Independencia de Yucatán

Independencia de Yucatán  La lucha por la independencia en Yucatán adoptó un cariz distinto a la registrada en otras regiones de la Nueva España, ya que ésta no se efectuó de manera violenta o mediante las armas, sino en el plano del consenso y el diálogo. Desde principios del siglo XIX, había surgido en Yucatán gente que manifestaba solidaridad con el movimiento independentista iniciado en 1810 por Miguel Hidalgo. En este período, sobresale la actuación de Los Sanjuanistas, asociación liberal, fundada por Vicente María Velázquez, que apoyaba el cambio del antiguo régimen colonial por uno más acorde a los tiempos y necesidades de la época. Los personajes más destacados de esta agrupación fueron Pablo Moreno, Manuel Jiménez Solís, conocido como «Padre Justis», José María Quintana, Francisco Bates, Lorenzo de Zavala, Fernando Valle, Manuel García Sosa, Alonso Luis Peón, Pablo Oreza, Pedro Almeida, Pantaleón Cantón, Julián Molina, Pedro Manuel de Regil, Pedro José Guzmán y Fernando del Valle. Antes de firmarse el Acta de Independencia de Yucatán, Los Sanjuanistas sufrieron persecuciones y atropellos por los llamados rutineros, bando político conservador que de nuevo asumió el control del gobierno, al abolirse en 1814 por Fernando VII, la Constitución de Cádiz, promulgada en 1812. Sin embargo, en 1820 estalló en España la revolución, encabezada por Rafael de Riego que nuevamente restableció la Constitución, y provocó que los antiguos enemigos de la idea de independizarse, pasaran a ser las cabezas del movimiento por la Independencia, ya que el régimen constitucional vulneraba y afectaba sus intereses militares y eclesiásticos. Con Iturbide a la cabeza se logra la Independencia de México tan anhelada por los primeros líderes, pero bajo una concepción distinta.

La noticia de la adhesión al Plan de Iguala llega rápidamente a las tierras del Sureste. Entonces era gobernador y capitán general de Yucatán, Juan María Echeverri, quien el 15 de septiembre de 1821 recibió tres cartas, una del gobernador de Tabasco que le informaba que el ejército insurgente había penetrado sin resistencia aquella región, con 400 hombres mandados por Juan N. Fernández; que las poblaciones invadidas, no sólo no le oponían resistencia, sino que lo recibían jubilosamente y juraban enseguida la independencia; que así había sucedido en Huimanguillo, San Antonio y Cunduacán, por lo que pensaba que Villahermosa pronto atravesaría la misma situación. Finalizaba sugiriendo a Echeverri tomar las precauciones debidas para defender la Península. Una segunda misiva le fue enviada por el teniente de rey de Campeche, manifestándole que había tomado ciertas precauciones para evitar desórdenes que podrían surgir durante la feria de San Román efectuada por entonces, y la tercera, del Ayuntamiento de Campeche, donde se le aconsejaba enterar al jefe insurgente Fernández que la provincia tenía simpatías por la Independencia y que la juraría tan pronto se estableciese el gobierno independiente de México. José María Echeverri ya había observado la creciente impopularidad del régimen colonial, manifestada en numerosos artículos periodísticos de la época. Por ello, en vez de prepararse para enfrentar a las tropas insurgentes, prefirió consultar con las autoridades cuál era su actitud respecto de la proclama independentista. Citó a reunión extraordinaria a la Diputación Provincial y al Ayuntamiento e informó del peligro que corría la Península de caer en una conflagración bélica, de no adoptarse con prontitud una decisión, que él respetaría los acuerdos tomados por los representativos de la provincia. Éstos, unánimemente, se pronunciaron en favor de la Independencia. Posteriormente se aprobó, de acuerdo con Echeverri, convocar a una junta popular y pública a la que asistieran todas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas residentes en la capital. Eligio Ancona dice al respecto: «Esta reunión, que será para siempre memorable en los anales de nuestra historia, se verificó en las Casas Consistoriales de Mérida, el indicado 15 de septiembre… (de 1821). Asistieron a ella el capitán general que la presidió, los diputados de provincia, los alcaldes, los regidores, los síndicos, el juez de letras, los empleados superiores de Hacienda, los jefes militares que residían en la plaza, el obispo, lo canónigos, los cinco curas de la ciudad, el tesorero de la Cruzada y un buen número de ciudadanos que no tenían ningún carácter oficial. Allí estaban reunidos todos los partidos políticos que en otro tiempo se habían hecho la guerra, pero ahora estaban unidos en un solo sentimiento. Representaba al partido liberal el más antiguo de la Península, don Juan de Dios Enríquez; a los constitucionales de 1820, don Juan Rivas Vértiz, don Mariano Carrillo, el cura Villegas, etcétera, y a los rutineros, don Juan Manuel Calderón, algunos eclesiásticos y varios militares». Aprobada y declarada formalmente la independencia de Yucatán, así como plasmada en el Acta de la Junta General, Echeverri manifestó que siendo incompatible su cargo y tendencias políticas renunciaba al puesto que ostentaba, pero la Asamblea le pidió continuar en sus labores, mientras se establecía el nuevo gobierno independiente.

