequenera. Como consecuencia de la necesidad de utilizar fuerza de trabajo de manera intensiva, la industria maquiladora, que comenzó a impulsarse a partir de los 80, recibió a un gran número de obreros anteriormente desempleados. Para hacer más ventajoso a los inversionistas extranjeros su establecimiento en el estado, ahora se cuenta con una infraestructura adecuada y se recurre a constantes apoyos financieros para fortalecerla.

El atractivo que tienen lugares como Yucatán para los países extranjeros, y especialmente para Estados Unidos de América, reside en la alternativa de inversión que representan frente a la competencia de los países orientales, sobre todo Japón, que han reducido la importancia de las manufacturas estadounidenses en el mercado mundial y aun en su economía interna. Uno de los motivos que condicionaron esta situación reside en los costos de operación, lo correspondiente a la mano de obra y la transportación de los productos. De acuerdo con un estudio efectuado por la International Business Development de la Universidad de Northwestern, Estados Unidos de América, Yucatán ofrece ventajas a los inversionistas de ese país que, en sus expectativas de abaratar sus costos de operación, se fijan en ciertos factores, como su cercanía estratégica, la que contribuye a disminuir los gastos de transporte de los productos, y el bajo precio de la mano de obra, con respecto de otras entidades del país. Otros aspectos favorables son sus patrones culturales de estabilidad familiar, su escasa emigración hacia Estados Unidos de América, una alta tasa de participación femenina, especialmente en actividades de carácter artesanal, la debilidad de su estructura sindical y la abundante oferta de trabajadores profesionales subempleados y técnicos, situación originada como consecuencia de las limitadas oportunidades de empleo. Según la investigación referida, las ramas industriales que resultan más atractivas para las empresas estadounidenses son las relacionadas con la producción de accesorios y componentes eléctricos y electrónicos, los de equipo médico y odontológico, los alimentos procesados y enlatados, los juguetes, los artículos deportivos, la ropa y los productos para la construcción, sobre todo porque son bienes fácil mente transportables, además de que es posible encontrar algunos insumos en la entidad.

Los empresarios locales también han incursionado en la industria maquiladora. Destacan el Grupo Yucatán, constituido por 20 inversionistas yucatecos y el de Inmobiliaria Karibean. Estos grupos han creado importantes obras de infraestructura como el Parque Industrial Yucatán y el Polígono Industrial. Estas obras se construyeron con apoyo del gobierno federal, y recursos suministrados por Nacional Financiera y el Banco de Comercio Exterior. Las funciones que desempeñan estos grupos se orientan a la construcción de naves en los parques, para venderlas o rentarlas a los inversionistas extranjeros, así como impulsar el desarrollo de las plantas correspondientes y efectuar los trámites administrativos requeridos para establecer tales espacios industriales. Existen filiales de compañías multinacionales, pequeñas y medianas empresas de capital estadounidense, coinversiones de capital local con capital extranjero y empresas con capital nacional exclusivamente. Son heterogéneas también, en cuanto al número de trabajadores que ocupan, pues algunas plantas emplean 1,000 personas o más, otras entre 700 a 400 individuos, en tanto que hay otras muy pequeñas que acaso llegan a requerir 10 empleados.

Las maquiladoras que ocupan a un mayor número de obreros son las de la industria del vestido y las menos la rama de la joyería y de materiales para ortodoncia. En cuanto a las características de los procesos productivos de las distintas ramas industriales, de acuerdo con lo que plantea la investigadora Beatriz Castilla, si bien son variables, suelen tener algunos rasgos en común, como el hecho de ensamblar partes de productos mediante el empleo de la mano de obra y no a través de la introducción de tecnología avanzada.

Otra característica importante es la de basarse en tiempos y plazos muy precisos y con una división del trabajo muy especializada para realizar un número reducido de tareas simples e independientes. Su tecnología se distingue por sus bajos niveles de mecanización, pues utilizan máquinas y herramientas operadas manualmente, o bien, reducen a simples tareas efectuadas por cada uno de los trabajadores. Las actividades productivas se regulan mediante la intervención de responsables o supervisores. Con el objeto de aumentar la productividad se recurre a programas de incentivos económicos.

Desarrollo y Promoción Industrial. Para impulsar el desarrollo industrial en Yucatán, se creó en 1995 el Comité Estatal de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, como un organismo de enlace entre las autoridades gubernamentales y los empresarios. A partir de esta iniciativa, se intensificó la realización de encuentros empresariales, cursos de capacitación, exposiciones de productos industriales, y en general, su difusión en los mercados regionales, nacionales e internacionales. Estas actividades se efectúan mediante la acción coordinada entre la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, el Banco de Comercio Exterior, Nacional Financiera, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación y el gobierno del estado.

También se emprenden acciones concertadas entre centros de investigación e instituciones docentes de nivel superior. Así, se realizan diversas investigaciones con miras a aplicarlas y reforzar la planta productiva. Se investiga sobre desarrollo de polímeros y materiales afines, análisis de contenidos contaminantes en chimeneas, tratamiento de aguas residuales, detección de fugas de hidrocarburos, micropropagación de cultivos y otros problemas.

Además, el gobierno de Yucatán ha editado folletos en inglés y producido un audiovisual para difundir las ventajas que el estado ofrece a los inversionistas extranjeros. Paralelamente se envían representantes de la administración pública estatal a Estados Unidos de América con el propósito de continuar impulsando los proyectos de inversión. Para ello se fundó el Centro de Desarrollo de Negocios Internacionales de Yucatán, organismo que en 1995 concretó un acuerdo con el estado de Louisiana, con el fin de conjuntar esfuerzos y promover nuevos negocios entre los países del continente.