Ligas de resistencia Nombre que adoptaron los subcomités del Partido Socialista de Yucatán desde mayo de 1917, fecha en que inició su reorganización y reorientación bajo el liderazgo de Salvador Alvarado. El término de liga fue tomado de las organizaciones insurreccionales y de agitación, frecuentemente anarquistas, que se desarrollaron en Europa durante el siglo XIX. Aunque las ligas europeas eran entidades abiertamente opuestas a la acción electoral y parlamentaria, las del Partido Socialista de Yucatán efectuaron tareas electorales, además de otras que los socialistas llamaban «societarias». El historiador y periodista Ernest Gruening las definió como organismos populares que eran una «combinación de sindicato, club político, centro educacional y cooperativa». En el contexto de la suspensión de las elecciones en el estado, motivada por la imposibilidad de Salvador Alvarado de contender por la gubernatura local para el período 1919-1922, el Partido Socialista de Yucatán avanzó vertiginosamente en su organización y politización, basándose en las ligas de resistencia que fueron creadas hasta en las más pequeñas y apartadas localidades. Durante el Congreso Obrero de Motul se dio una estructura permanente al partido: la liga central quedó compuesta por varios departamentos encargados de los asuntos agrarios, de defensa legal, educación, cultura y propaganda, entre otros. Para su sostenimiento, las ligas se comprometieron a enviar el 20% de las cuotas recaudadas entre sus miembros. A partir de la organización de las ligas de resistencia, el Partido creció en número e influencia. Las ligas permearon prácticamente toda la vida social y política de las localidades del estado a partir de 1918. Sus actividades en las áreas política, educativa, agrícola, artística y deportiva, incorporaron a un gran número de afiliados, mayoritariamente campesinos. Felipe Carrillo Puerto, líder del Partido en ese tiempo, calificó a las ligas de resistencia como una «organización que alcanza hasta la última aldea, que está en todas las ciudades, caseríos y haciendas (…). La liga es más que un partido político, es más que una institución educativa, es más que un instrumento para gobernar. La liga es un instrumento que está rejuveneciendo al indio maya y dándole el poder que necesita para poder llevar a cabo un amplio programa social».
Cada liga verificaba una asamblea semanal en la que se discutían los problemas locales, obteniéndose soluciones. Además desarrollaba un programa político, artístico y educativo, supervisado directamente por la liga central. Las demandas de las ligas de resistencia eran enviadas a la liga central, la cual, mediante su capacidad de gestión, lograba constantemente modificar actos y resoluciones del gobierno estatal. Las ligas se convirtieron en los canales de comunicación y presión entre el pueblo y el gobierno.
En su fuerza y cohesión radicaba, en buena medida, su capacidad para solucionar inmediatamente los problemas y necesidades de sus afiliados, que para 1924 ascendían a 80,000. El asesinato de Carrillo Puerto, el 3 de enero de 1924, marcó el inicio de la declinación de las ligas como instrumento de acción popular. Pese a conservar su nomenclatura, paulatinamente fueron perdiendo su influencia, hasta que se incorporaron al proyecto del partido oficial nacional.