Libélula

Libélula  En maya, turix o tulix. En la Península existe un gran número de especies de libélulas muy parecidas entre sí a primera vista, excepto por la coloración y el tamaño, que oscila entre menos de 20 mm de envergadura en las más pequeñas y más de 10 cm en igual medida las mayores. Todas ellas pertenecen al orden de los Odonatos, término que hace referencia al gran tamaño y desarrollo de sus mandíbulas dentadas. Son depredadoras muy activas, tanto en su fase de larvas —que transcurre en el agua y dura semanas o meses, según la especie— como en la de adultos, durante la cual vuelan a gran velocidad y habilidad. En ambas etapas de su vida atacan inclusive presas mayores que ellas. Los adultos son generalmente de hábitos diurnos y durante el vuelo llevan dispuestas las patas a modo de canastilla para atrapar insectos. El aspecto general de todas las especies es muy similar, con el abdomen esbelto y alargado, grandes ojos protuberantes y dos pares de alas menbranosas y entrecruzadas por una tupida red de nervaduras cuyo número y disposición difieren de una especie a otra y sirve a los entomólogos para clasificarlas.

La voracidad de estos animales es tan grande que llegan a comerse ellos mismos, si se les dobla el largo y flexible abdomen y se les coloca el extremo en la boca. Sin embargo, son enteramente inofensivos para el hombre y se les cataloga como insectos benéficos por la gran cantidad de animalillos dañinos que devoran. Las especies peninsulares pertenecen a dos subórdenes que pueden distinguirse fácilmente: la de los zigópteros y la de los anisópteros. Las libélulas del primer suborden se caracterizan porque al posarse pliegan las alas hacia atrás, sobre el dorso. Además, tienen los ojos claramente separados y dispuestos en las dos extremidades laterales de la cabeza, que es alargada en el sentido transversal. Las del suborden de los anisópteros, que son las más conocidas, tienen las alas traseras más anchas que las delanteras y mientras descansan, conservan las cuatro alas extendidas a los lados y ligeramente hacia adelante. Se les identifica también porque sus ojos, de enorme tamaño, se encuentran generalmente tan próximos entre sí que dan a la cabeza una extraña apariencia globosa. Las diferentes especies de libélulas, a las que también se llama caballitos del diablo y damiselas, ocupan una gran variedad de hábitats y las larvas pueden desarrollarse en agua dulce —inclusive charcos temporales— o en las aguas salobres de las lagunas costeras.