Guayabera

Guayabera  Prenda de vestir que en Yucatán tiene características propias y se le considera típica. Como antecedentes de ella se consideran las largas blusas de manta, de una sola pieza, sencilla, holgada y cuyos extremos delanteros a veces se amarraban. Esta prenda era usada desde principios del presente siglo por los guajiros o campesinos cubanos y también por los campesinos mayas, que le ponían adornos en el frente, pliegues laterales y decenas de pequeños botones. Además, en Yucatán, desde fines del siglo pasado, se popularizó la «filipina» como atuendo típico del mestizo, de color blanco, manga larga, cuello corto, sin bolsas y frecuentemente con abotonadura de oro.

Esta vestimenta fue adoptada al comenzar este siglo por los hacendados, terratenientes y por quienes, en lugar de traje, preferían algo más fresco. Poco después de 1920 llegó a Mérida Pedro Mercader Guasch, sastre de origen catalán, que había residido los años anteriores en Cuba; abrió su establecimiento en la esquina de la calles 60 con 57 y después de observar y escuchar los gustos de los meridanos y con base en las prendas campesina y mestiza, ideó la guayabera de manga larga, cuello amplio, dos bolsas inferiores con tapas y botones y convirtió en bolsas inferiores lo que en Cuba era sólo un adorno; la hizo entallada, añadiendo tablones que cruzan la espalda verticalmente. Utilizó telas de algodón y lino, de colores blanco, crudo y beige. Uno de los primeros hombres de negocios que usó esta nueva prenda fue Rafael Escalante Peón. El señor Mercader instaló un taller, La Sirena, en la calle 62 con 61, con máquinas de coser impulsadas a mano y vendía las guayaberas a precios que oscilaba, según la calidad, entre 1 y 10 pesos. Después se pasó a la calle 60, entre 63 y 65, donde abrió la Casa Mercader; se usaron máquinas de pedal para producir la «guayabera bien», que así la anunciaba. Por allá de 1940, el general Rafael Cházaro Pérez le encargó una prenda diseñada por él, que se popularizó inclusive con su nombre, la chazarrilla, que adoptó el general Humberto Mariles y su equipo para competir en una olimpiada. Corresponde a Pedro Cab, que abrió una fábrica en la 60 con 65, la adición de alforzas tanto enfrente como en la parte posterior de la guayabera, lo que prácticamente estableció su costo. En esta época se trajo de Cuba la prenda llamada guayabana, que sólo difería del modelo yucateco en el par de amplias bolsas en la parte inferior, con la variante de haberlas con mangas cortas. Como desde 1950 decayera mucho el uso del traje, comenzó a haber demanda de estas prendas, más adecuadas para el clima tropical, agregándose otro modelo, la «panameña», más corta y sin bolsas inferiores.

Con tal motivo se estableció otra fábrica en 1956, llamada Manufacturera de Ropa Meridana, propiedad de Miguel Moreno Rosado, que producía unas 500 piezas semanales y surtía a su seis agencias abiertas en varios puntos del país. En estos años se usaba tela de algodón, lino importado y popelina inglesa; las costureras hacían en la misma tela de 90 a 130 alforzas.

En 1962 comenzó a exportarse guayaberas a Estados Unidos de América, las Antillas y Europa. En 1965 se introdujo la tela de poliéster y se usaron colores variados, así como llegaron las máquinas alforzadoras alemanas de motor, marca Wilcox, pero cuya zapatilla de 4 mm resultaba grande, por lo que un tornero de Mérida las modificó y así se hacían grandes cantidades de metros de alforzas, que luego se cortaban y adherían. En 1970 el gobernador Carlos Loret de Mola convocó a un concurso de diseños; Moreno presentó la guayabera de etiqueta, con diseños de hilo blanco; otros modelos fueron la guayabera de invierno y la de coctel; recibieron galardones María Rosas de Peraza y su hijo Orlando Peraza Rosas; otro industrial, Jorge Alberto Pech Pech, que tenía la marca comercial «George Albert», ideó el guayahipil, el minihipil y el maxihipil, para uso femenino, con bordados de colores en hilo contado.

En 1971, la Cámara de la Industria del Vestido de Yucatán pidió ayuda al presidente Luis Echeverría para promover el uso de la guayabera, reforzado esto con el envío que le hizo el señor Pech en 1972 de su modelo que llamó guayabera presidencial, austera, con botones negros y en gris y blanco las grecas mayas. Ciertamente, dicho presidente hizo famosa la guayabera yucateca en toda la nación y en varios países. Comenzó así la época de auge de esta industria; se abrieron unas 20 fábricas más en Mérida y varias en México y otras ciudades. Pero también surgieron fábricas en Japón, Taiwan y Corea, que contando con mano de obra barata y alta tecnología, hicieron gran competencia, por lo que desde 1978 Yucatán fue perdiendo terreno comercial. Las fábricas de Panamá y República Dominicana conquistaron el mercado de Centroamérica y Florida. En 1984 bajó el consumo nacional por preponderancia de otra moda, la de la camisa, que también ha influido en el estado, a grado tal, que ahora se considera que en Mérida sólo quedan tres o cuatro fábricas exclusivas de guayaberas y que ésta se usa más en Veracruz, donde las fábricas en Pánuco, Veracruz y Orizaba producen la «panameña» y los modelos «pánuco» y «jarocha».