Nohoch Tata Gran Sacerdote. Se aplica al personaje de más alta jerarquía en la organización eclesiástica dentro de las comunidades indígenas de Quintana Roo que practicaron el culto a la Santa Cruz. Reúne funciones propias del sacerdocio católico y otras del sacerdocio maya de la época prehispánica. El etnólogo Alfonso Villa Rojas, en su obra Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo, de acuerdo con los estudios que realizó en X-Cacal, entre 1935 y 1936, señala que en el lenguaje corriente, al Nohoch Tata se le llama Ah Kin o cura. Su función principal es la de cuidar la buena administración de los servicios religiosos que corresponden a La Santísima o cruz protectora. Para ello, debe estar pendiente de que maestros o sacerdotes en turno en la iglesia celebren diariamente las misas, rosarios y demás ceremonias del culto católico cuidar que el altar esté siempre arreglado y nunca falten velas o agua bendita para el ritual también le corresponde la celebración de matrimonios, bautizos y misas especiales en memoria de algún difunto o en fechas determinadas del santoral católico. Esta última facultad puede ser delegada, ocasionalmente, en sacerdotes subalternos. En su papel de intermediario entre La Santísima y los devotos, suele quedarse a solas con ella en el recinto cerrado donde está el altar, con el fin de auscultar su voluntad y comunicársela luego a los hombres. Los mensajes obtenidos mediante esta comunión espiritual se refieren, por lo general, a futuras calamidades, como sequías, langosta, enfermedades o persecuciones, y a los deseos de la Santa Cruz de contar con una mayor devoción y disciplina de los creyentes. El Nohoch Tata tiene la facultad de nombrar, entre los individuos que considere mejor preparados, a los maestros o sacerdotes de los otros pueblos, aunque los así nombrados deben contar con la anuencia de los jefes de todo el cacicazgo antes de entrar en el ejercicio del cargo. También posee atribuciones de carácter político, tales como aconsejar a los jefes en los problemas administrativos, juzgar en unión de ellos a los que hubieran cometido algún delito y presidir las asambleas públicas de mayor importancia.
Este cúmulo de actividades lo llevan a ser un personaje de prestigio excepcional, por lo que resulta tabú tocarlo o criticarlo en cualquiera de sus actos. No hace milpa ni se ocupa de los trabajos comunes todos sus gastos son cubiertos con el dinero del santo que se recauda en la iglesia por concepto de misas, casamientos, bautizos y otras funciones pagadas. Este dinero no está al cuidado del Nohoch Tata, sino de los maestros, quienes sólo pueden disponer de él con la autorización del capitán o jefe militar de más alto grado. Villa Rojas considera que el Nohoch Tata es equiparable al Ahau-Can o Gran Sacerdote de tiempos prehispánicos, quien era muy reverenciado por los señores. De acuerdo con Diego de Landa, el Ahau-Can no tenía repartimiento de indios, pero recibía presentes de los señores y de todos los sacerdotes de los pueblos. Le sucedían en su dignidad sus hijos o parientes más cercanos; daba consejos a los señores y respuestas a sus preguntas. Landa dice que en las cosas de los sacrificios «pocas veces las trataba sino en fiestas muy principales, o en negocios muy importantes y que esto proveía de sacerdotes a los pueblos cuando faltaban, examinándolos en sus ciencias y ceremonias y que les encargaba las cosas de sus oficios y el buen ejemplo del pueblo, y los proveía de sus libros y los enviaba, y que éstos atendían al servicio de los templos, y a enseñar sus ciencias y escribir libros de ellas».