El acta de la proclamación de la independencia de Yucatán fue publicada por Eligio Ancona en el tomo III de su libro Historia de Yucatán y los puntos que estableció fueron: «1º Que la provincia de Yucatán,… conociendo que su independencia política la reclama la justicia,… la proclama bajo el supuesto de que el sistema de independencia no está en contradicción con la libertad civil… 2º Que para afianzar más eficazmente los derechos sagrados de la libertad, propiedad y seguridad legítima,… acordaron que sin la menor alteración se observen las leyes existentes,… y se respeten las autoridades en los ramos de gobierno, actualmente establecidos. 3º Que reconoce por hermanos y amigos a todos los americanos y españoles europeos que abundan en sus mismos sentimientos y que… quieran comunicar pacíficamente con sus habitantes en razón de todos los negocios y transacciones de la vida civil. 4º Que el Muy Ilustre Ayuntamiento de Campeche, de acuerdo con el señor teniente de rey de aquella plaza, nombre las personas que sean más de su confianza, una del estado civil y otra del militar, para que pasen a la provincia de Tabasco a manifestar al comandante que a nombre del Ejército Imperial manda en ella, la resolución tomada, acordando con aquel jefe la continuación y observancia de las relaciones políticas y civiles actualmente existentes. 5º Que para precaver los… prejuicios que resultarían de la interrupción del comercio entre aquéllas y estos puertos, se acuerde del mismo modo su continuación bajo las reglas aranceles y seguridades, actualmente establecidas. 6º Que para hacer más notoria y eficaz esta determinación tomada, se comisiona a los señores D. Juan Rivas Vértiz y licenciado D. Francisco Antonio Tarrazo, para que pasando a la Corte de México, la comuniquen a los dos señores Jefes Superiores o Gobierno Provisional que hayan acordado establecer en N.E. a efecto de que a la mayor brevedad y con la más completa instrucción, den parte a esta provincia de sus definitivas resoluciones.» Con la firma de los representantes de los distintos sectores, se finiquitó el acto.

En los siguientes días, Echeverri comunicó a las autoridades españolas de La Habana los acuerdos tomados y permaneció en el puesto hasta que la diputación provincial nombró al nuevo jefe de gobierno. Según Albino Acereto, en las demás provincias de la Nueva España bastó para proclamar su Independencia la lectura del Plan de Iguala, pero en Yucatán, por ser una Capitanía General, se adoptó un carácter diferente, ya que teóricamente podía obrar a su arbitrio para elegir el destino que quisiera. El autor ya citado, al hablar sobre este hecho histórico, dice «La provincia de Yucatán uniéndose espontáneamente a México al nacer a la vida independiente, no dio un paso extemporáneo en manera alguna, ni sacrificó su preciosa conquista en aras de la nueva nacionalidad; comprendiendo que su independencia aisladamente sería inestable y precaria, no la había intentado, y hasta que la vio viable, merced al triunfo de la causa nacional mexicana, se apresuró a proclamarla para que, fundida con la de México, no fuera una esperanza ilusoria sino una realidad, capaz por la fuerza que le prestara la unión de inspirar consideración y respeto en las relaciones internacionales… Yucatán no hubiera declarado su independencia si México no hubiera hecho la suya; lo que prueba que Yucatán estaba políticamente desde entonces, sujeto a la esfera de acción de México, e identificado con la vida autonómica de la nación. Por eso el Grito de Dolores, como fue el primer acto de emancipación política de la Nueva España, fue también el primer acto de la emancipación de la Capitanía General de Yucatán».