García y García, Apolinar (1837-1886) Abogado, escritor satírico, periodista, poeta e historiador. Hijo de humildes labradores, nació en Chancenote, poblado del municipio de Valladolid, y falleció en Mérida, Yucatán. Realizó sus estudios primarios en Tizimín y los superiores en Mérida, titulándose de abogado en el Seminario Conciliar de San Ildefonso, en 1860. Ahí tuvo maestros de la talla de José Antonio Cisneros, Fabián Carrillo Suaste, Juan Antonio Esquivel Farfán, Pedro Ildefonso Pérez, Ramón Aldana del Puerto, Pedro de Regil y José García Montero, quienes formaban la sociedad denominada El Pensamiento, en cuyo órgano periodístico del mismo nombre aparecieron los primeros trabajos de García y García. Dirigió el periódico La Burla, que él mismo definió como «un periódico de chismes, enredos, rechiflas, cácaras, retozos, paparruchas y rebuznos, lleno de pullas, azotainas y zambombazos, redactado por cuatro endiablados picaruelos». El último número de esta publicación, que levantó polémica en la sociedad de Mérida por su feroz crítica política, apareció el 10 de febrero de 1861 y Apolinar García se vio forzado a emigrar a Campeche ante la severa persecución de que fue víctima por parte del gobernador Agustín Acereto. Más tarde escribió en la revista La Guirnalda, con el seudónimo de El Mus, que después convirtió en título de una revista, de carácter satírico, publicada bajo su dirección. En La Guirnalda y otras revistas literarias de entonces, como El Repertorio Pintoresco y La Revista de Mérida, dio a conocer numerosos poemas románticos y sus trabajos en prosa consistieron en discursos cívicos, de buena manufactura, relativos en su mayor parte a acontecimientos memorables de la historia de Yucatán. También trabajó en revistas satíricas como El Corcobo, El Tío Luna, El Escorpión y La Cola del Mus, varias de ellas fundadas por García. De 1864 a 1872 desempeñó el cargo de juez de Letras de Izamal, tras lo cual fue designado juez de lo Criminal en Mérida. En 1885 se le nombró redactor de La Unión Yucateca, periódico oficial del estado, y a fines de ese año fue designado defensor de Pobres y Municipios, adscritos a los juzgados de Primera Instancia de la capital. Dejó inconcluso el libro La historia de la Guerra de Castas de Yucatán (1865), que empezó a publicar por entregas y del que sólo se conocieron las dos primeras partes, con un total de 80 páginas, ya que fue duramente criticado por el obispo Crescencio Carrillo y Ancona a través de una refutación publicada en 1866, que tituló Observación crítico-histórica. El prelado estimó lesionados los intereses del clero por lo que García y García dejó trunco su trabajo, ante la reacción desfavorable de la opinión pública yucateca de la época, influenciada por Carrillo y Ancona.