Lonja Meridana Sociedad literaria fundada el 28 de septiembre de 1846 por un grupo de jóvenes provenientes de estratos económicamente acomodados, principalmente comerciantes, hacendados y profesionistas. Afines en su gusto por la literatura, procuraban reunirse todas las noches en cualesquiera de las casas habitadas por sus socios, para cambiar impresiones y debatir temas literarios o artísticos.
Esta sociedad estuvo activa por más de medio siglo y su principal objetivo fue consolidar un centro literario y artístico. La inauguración de la Lonja Meridana se efectuó en la casa de Donaciano García Rejón, donde se formó una junta provisional integrada por: Sebastián López de Llergo, presidente; Luis Gutiérrez Zagargazu y José García Morales, primero y segundo secretarios, y Julián González Gutiérrez, tesorero. La comisión redactora del reglamento quedó formada por Justo Sierra O’Reilly y Vicente Calero Quintana; la elaboración del presupuesto de la Sociedad se encomendó a Donaciano García Rejón y Francisco Morales Lanzos. La junta definitiva se designó a principios de octubre del mismo año y fue configurada por: Miguel Barbachano y Tarrazo, presidente; Pedro de Regil y Estrada, vicepresidente; Luis Gutiérrez Zagargazu, secretario; Joaquín González Gutiérrez, tesorero; Antonio García Rejón, Francisco Morales Lanzos y Felipe de la Cámara Zavala, comisionados primero, segundo y tercero respectivamente.
La Lonja Meridana se transformó a fines del siglo XIX en un centro recreativo y coreográfico al servicio de la más rancia aristocracia urbana. Participó en la organización de los suntuosos carnavales que dieron fama a Mérida en los últimos años del siglo pasado y en los primeros del XX. Organizó también otras actividades como la celebración de bailes de gala, ajenos a la actividad cultural que originó su fundación. En los años de 1889 y 1890, época de gran auge henequenero, los socios de la Lonja, en su mayoría hacendados y comerciantes prósperos, dispusieron la reconstrucción de su local social, ubicándolo en los cruzamientos de las calles 62 y 65; convirtiéndose durante algún tiempo en el más lujoso y mejor acondicionado entre los centros coreográficos citadinos. Al paso de los años y con la llegada de las ideas surgidas de la Revolución Mexicana de 1910 la Lonja desapareció.