Inmigración

Inmigración  Además de la población española que colonizó Yucatán, la primera que llegó del exterior fue la constituida por los contingentes de esclavos negros que esporádicamente eran introducidos, a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Al principio, los trajeron de África y luego de Jamaica y Haití; iniciado el siglo XIX se formó un poblado al noroeste de Tizimín, llamado San Fernando de los Negros, que desapareció en 1847; en años posteriores, se consigna la existencia de 200 en Yucatán. Según el orden cronológico de su llegada, los grupos inmigrantes vinieron así:

Canarios. Un grupo de canarios fue traído en 1733 por el gobernador Mariscal Antonio de Figueroa para repoblar la antigua villa de Bacalar. Después de la Independencia un nuevo grupo llegó el 20 de octubre de 1841, contratado para trabajar en una finca cercana a Campeche. Otro grupo, de 22 colonos, vino el 11 de agosto de 1881, para trabajar en plantaciones agrícolas; con ese fin llegaron 180 colonos en 1882; 138 en 1883 y otros 400 en 1884.

Franceses. Varios inmigrantes de esta nacionalidad llegaron a Yucatán desde el período colonial. Algunos apellidos subsisten todavía como Magnin (Mañé), Escoffié, Combalusié. Varios destacaron como el doctor Alejo Dancourt.

Alemanes. El 23 de octubre de 1865 arribaron 225 colonos procedentes de Hamburgo, contratados por el comisario imperial José Salazar Ilarregui para establecerse en Santa Elena; esta colonia fue reforzada en julio de 1866 con 213 personas más, pero resultó un fracaso, por lo que se regresaron a su país. Aparte, en forma individual, llegaron varias personas que se radicaron en Mérida y fundaron familias, con los apellidos Hübbe, Milke, Schirp, Faller, Moller, Riess y otros; comerciantes como Struck, Ritter, Bock, Crasseman, etcétera, y el arqueólogo Teobert Maler. El censo de 1910 consigna 46 personas de este origen.

Cubanos. Dada la cercanía con la isla de Cuba, hubo mucha relación, aun después de la Independencia de México, como ocurrió en 1847 y 1848, en que las autoridades de Cuba, que seguía siendo colonia española, ayudaron al gobierno yucateco durante la Guerra de Castas, y recibieron a los indígenas prisioneros de guerra, entonces deportados. A la vez, cuando en esa isla comenzó la lucha contra las autoridades españolas, Yucatán recibió a numerosos emigrados. En marzo de 1869 llegó un enorme contingente, que fue alojado en el ex convento de Las Monjas; luego algunos se fueron a Campeche, otros pocos hacia diversas partes de Yucatán, y la mayoría se quedó en Mérida. Posteriormente, en 1889, al extenderse las plantaciones de caña de azúcar, se trajo a jornaleros cubanos, que tenían más experiencia en ello que los campesinos yucatecos. Al estallar en 1895 la guerra de independencia en Cuba, arribaron numerosos grupos, que supieron organizarse fundando clubes y periódicos informativos; abrieron cafeterías y sitios de reunión; introdujeron el deporte llamado béisbol, así como numerosas palabras de su léxico común. Como resultado de toda esta inmigración se conservan, entre otros, los apellidos Tió, Loret de Mola, Gazque, Betancourt, Bas, Cuevas, Acuña, Torroella, Maury, Sanjenís, Arrigunaga y Urzaiz; precisamente se debe a Eduardo Urzaiz Rodríguez la obra La emigración cubana a Yucatán.

Libaneses. A mediados del siglo pasado, el pueblo libanés sufrió grandes penalidades de orden económico, religioso y político, pues su territorio pasó a manos del imperio turco, motivo por el cual se les conoció como turcos y a sus hijos nacidos en Yucatán como yucaturcos. En 1879 llegaron los primeros grupos; muchos de los integrantes se dedicaron al pequeño comercio a domicilio, mediante las ventas por abonos. El censo de población de 1910 registró 568 personas, que preferentemente vivían entre los barrios de La Mejorada y San Cristóbal, de Mérida; tenían comercios establecidos en la calle 65 y fundaron agrupaciones como la Sociedad de Beneficencia Maronita, (1897), y la Asociación sirio-libanesa, (1907). En su país de origen, durante la Primera Guerra Mundial, fueron objeto de muchas persecuciones y otra vez emigraron; en 1916 llegan grandes grupos, pero muchos se dispersaron en diferentes localidades. A partir de 1930, cierto número de familias se trasladó a otras partes del país. En Mérida se fundó en 1932 el Centro Libanés, que fue el eje de la vida social de esa colonia y que aún funciona con el nombre de Centro Deportivo Libanés-Mexicano. Su campo de actividades sigue siendo el comercio, pero se ha ramificado un tanto, al extenderse hacia algunas industrias, bienes raíces, restaurantes, etcétera. El movimiento demográfico de la población con ese origen ha sido así: en 1948 eran 1,550 personas; en 1965, se estimaron 2,500 y en 1981 fueron 2,340. Cabe señalar que varios de los platillos de su cocina típica se hicieron muy populares en Yucatán.

