Ganadería Con la llegada de los españoles se inicia la ganadería en Yucatán. La Crónica de Calkiní relata que el ejército de Francisco de Montejo llevaba cerdos; después de fundada Mérida, el rey concedió a Montejo la facultad de traer ganado de las Antillas, libre de derechos; se menciona que en 1543 llegó a Campeche un navío trayendo cierta cantidad de animales para comenzar la cría. Las primeras estancias ganaderas se establecieron alrededor de Mérida, habiendo 16 de ellas en 1588 dedicadas exclusivamente al fomento de ganado bovino y caballar. En 1596, el gobernador Carlos de Sámano y Quiñones introdujo cabras y carneros. Pronto los encomenderos se dieron cuenta que para aprovechar mejor sus haciendas, agrícolas desde el inicio, era necesario reforzarlas con la ganadería. Para esta época ya habían aparecido vocablos mayas para designar las cosas nuevas, por ejemplo: tiyal, hacienda; sutul-cheen, noria; uakax, fononimia de vacas, para el ganado bovino; uacaxnal, ganadero; kanan-uacax, vaquero; kab-im, leche; tzimin, nombre del tapir, que se aplicó al caballo; keken, cerdo; taman, carnero, y kax, apócope fononímico de Castilla, a la gallina. El pastoreo era libre o extensivo; el ganado andaba libremente por los montes buscando su alimento; solamente en época de sequía lo concentraban en los corrales de la hacienda para aprovechar los abrevaderos, surtidos de agua de los pozos y norias, aprovechando hacer la marca o hierra de los becerros.
A mediados del siglo XVII se dictaron las primeras leyes sobre ganadería, señalándose la obligación de tener corrales y campos cercados, ya que los campesinos se quejaban constantemente de la destrucción de sus sementeras y daban muerte al ganado que encontraban en las milpas. Durante el siglo XVIII la producción de ganado vacuno, equino y lanar aumentó lo suficiente para poder exportar carnes secas y pieles a Veracruz y a La Habana. Se decidió que las haciendas serían agropecuarias y las estancias exclusivamente ganaderas, lo cual constituyó el origen de los ranchos ganaderos.
En 1845 se estimó que existían 1,388 haciendas y 216 ranchos, que tenían en total cerca de 400,000 cabezas de ganado vacuno. Ese año, Yucatán exportó 14,556 cabezas de suela; 9,518 cueros; 2,376 baquetas; 7,953 arrobas de sebo y 8,064 arrobas de tasajo. Durante los años de intensa lucha por la rebelión indígena de 1847 a 1850, se perdieron muchas fincas y por supuesto mucho ganado; el que quedó en el área central del estado fue adquirido por los propietarios de las fincas henequeneras, que a partir de 1860 comenzaron a tener auge. Ese año se editó un manual del mayordomo de fincas rústicas.
Al inicio del año 1862 se estimaba que existían 1,145 haciendas con 100,000 cabezas de ganado vacuno, y 12,000 de equino, pero sobrevino una gran sequía que mató unas 20,000 reses. Sin embargo, en 1869 ya había 117,690 cabezas y en 1878 eran 218,500, funcionando 17 tenerías y seis talabarterías.
En 1880 se presentan grandes epizootias de fiebre carbonosa y de piroplasmosis que ocasionaron muchas bajas, pues en 1882 se tenían 186,000 cabezas solamente. Como el número de habitantes había aumentado, la producción de carne resultaba insuficiente, por lo que para satisfacer la demanda y mejorar el hato, en 1889 se importaron 7,900 cabezas, siendo Miguel Espinosa Rendón uno de los primeros en traer ganado holstein europeo. En 1895, Albino Manzanilla demuestra los cuidados que deben tenerse para adaptar el ganado y hacerlo resistente al calor y a las garrapatas, además de que tuvo éxito al tener pastizales cercados y sembrados con zacate guinea y paraná.
En 1908, el hato contaba con 137,000 cabezas, pero como el consumo había aumentado a unas 4,000 reses mensuales, la mitad se importaba, sobre todo de Tabasco. En 1936, por primera vez se trae de Brasil ejemplares de la raza cebú para observar su acomodo a las condiciones locales; ante el buen resultado demostrado, en 1944, con el apoyo económico de Fomento de Yucatán, se importan muchos ejemplares de las variedades Gyr, Brahman, Guzerat, así como Charolais y Santa Gertrudis. Casi todo el ganado cebú se llevó a la región oriente de la entidad, en tanto que en la del Sur y la zona henequenera se continuó con el ganado criollo. Durante la epizootia de fiebre aftosa que poco después abarcó casi todo el país y obligó a la necesaria medida de aplicar el rifle sanitario, la Península se vio libre de ella, gracias a las eficaces medidas de vigilancia y control que se implantaron.
En 1959 el censo ganadero consignó la existencia de 247,000 cabezas de ganado vacuno y 89,000 de porcino. En el decenio de 1960 a 1970 se consolida la ganadería con el apoyo del Banco de Crédito Agrícola y Ganadero; se extiende el uso de la inseminación artificial; en 1966, el hato tenía 640,000 reses; se consumían 70,000 al año, pero ya no había necesidad de importar ganado; en 1973 se expidió una ley que prohíbe el libre pastoreo, con lo que terminaron los líos entre ganaderos y milperos. En 1980 se tenían 855,000 reses; en 1984 se contaba con 920,000 cabezas de ganado bovino; 257,000 de porcino y 4,381,000 aves. En 1991 se informó que en el estado existían más de 3,000 ranchos, de los cuales 40 eran de ganado de registro; el 90 por ciento de los ranchos se ubicaba en la zona oriente; que el 90 por ciento del ganado era para la producción de carne y un 5 por ciento para la de leche y en total había 1,300,000 hectáreas de agostadero, habiéndose introducido nuevas variedades de pasto, tales como estrella de África, jaragua, merquerón y Taiwan. En 1984, el rastro de Tizimín obtuvo la calificación de Tipo de Inspección Federal (TIF). En 1993, las variantes de ganadería produjeron lo siguiente: bovino, con 860,000 cabezas y 30,000 t de carne y 12,000 cabezas y 10,500 t de leche; porcino con 750,000 cabezas y 35,000 t de carne; ovino con 42,000 cabezas y 320 t de carne producida, y aves con 47,000,000 que producen 80,000 t de carne y 7,000,000 que producen 54,000 t de huevo. Desde hace varios años, Yucatán exporta ganado bovino de alto registro.