Navarrete, Felipe (1831-1908) Militar y político, gobernador de Yucatán, 1863-1864. Desde muy temprana edad, participó en la Guerra de Castas. La primera actuación política de Navarrete ocurrió en 1859, cuando varias guarniciones se pronunciaron contra el gobernador Liborio Irigoyen. Felipe Navarrete y uno de sus hermanos, sospechosos de promover una sedición en Valladolid, fueron detenidos por el coronel Pedro Acereto, jefe de la guarnición, y mandados bajo escolta a Mérida. En el camino, fueron liberados por Francisco Cantón, pero al trabarse un combate con los auxilios enviados desde Valladolid, fue muerto el hermano mientras los demás lograban huir. El 28 de marzo de 1863, en Izamal, de nuevo se levantó en armas contra el gobernador Liborio Irigoyen quien capituló en Mérida el 12 de julio, asumiendo Navarrete la gubernatura del estado. Al proclamarse el Imperio, según Albino Acereto, en Historia política desde el descubrimiento europeo hasta 1920, publicado en la Enciclopedia Yucatanense, Navarrete, para evitar males al estado, no se declaró hostil a la intervención pues temía que los franceses bloquearan el puerto de Sisal interrumpiendo el comercio exterior, fuente principal de ingresos necesarios para sostener las guarniciones en las fronteras ante la rebelión maya. La prensa campechana lo atacó constantemente y los problemas de este estado con Yucatán se agudizaron aún más cuando fue bloqueado el puerto por las tropas extranjeras y su comercio se vio abruptamente interrumpido. El gobernador Pablo García, desesperado, pidió a Navarrete que los productos extranjeros para Campeche, que se introdujeran por el puerto de Sisal, estuvieran exentos del pago de derechos de aduana, petición que no fue satisfecha, bajo el argumento de que esos ingresos pertenecían a la Nación y que de actuar así, podría ocasionar también el bloqueo de Sisal. García reaccionó violentamente y declaró la guerra a Yucatán. Se nombró como jefe de las tropas campechanas a Manuel Cepeda Peraza, que internándose en territorio yucateco llegó a Maxcanú el 20 de noviembre de 1863, donde, según afirma Eligio Ancona, los jefes y oficiales levantaron un acta en la que expusieron que el objeto de la revolución fue defender la causa nacional y llevar a la gubernatura a su coronel Cepeda Peraza. El levantamiento no fructificó y García tuvo que rendirse ante el francés G. Cloué. A bordo del navío «Brandon», y con la presencia de Navarrete, se ultimó el asunto, garantizando la vida, libertad y propiedad de los habitantes; además se estableció que sólo Navarrete y su estado mayor podrían entrar a la ciudad de Campeche. Desde este momento el gobernador de Yucatán aceptó al invasor francés. Navarrete reconoció a la Regencia y continuó con el cargo de prefecto superior y comandante general de la Península, al mando de los poderes militar y político, incluidos todos los pueblos del que fue territorio de Campeche, que el 26 de enero de 1864 había vuelto a formar parte de Yucatán.
Sin embargo, no duró mucho tiempo en el nuevo puesto, pues Maximiliano, en septiembre de 1864, envió para gobernar Yucatán, como comisario imperial, al matemático e ingeniero José Salazar Ilarregui. Navarrete quedó como prefecto de Mérida. Más adelante fue nombrado jefe de la Línea Oriental en la lucha contra los indígenas sublevados. En 1867, fue llamado para defender a Mérida contra los republicanos jefaturados por Cepeda Peraza y tuvo una actuación heroica antes de capitular. Fue desterrado a La Habana. Retirado de la vida política, murió en Mérida. Fue inhumado en el mausoleo de la familia Ancona Bolio. En Retratos y biografías de yucatecos ilustres se dice que Felipe Navarrete fue presidente de la Gran Junta Permanente de Veteranos de la Guerra Social en Yucatán.