Chinos. Los primeros inmigrantes chinos llegaron a fines del siglo pasado y comienzos del presente; eran hijos de campesinos y fueron traídos para las labores en las haciendas henequeneras; en 1894 había 35 individuos y en 1910 el censo registró 875; en 1911 se trajeron 3,000 inmigrantes más. No duraron mucho en las labores del henequén; algunos en Mérida y otros en los pueblos, compraron tierras y fomentaron sus huertas, establos, tiendas de abarrotes, lavanderías, fondas, etcétera. En los 40, casi 5,000 chinos vivían en Yucatán. En Mérida, fundaron la Asociación China de Yucatán, un casino y un organismo político para apoyar al Kuo Ming Tang. Se casaban con mujeres de ascendencia indígena, lo que les facilitó adquirir las costumbres regionales y aprender también el maya.

Italianos. Se sabe de algunas personas que llegaron en el siglo pasado, pero casi al comenzar el siglo actual arribó un grupo que se dedicó principalmente a la reparación de calzado o a laborar en las obras del ferrocarril; varios murieron durante la epidemia de fiebre amarilla de 1903. Poco después, el arquitecto Enrique Deserti, que construyó y ornamentó el Teatro José Peón Contreras, trajo consigo a varios obreros y artistas italianos, como los maestros Alfonso Cardone y Leopoldo Tommasi. Persisten aún apellidos como Biaggi, Santinelli, Expósito, Santini, Améndola, Mendicuti, Garivaldi, etcétera.

Puertorriqueños. En 1901 llegaron 300 campesinos y en 1903 otra segunda partida, todos para trabajar en las haciendas henequeneras.

Coreanos. En 1905 introdujeron un grupo de 220 personas. El censo de 1910 reporta 306 coreanos. En 1914 se publicó el reglamento de la Agencia de Jornaleros Coreanos, dependiente de la Asociación Coreana de Yucatán. Aunque originalmente se les trajo para trabajar en las fincas henequeneras, muchos se dedicaron a otras actividades, como fondistas, cocineros, lavanderos, cultivadores de hortalizas, etcétera.

Japoneses. A principios de siglo, hubo un proyecto para traer 500 familias, pero no prosperó porque el gobierno japonés obstaculizó el desplazamiento. Por ello, en 1910 sólo aparecen 46 personas y siete en 1920.

Javaneses. Se menciona que a fines del siglo pasado llegó un grupo; no se consigna ninguna cifra de ello. Tal vez fueron los introductores de la variedad de chile conocido como habanero.

Estadounidenses. En años recientes se ha establecido un cierto número de ellos, principalmente jubilados en su país. La población de origen extranjero, en Yucatán, según los totales consignados en los censos, ha sido: 1910, 4,678; 1921, 3,107; 1930, 3,047; 1940, 1,895; 1950, 1,416; 1960, 1,026; 1970, 1,005; 1980, 1,521 y 1990, 2,011. En cuanto a los nacidos en otras entidades del país, la única inmigración masiva, pero forzosa, fue la de los yaquis de Sonora en 1892, cuyo número no se ha precisado. Fuera de ello, la llegada de trabajadores para las fincas henequeneras fue en forma individual. Además de Campeche, el censo de 1900 consigna que de 4,000 personas nativas de otras entidades, las que aportaron mayor cantidad fueron: Veracruz, 984; San Luis Potosí, 654; México, 479; Tabasco, 284 y Tamaulipas 246. La situación que en casi todo el país fue alterada, con motivo de la Revolución Mexicana, provocó a partir de 1910, un nuevo flujo migratorio hacia Yucatán. Posteriormente ocurrió por diversos motivos sociales, y cabe apuntar que por causa de los terremotos de 1985, muchas personas de la Ciudad de México se trasladaron a Yucatán. El censo de 1990 consigna un total de 74,617 nacidos en otra entidad, siendo las principales aportantes: Ciudad de México, 17,742; Campeche, 16,994; Quintana Roo, 7,250; Veracruz, 6,903; Tabasco, 6,827 y Chiapas, 3,022.