Núñez Melian, Francisco (¿-1644) Gobernador y capitán general de Yucatán, 1643-1644. Anteriormente, en 1629, había desempeñado el mismo cargo de gobernador en la provincia de Venezuela. Se le concedió licencia para pasar a Yucatán el 27 de marzo de 1643, y llegó finalmente en diciembre de ese año. Según afirma Molina Solís, en Historia de Yucatán, durante la dominación española, T. 1, pp. 146-147, era un anciano «de voluntad enérgica, antiguo militar, y con todos los hábitos de orden estricto que da la disciplina, hombre sencillo y modesto que en el trato social se mostraba extraordinariamente llano, familiar y amigable.» Sin embargo, se caracterizó también por su afán de riqueza y desde el inicio de su gobierno tomó en su poder la contratación de los indígenas. Por otro lado, organizó expediciones destinadas a reducir a los nativos dispersos por los montes. A Juan de Salazar, maestre de campo, y a fray Martín Tejero los envió a la región oriental de la Península, al capitán Gaspar de Salazar con fray Bartolomé Becerril a la parte occidental, y al capitán Antonio Dorantes con fray Juan de la Peña a las regiones del Sur. Tuvieron los capitanes y franciscanos éxito en su misión, pues al poco tiempo lograron que los pueblos abandonados fueran repoblados con los indígenas que redujeron durante las expediciones. Éstos quedaron sometidos a las leyes y autoridades de la Colonia. El 13 de abril de 1644 murió Núñez Melian, en un accidente a caballo, durante el pase de revista general de armas que había ordenado para esa fecha. El autor citado refiere el hecho así «Todo se dispuso convenientemente y a la hora fijada la infantería y artillería ocupaban en guardia sus puestos en la Plaza Mayor; y al iniciarse una escaramuza a renglón seguido, desembocó por una esquina toda la caballería acaudillada por Núñez Melian, galán y airoso a pesar de su edad, en fogoso caballo, que manejaba diestramente; pero quiso su mala suerte que en el fragor de la carga acertó a pasar junto a una pieza de artillería en los momentos en que ésta disparaba, y azorado el caballo quiso desbocarse impetuosamente; pero la mano firme del viejo gobernador le detuvo con tal violencia, que el caballo respingó, se le reventó la cincha, y al jinete un braguero que traía constantemente, con lo cual le provino la súbita estrangulación de una hernia que padecía, y la muerte casi instantánea…». Tras su muerte se hicieron cargo de la gubernatura los alcaldes ordinarios de la capital y de las villas, cada cual en su distrito, y en Mérida ejercieron el gobierno los capitanes Alonso Magaña Padilla y Agustín de Vargas, hasta el 28 de junio de 1644. En ese año se dispuso por real cédula que los alcaldes ordinarios fungiesen también como alcaldes de la Hermandad para la persecución de ladrones, rateros y abigeos.